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El domingo 14 de octubre, la Sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música fue testigo de un concierto memorable en el que los sonidos de la viola fueron protagonistas.
Fotografía Nohely Oliveros
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Por Roberto C. Palmitesta R. @rpalmitesta
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La Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta interpretó con mucha solvencia y finura un repertorio diverso en estilos y culturas, contando nada menos que con un director muy sabio que conoce el tratamiento que debe llevar cada obra según su autor: el maestro Rodolfo Saglimbeni.
La velada comenzó con el Concierto para Viola y Clarinete de Max Bruch, compuesta en 1911 y estrenada al año siguiente. La orquesta contó con dos solistas experimentados y quienes han desarrollado y estudiado a fondo las sonoridades de cada instrumento: Fran Di Polo en la viola y Jesús Antón en el clarinete. Escucharlos a ambos entendiéndose a la perfección más el fino sonido de la orquesta fue un deleite. El maestro Di Polo supo imprimirle toques sublimes y emotivos que envolvían a la audiencia, mientras las notas del clarinete flotaban nítidas por todo el recinto.
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Luego vendría la obra central del programa: el Capricho para Viola y Orquesta del gran Aldemaro Romero. Que maravilloso fue para el público comenzar su domingo escuchando a este ilustre compositor. Desde la primera nota el estilo que caracteriza la música de Aldemaro inundo la sala, ese sonido vibrante y lleno de identidad venezolana dibujaba sonrisas en el público. Quién mejor que Frank Di Polo para interpretar esta obra, porque si hay alguien que sabe sacarle partido a los sonidos de la viola es él y aquí quedo demostrado. Este “capricho” no sonaba ni a clasicismo, ni a romanticismo, ni a otra cosa que no fuera a Venezuela y así es Aldemaro, y que colores supo ponerle el maestro Di Polo a cada nota.
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El maestro Saglimbeni, gran conocedor de la obra de Aldemaro, también fue artífice del éxito de esta pieza, logrando además que los jóvenes músicos de la orquesta asimilaran, aprendieran y disfrutaran de la cultura musical venezolana. A cada integrante se le notaba que disfrutaba a plenitud cada nota que tocaba, mientras que el rostro del maestro Di Polo evidenciaba que estaba inmerso por completo en las notas coloridas de la onda nueva y de muchas otras influencias que suenan a Venezuela.
Sabía elección de los maestros Saglimbeni y Di Polo, así como de la directiva de Fundamusical de tocar y redescubrir paras diferentes generaciones la música de Aldemaro, quien dejó todo un legado de obras fascinantes, muchas de ellas aún sin estrenar. También es de celebrar que se muestre a la viola como un instrumento versátil, solista y que puede tener el mismo protagonismo de cualquier otro instrumento. Ojalá que se sigan repitiendo este tipo de experiencias.
El concierto cerró con las Variaciones “Enigma” Op. 36 de Edward Elgar, cambiando drásticamente de estilo, pasando de la tradición venezolana a la música sinfónica británica de finales del siglo XIX y principios del XX. Una obra exquisita y llena de matices, diferentes influencias musicales y cambios de estados emocionales; aquí la que la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta demostró el alto nivel que han alcanzado y la pasión con la que son capaces de tocar cualquier repertorio.
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