La Fundación Batuta nació en 1991, al mismo tiempo que la Constitución, con la idea de ensanchar los horizontes de miles de jóvenes de colombianos que llevaban la música en sus venas. Hablamos con su directora, María Claudia Parias
Vía: www.revistaarcadia.com
¿Cómo fueron los inicios de Batuta y sus logros en estos 25 años?
La Fundación Nacional Batuta fue creada en 1991 como una iniciativa del gobierno nacional en asocio con la empresa privada, bajo la égida de Ana Milena Muñoz. Inspirada en El Sistema de Venezuela, la Fundación fue concebida como un espacio para la formación musical como alternativa de vida para los niños, niñas y jóvenes, especialmente, aquellos en condición de extrema vulnerabilidad. Lo que me parece más interesante de la idea es que sus creadores consideraron que la práctica artística, y muy en particular la música, podía hacer parte de la “canasta básica” del desarrollo integral en toda la geografía colombiana. Hoy en día, Batuta atiende un promedio anual de 45 mil niños, niñas y jóvenes en 197 centros de formación musical ubicados en todos los departamentos de Colombia gracias a los convenios con entidades del orden nacional, departamental y municipal y al apoyo de otras fundaciones y empresas que han creído y han apostado por el poder transformador de la música. Entre los programas vigentes, se destacan Música para la reconciliación, que se implementa en asocio con el Ministerio de Cultura; Música en las fronteras y en las Casa Lúdicas, en asocio con la Cancillería; Música hoy, bienestar mañana, en asocio con el ICBF y Voces de la Esperanza, con la Unidad para las Víctimas, entre otros. Estos proyectos permiten el desarrollo de los programas de iniciación musical y práctica coral. En el tema orquestal, Batuta tiene 45 orquestas, entre las que se destacan las que son manejadas por las corporaciones y organizaciones Batuta en Huila, Meta, Caldas, Risaralda, Amazonas, así como la Orquesta Libre de Quibdó –iniciativa de la Alcaldía de ese municipio y de Findeter y el Ministerio de Cultura- y la Orquesta Metropolitana Batuta de Bogotá que es la orquesta de mayor representatividad de Batuta en Colombia. Calculamos que, a lo largo de estos 25 años, más de 350 mil niños y jóvenes han pasado por procesos de formación musical en Batuta. Algunos de ellos, son músicos profesionales. Todos manifiestan que la música les cambió la vida.
Ustedes se inspiraron en el famoso Sistema de José Antonio Abreu, en Venezuela, ¿qué cosas se tomaron de esa experiencia y cuáles son innovaciones puramente colombianas?
El maestro José Antonio Abreu es el inspirador de Batuta y de muchos otros proyectos de formación musical y orquestal en el mundo. Del Sistema, Batuta tomó la metodología de trabajo conocida como la “Orquesta-Escuela” que se traduce en una formación grupal basada en el hacer musical colectivo en el cual el repertorio es el centro de la práctica musical. Considero que la innovación colombiana se ha dado por la realidad social del país: el conflicto armado y las condiciones de violencia, llevaron a la incorporación del componente psicosocial que ha sido fundamental para la atención integral, especialmente en aquellos lugares en donde trabajamos con víctimas de la guerra. Esto nos acerca mucho a otras experiencias como Guri Santa Marcelina en San Pablo, Brasil que, también por la violencia propia de lo urbano, ha dado preponderancia al cuidado de los participantes no solamente desde la excelencia en la práctica de la música sino también, en el cuidado de la persona en su fuero íntimo, familiar y comunitario. De los 45 mil participantes en Batuta, por lo menos, 20 mil son víctimas directas del conflicto. Por esta razón, en Batuta aseguramos que hemos estado presentes en el conflicto desde hace 25 años y hemos ayudado a mitigar, en nuestra humilde escala, y con un saber hacer muy específico, los efectos de la violencia en el país. Por otra parte, Batuta innovó con el desarrollo del programa de iniciación musical que toma como base el formato ensamble con instrumentos del set Orff e instrumentos de percusión colombiana. Toma como base el repertorio tradicional de Colombia, permitiéndole a las nuevas generaciones acercarse, apropiar y disfrutar las músicas colombianas. Este programa es actualmente cuenta con más de 17 mil niños y jóvenes en el país.
¿Cómo funciona la Fundación?
La Fundación Nacional Batuta es una entidad sin ánimo de lucro, de carácter mixto, concebida para materializar el Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles. Su principal objetivo es fortalecer e incrementar el disfrute, la práctica y la enseñanza de la música en el país y generar mayores oportunidades para el ejercicio de los derechos culturales de los niños y niñas colombianos. En cinco departamentos, Batuta funciona mediante organizaciones que tienen autonomía administrativa y financiera y reciben –en general- el apoyo de las gobernaciones y alcaldías para la implementación de proyectos de amplio impacto y reconocimiento en el campo de la formación musical y la transformación social desde la música. En el resto del territorio nacional, la Fundación Nacional Batuta desarrolla proyectos basados en un saber hacer cimentado por maestros de música de reconocida trayectoria quienes diseñaron, para la entidad, los programas de primera infancia, iniciación musical, práctica coral y práctica orquestal infantil y juvenil. El modelo que sustenta los programas es el de un sistema o red de práctica musical que une a los niños y jóvenes del país mediante metodologías, repertorios, entrenamientos, formación a formadores –es decir, el de un conocimiento- al servicio de la conexión musical en el marco de la diversidad cultural que caracteriza a Colombia.
Batuta es un sistema que llega a lugares de conflicto, ¿cómo impacta la música en poblaciones vulnerables?
La música es una herramienta muy potente para lograr transformaciones sociales de mucha importancia en el desarrollo personal, familiar y comunitario. Hace poco, y como uno de los actos celebratorios de los 25 años de la FNB, organizamos el Seminario Internacional “Música y transformación social” que contó con la participación de 50 expertos provenientes de 23 países del mundo quienes debatieron, justamente, sobre los aspectos fundamentales de la música y su poder transformador. El neurocientífico Aniruddh Patel señalaba, por ejemplo, que la música y el lenguaje se procesan de forma muy similar en el cerebro humano. Los circuitos musicales están correlacionados con la imaginación y el movimiento por lo cual, tal y como lo hemos podido establecer en estudios realizados por Batuta, hay un mejor desempeño del lenguaje y la capacidad motriz entre aquellas personas expuestas a la práctica la música. Por otra parte, la música es, como bien lo sabemos en Colombia, generadora de emociones. En este sentido, la experiencia musical se relaciona con las sensaciones de placer y de gozo, y en general, también con la activación de sentimientos profundos que se manifiestan gracias a esta activación. En el ámbito de la familia, lo que Batuta ha comprobado es que las relaciones intrafamiliares mejoran cuando los niños participan de la actividad musical por varias razones. Entre las principales, porque los cuidadores concibe los centros musicales como espacios de protección frente a los riesgos de la violencia; también aseguran que los niños adquieren disciplina y capacidad de concentración tanto en su deberes escolares como frente a las exigencias propias de la práctica musical y porque tener hijos que desarrollan habilidades musicales genera entre los padres, un orgullo profundo. Por otra parte, y gracias quizás a la incorporación de valores como el respeto, el trabajo colaborativo y la corresponsabilidad –propios del modelo Batuta-, los participantes de los programas son líderes de resiliencia, capaces de trabajar en grupo y personas dispuestas a ayudar a otros para obtener resultados de excelencia. Ello, además de los mejores resultados académicos demostrados, especialmente, en dos áreas del saber: las matemáticas y el lenguaje.
Hay decenas de músicos exitosos que han salido de las orquestas y los ensambles de Batuta, hablemos un poco de ellos.
En efecto, yo me atrevería a hablar de cientos de músicos exitosos. A nivel internacional, se destacan Andrés Orozco Estrada, quien se convirtió recientemente en el primer colombiano en dirigir la Filarmónica de Berlín en una serie de conciertos especiales durante la temporada 2016-2017, amén de ser el director titular de la Orquesta Sinfónica de Houston; Juan Felipe Molano, actual director de la Youth Orchestra en Los Ángeles; Ángela Viviana Contreras, contrabajista de la Orquesta Mariinsky de San Petersburgo, Rusia; la soprano pamplonesa Melisa Metzger, quien ha desarrollado una exitosa carrera en Europa gracias a su paso por el Conservatorio de Bordeaux y sus estudios de Vocal Performance en la Royal Academy of Music de Londres, Inglaterra; y María Carolina Hernández Parada quien se destaca como flautista en Alemania. Algunos de los principales músicos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia iniciaron su contacto con la música en Batuta: son sólo ejemplos…
¿Qué es lo más difícil de un proyecto como Batuta?
Creo que hay dos aspectos que representan retos para la organización y, en general, para el sistema de orquestas infantiles y juveniles de Colombia: la garantía de la sostenibilidad financiera porque hay variabilidad en el origen de las fuentes y en las voluntades políticas y poca participación de la empresa privada; y el diseño de un modelo que permita interconectar con mayor efectividad, a todos los subsistemas y proyectos que en el país están orientados a la formación musical infantil y juvenil. Por lo demás, Batuta es, desde mi punto de vista, uno de los proyectos culturales más importantes de este país aunque para muchos, sea un secreto bien guardado.