Por ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | Vía: EL UNIVERSAL
De grabar con la leyenda de una época (Ibarreto), pasan a trabajar con una de las voces más importantes de la escena actual, Rafael “Pollo” Brito (en el centro de la foto), quien tiene otras tantas cosas que aportar en lo vocal e interpretativo.
De la música para los ojos a la música para los oídos. C4 Trío ha dejado boquiabiertos a muchos. Se ha convertido en ejemplo de la Venezuela posible, la que crea, la ideal. Está claro que sus integrantes son virtuosos. Tocan pajarillo, periquera, zumba que zumba… de la misma brillante manera en que interpretan El diablo suelto o cualquier estándar de jazz. En tarima son un show, y se ha vuelto obligatoria la rutina en la que tocan uno el cuatro del otro, entrecruzando sus brazos -no se entiende, es verdad, es mejor verlo.
El ensamble, conformado por Jorge Glem (primero en la foto), Edward Ramírez (segundo), Héctor Molina (cuarto) y Rodner Padilla (quinto), ha llegado a una etapa en la que quieren hacer valer más lo musical que los fuegos artificiales. Ya con el disco junto a Gualberto Ibarreto, nominado al Grammy Latino, mostraron un trabajo más asentado, donde se aprecia lo que pueden dar más allá de lo técnico.
Jorge Glem comparte esta apreciación, aunque considera que no se ha perdido la búsqueda en el virtuosismo. “Lo que hicimos fue como disfrazarnos en los dos últimos discos, pero seguimos desarrollando un trabajo minucioso en cuanto a ritmos, acordes, arreglos, todo eso está pero visto de otra manera”.
De grabar con la leyenda de una época (Ibarreto), pasan a trabajar con una de las voces más importantes de la escena actual, Rafael “Pollo” Brito (en el centro de la foto), quien tiene otras tantas cosas que aportar en lo vocal e interpretativo.
De repente, nombre del disco que vienen presentando en varias ciudades del país -anoche le tocó a Caracas-, es una invitación a la diversión desde el primer tema: regresan los tiempos de Adrenalina Caribe cuando suena Yo sin ti no valgo nada, con base de jota carupanera. El cuatro en todo su esplendor, el tradicional rol de acompañante, el ritmo y la melodía del solista, punteo, rasgado, armónicos… el bajo jugando al fondo, el ‘tumbao’ del “Pollo”…
De Aldemaro Romero, De repente inicia como un rocío para convertirse en un palo de agua de buena música, la segunda sorpresa. Y es que cada track es una sorpresa, como la que brindan con un tema popularizado por Rubén Blades, Y deja.
Pero no todo es cantado. El ensamble toca aquel clásico de Stevie Wonder, Isn’t she lovely, que se redimensiona en las cuerdas del cuatro y el bajo venezolanos; así ocurre también con aquel tema de The Beatles, Norwegian wood.
“Neguito” Borjas compone y canta junto al “Pollo” Brito y Ricardo “Pelón” Aguirre, la divertida gaita El tresillo. Del brasileño Djavan hay una hermosa versión de Océano, al que siguen Déjala bailar, creada por Chico Buarque y popularizada en Venezuela por Soledad Bravo, que finaliza con un Seis por derecho, y Hasta que vuelvas, donde el “Pollo” hace dúo con Ana María Simon.
Y el último juego es un híbrido entre Lucerito de Luis Mariano Rivera y El acertijo de Edward Ramírez. Allí el cuatro de cuerdas de metal sale a relucir.
Ramírez cree que el disco “es importante porque refleja lo que somos como venezolanos; hay camaradería y admiración mutua entre nosotros”.
Para Glem esta producción es importante porque se mezclan la música venezolana con la latinoamericana, “escuchar el tema de Rubén Blades con danza zuliana, por ejemplo, pone el disfrute por encima de cualquier regla”, comenta.