Por: NOTIMEX/MÉXICO | elsiglodetorreon.com.mx
Higinio Ruvalcaba, virtuoso violinista nacido el 11 de enero de 1905, en Yahualica, Jalisco, debutó oficialmente como solista en la Orquesta Sinfónica de Guadalajara con tan sólo 12 años, con el “Concierto en sol menor para violín y orquesta”, del compositor alemán Max Bruch.
El portal en internet “relatosehistorias.com” afirma que su formación musical empezó a temprana edad y de manera autodidacta, de hecho, en alguna ocasión él comento lo siguiente:
“Comencé de mariachi en San Pedro Tlaquepaque …] y para más señas tocaba yo zurdo, porque mi primer maestro era zurdo …] Me decían ‘el Niño’ porque estaba yo muy chamaco …] a veces pienso que mejor hubiera seguido tocando zurdo; sería yo una notabilidad”.
Se sabe que en 1922, Ruvalcaba ingresó al Conservatorio Nacional de Música, para después estudiar con el violinista español Mario Mateo, pero no fue sino hasta 1928 que formó parte de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Figuró en la Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la dirección del maestro Eric Kleiber. En 1959 se unió a las filas del famoso y prestigiado “Cuarteto de Léner”, donde por muchos años fue el primer violinista, según recuerda el portal “jalisco.gob.mx”.
De su época de juventud resaltan 22 composiciones de cuartetos -de los cuales se extraviaron más de 15 de ellos- quintetos, piezas para violín y piano, además, de transcribir para violín y piano los “24 caprichos de Paganini”, entre los años 1948 y 1950.
También escribió piezas de salón para piano o canto y piano, que comprenden valses, fox-trots y tangos, entre otros. En este acervo destaca el popular fox-trot Chapultepec, destaca el portal “difusioncultural.unam.mx”.
Cabe resaltar que la popular pieza “Chapultepec” fue compuesta, impresa y distribuida en 1919, cuando Higinio sólo tenía 14 años; sin saberlo vendió una composición que produjo enormes ganancias a sus editores, este tema es uno de los mayores éxitos del mencionado compositor.
“Su horizonte era tan sencillo como las manos de una madre cuando pasa sobre las sábanas para entibiar la cama de su hijo. Así, vino al mundo a tocar, violín o lo que fuera, porque un músico es una ventisca que nadie puede detener”, comentó Eusebio Ruvalcaba, hijo del músico, en un homenaje a la “legendaria figura del violín”.
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