Vía: Noticiasnet.mx | Cuando asiste a un concierto, se pone a oír con los ojos cerrados. “La sola música debe de bastar”, dice Alberto Zuckermann, pianista de jazz de 66 años.
En medio de la parafernalia con la que cada vez más se cubren los errores, y hasta los aciertos musicales, Zuckermann, quien este domingo a mediodía se presenta en Anfiteatro Simón Bolívar de la UNAM, se considera un cruzado de la vieja escuela.
“Para mí lo primero es lo que está pasando a través de los oídos, eso es lo que me importa, comunicarme musicalmente, no visualmente”.
Y adentro de la música está pasando otra cosa, añade: un músico toca a partir de una partitura o improvisando completamente como algo irrepetible.
De ascendencia húngara, nacido en la Ciudad de México, su nombre está en cinco discos, en tres de ellos como solista. El más reciente es de 2011, Zuckermann en vivo, con cuatro temas propios y dos ajenos, entre ellos Summertime, el clásico de George Gershwin, en una versión que ha sido elogiada por el crítico de jazz Antonio Malacara, como una de las mejores que ha escuchado en toda su vida.
“Una vez un maestro me dijo: ‘No hagas, eso no es lo que quiere el compositor’ pero a mí no me interesa lo que quiere el compositor sino lo que quiero yo; el jazz es el arte del intérprete, lo que importa es lo que estás haciendo y sintiendo en ese momento”.
Un intento por crear un espectáculo visual fue hace más de cinco años Don Quijote en jazz, con él al piano, otro músico en el contrabajo y con la actriz, bailarina y poeta Elia Domenzain en la lectura de fragmentos de esa novela. “Tuvimos algunas presentaciones, pero por alguna u otra razón no pudimos estar en el Cervantino”, dice Zuckermann.
En el concierto del domingo, antes de estar en octubre en el Festival Internacional Cervantino, actuará con Raúl Enrique Rosales, en el contrabajo, y Raúl Campos, en la batería.
Zuckermann sabe que en cada concierto está en juego agradar a quienes ya les gusta el jazz e incorporar a nuevos aficionados a un género del que considera que hay más oferta que demanda. Tal vez se debe, dice, a que la educación musical se ha dejado de impartir en las primarias, aunque la pobreza de la radio y la televisión también es culpable, considera.
“El jazz necesita cierta educación musical”, dice él.
Su relación con el jazz comenzó hace más de medio siglo. Él tenía unos diez años, estudiaba piano clásico y en una ocasión con su madre a una tienda en Letrán y Eje Central, escuchó una música “medio oscura,. con sun solo de tambores” que lo atrajo. Era Jazz en Riguz, de Tino Contreras, un pianista, trompetista, arreglista y cantante nacido en Chihuahua en 1926.
Desde entonces esa música lo ha acompañado. “Me gusta mucho la armonía del jazz, muy rica, muy nutrida, disonante, esos choques de acordes ofrecen libertad al intérprete”, agrega.
LA FRASE
“Para mí lo primero es lo que está pasando a través de los oídos, eso es lo que me importa”.
Alberto Zuckermann, pianista de jazz.