Vía: Últimas Noticias | Por Liliana Ochoa Breijo
Los directores de orquesta criollos más prominentes cuentan cómo fue su formación junto al maestro
Se formaron juntos. Aunque vienen de distintos núcleos, sus caminos se cruzaron en las filas orquestales y, hoy por hoy, son reconocidos como grandes noveles directores: batutas formadas, personalmente, por el maestro José Antonio Abreu.
Gustavo Dudamel, Dietrich Paredes, Christian Vásquez, Rafael Payare y Diego Matheuz forman parte de ese grupo. Todos violinistas, a excepción de Payare que ejecuta el corno, fueron ascendiendo en el organigrama orquestal hasta que se toparon con la dirección. La mayoría de ellos solía conducir ensayos, incluso antes de tomar clases formales. Hoy todos llevan la batuta de alguna orquesta nacional y/o internacional.
El maestro Abreu vio algo especial en ellos. “Empecé haciendo talleres en la orquesta, preparando la fila de violines, la de cuerdas. Así, poco a poco. Fue una decisión con el maestro”, comenta Paredes, del núcleo de San Agustín del Sur y actual director titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas.
La experiencia de Vásquez y Payare es algo similar. “La primera vez que dirigí fue en San Sebastián. El director me dijo, siendo yo concertino, si yo quería dirigir el himno. Fue una sensación increíble”, recuerda el director aragüeño.
Vásquez, a sus 19 años y ya en Caracas, le comenta al maestro su inquietud. “Él me dijo: ‘sí, vamos a ver cuándo vemos clases’. Pero él es un hombre muy ocupado y no se pudo”, explica. El 23 de marzo de 2006, sin embargo, Vásquez captó su atención.
“Yo dirigí la segunda parte del primer concierto de la Sinfónica de San Sebastián en la Sala José Félix Ribas. El maestro pasó al camerino, me felicitó y me dijo: ‘Llámame el lunes que viene para empezar a ver clases juntos’. Yo no lo podía creer. Era un sueño que se iba a a hacer realidad”, dice.
Payare, formado en el núcleo de Puerto La Cruz, solía dirigir los ensayos del ensamble de metales. “El maestro Abreu me vio y me dijo que yo tenía dotes para la dirección y que, si yo quería, él podía mostrarme el camino. Imagínate, qué honor”, recuerda el ahora director titular de la Orquesta de Ulster (Irlanda del Norte).
Las tres noveles batutas agradecen a Abreu su guía y aplauden su labor como maestro de dirección y fundador de El Sistema. Paredes asegura que Abreu es “un ser muy exigente y motivador a su vez”, alguien que muestra las dificultades y retos de la dirección, pero “te dice que sí puedes con eso”.
Vásquez coincide. “Él siempre busca lo mejor de nosotros”, dice. En abril de 2008, el novel director hizo su debut con la Sinfónica Simón Bolívar en la Sala Ríos Reyna. Fue con la 2da Sinfonía de Mahler; con 200 músicos y 600 coros. “El maestro me puso ese reto”, gracias a ello, ese mismo año, “Gustavo (Dudamel) me invitó a ser su asistente en Radio Francia, en París, donde terminé dirigiendo un family concert: mi primer concierto fuera de Venezuela”.
Payare deja claro la influencia de Abreu en su paso a la conducción: “Mi único maestro de dirección como tal ha sido el maestro Abreu”. Si bien recibió síntesis y clases teóricas especializadas con otros, en las que además coincidió con Vásquez y Matheuz, la batuta la llevó Abreu.
Dudamel también ha sido fundamental en la cosecha de estos talentos. “Gustavo es la punta de la lanza. Nos va abriendo el paso. Es un maestro inmenso. Lo quiero y lo admiro, como mi amigo y como maestro. Él le abre paso a muchos directores en Venezuela y eso hay que reconocerlo”, dice Paredes, quien compartió atril con Dudamel.
En el marco del 40 aniversario de El Sistema, los pupilos del maestro Abreu harán pausa en sus compromisos internacionales y volverán a casa para celebrar.
“Para mí, esta es mi familia. Es mi vida”, afirma Paredes. Vásquez y Payare coinciden y llevan con orgullo el apellido de El Sistema, un programa social del que hoy son representantes.