Vía: El Impulso.com | Liz Gascón
El jazz trasciende de la música para alcanzar todos los aspectos de la vida. Ahora, cuando se reafirma que este género estrecha lazos de unión y desborda en esperanza, nadie se imagina los días sin sus sonidos, ni vertientes.
El jazz emprendió un largo viaje por las ciudades para quedarse en el corazón de quien descifra el mensaje de la música.
Esas virtudes del género derrumban egos y abren caminos de diálogo.
Gracias al jazz, virtuosos con experiencia se unen a nuevos talentos, sin pretensiones ni diferencias. Gustavo Carucí Jazz Sextet es el mejor ejemplo de esta premisa.
En la cuarta y última noche de gala durante el II Ciclo de Jazz auspiciado por Música Oculta, este grupo debutó en Biotel Suites, el sábado pasado.
Un maestro y cinco promesas nos recordaron que el jazz es tan amplio que los sonidos, testimonios y experiencias son irrepetibles.
El larense Gustavo Carucí tomó el bajo para compartir en el escenario con los jóvenes Mario Rodríguez en la batería, Diego Álvarez “El Negro” en la percusión, Gabriel Chakarji en el piano, Eric Chacón en la flauta y Carlos Peña en la guitarra eléctrica.
Pasadas las 9.00 pm arrancó el festín elogiado por la audiencia.
“No cabemos de la emoción al estar tocando para ustedes”, dijo el barquisimetano que hoy tiene su morada en Caracas, pero no se desprende de sus orígenes.
Abrieron con la emblemática banda sonora de Los Picapiedras, la serie televisiva de Hannah Barbera que data de los años 60.
Los asistentes lucieron complacidos con esta pieza que hace gala de una forma tradicional del ritmo de Nueva Orleans y es conocida como Rhythm and changes.
La siguiente armonía despertó la nostalgia de los melómanos.
“Se la dedico a mi hermano Silvio Arocha, el hombre que me enseñó a tocar”, reveló Carucí.
Avancé, de Yellowjackets, fue la siguiente pieza que surgió para conquistar.
Prosiguieron con Stella by starlight, un famoso standard jazz escrito por Víctor Joun. También interpretaron Celia y Milonga gris.
Gustavo Carucí Jazz Sextet dio vida a 11 temas deslumbrantes.
Se dieron la libertad de improvisar y abrirse en solos impresionantes.
El sexteto siguió la esencia multicultural del género. Tijieron varios estilos. Al ritmo de la música, ellos avivaron sus espíritus, sus instrumentos vibraron tras magistrales ejecuciones y los espectadores se alimentaron del arte, expresión genuina que alegra, motiva y a veces sin mediar palabras tiene el poder de inscribir mensajes en las mentes de los más sensibles.
Minuto a minuto los asistentes comprendieron que este proyecto liderado por Carucí y que reúne a muchachos con una indiscutible madurez musical seguirá adelante. Los seis virtuosos comparten su día entre proyectos personales y esta apuesta que sigue los preceptos de la buena música.
Sería la primera ocasión que la banda acariciara una tarima crepuscular.