Alondra de la Parra ha dirigido más de 50 orquestas de lugares como Brasil, México, y Nueva York, entre otros. En escena es un despliegue de palpitaciones cargadas con ternura, y melodía cardíaca
Vía: www.nacion.com/POR PRISCILLA GÓMEZ
Alondra de la Parra es una de las poquísimas directoras de orquesta dentro de un gremio dominado por hombres; pero no hagamos de esto una discusión de género.
El mérito para De la Parra no se le puede otorgar solo porque es mujer, sino porque es buena, muy buena. Es capaz de hacer que su cuerpo se retuerza, brinque, sude y dance con cada vibración que golpea las paredes de la sala de ensayos del Centro Nacional de la Música en Moravia, en donde practica junto a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
De la Parra es tan buena que es capaz de poner en orden a un salón lleno de músicos inquietos, de ignorar a los trompetistas que se ríen cuando la silla hace un ruido flatulento, de interrumpir solo para escuchar un violín que falla, porque si ese acorde no se hace bien, como dice ella, “mata la obra”.
Una vez que la pieza fue maltratada, De la Parra la sana con ternura, con manos que mientras las agita se hacen inmensas y atajan cualquier sonido que no suena como debe sonar, y así la revive.
Los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional están bajo la dirección de una directora que nació en Nueva York, en 1980, pero creció en México.
Alondra de la Parra comenzó a tocar el piano a los siete años y el chelo a los trece. A los 19 estudió en Manhattan School of Music, donde obtuvo la licenciatura en Música con especialización en ejecución pianística y su maestría en Dirección Orquestal. Además, es la primera mujer mexicana en dirigir en Nueva York y es Embajadora Cultural Oficial de México.
Ha sido elogiada por Plácido Domingo como “una directora extraordinaria” y el periódico francés Le Monde mencionó que “con Alondra de la Parra, la música clásica ha llegado al siglo XXI”.
Y es que desde joven, emprendió con este género. En el 2004, a los 23 años, fundó la Orquesta Filarmónica de las Américas (POA), teniendo como misión crear una plataforma para que jóvenes ejecutantes y compositores de las Américas, lleven la música del continente a un lugar influyente en el repertorio orquestal del mundo.
Hasta el momento ha dirigido a más de 50 orquestas de todas partes del mundo.
“Recientemente, fui nombrada la Directora Musical de la Orquesta Sinfónica de Queensland en Australia; entonces, por el momento, la Orquesta Filarmónica de las Américas trabaja por proyectos. Si algo surge y podemos hacerlo entonces lo ejecutamos; pero, por ahora, cada quien trabaja en sus otras cosas”, explicó Parra.
Con ese nombramiento, la directora será la primera mujer en dirigir una de las orquestas más grandes de Australia.
Amigas y colegas. Hace varios años, mientras De la Parra estudiaba, compartía un apartamento con una amiga, la pianista venezolana que reside en Costa Rica, Ana Karina Álamo, y quien es la invitada especial para la presentación del viernes y del domingo.
“Llegué a Costa Rica a través de mi amiga Ana Karina. Nosotras vivimos juntas por cuatro años, como amiga y persona la quiero mucho, y en la música siempre hemos compartido. Hemos estado juntas en muchos escenarios, ella en el piano y yo dirigiendo. Estuvimos en la Orquesta Sinfónica de San Francisco, en la Orquesta Sinfónica de Dallas, en Nueva York con la Orquesta de las Américas; en fin, siempre hemos colaborado. Así fue como Guillermo Madriz (director del Centro Nacional de la Música hasta el 6 de junio) conoció mi trabajo y me invitó a dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional”, explicó De la Parra.
El repertorio que se interpretará esta ocasión fue elegido entre las dos amigas.
“Ensayar con la orquesta ha sido una delicia, son buenos músicos, tienen una actitud positiva hacia su trabajo, mucho respeto entre los colegas que se palpa y hay mucho respeto por la música, y esto no siempre es el caso en las orquestas latinoamericanas; entonces, me llena de emoción y alegría que esta sea la orquesta nacional de un país, que es de alto nivel”, dijo.
“El problema con algunas orquestas es que la disciplina no siempre está ahí, y a veces hay mala actitud, pero acá el ambiente es muy amable”, añadió de la Parra.
Alondra, como Embajadora Cultural de México, tiene la labor de dar a conocer los compositores de su tierra, y por esto eligió dirigir Metro Chabacano. Este es el nombre de una de las estaciones que forman parte del metro de México.
“Cuando una obra de arte está bien escrita, como lo es en este caso, y está tocada con cuidado y con cariño, cualquiera se puede conmover, y hasta se le puede poner la piel de gallina. Mi hijo ahora tiene seis meses, pero hace tres, mientras escuchaba esa pieza, se le salieron algunas lágrimas, porque esto se trata de sentir. Él no entendía nada, pero es que la música es para todos”, explicó De la Parra.
“Metro Chabacano es sobre el ruido urbano, la complicación en la ciudad. Creo que acá se pueden relacionar con ese sentimiento. La capital de México se asemeja a San José: siempre hay tráfico, es esa impaciencia que se siente en la calle. También esta pieza le da un equilibrio y un balance al repertorio”, dijo.
“Soy amante de Gustav Mahler, así que poder dirigir una de sus piezas siempre es una de mis más grandes alegrías, y Ana Karina siempre quiso interpretar Concierto para piano en la menor, así que será un par de presentaciones muy especiales, hay mucho sentimiento de por medio”, comentó.
El vacío. Durante el ensayo con la OSN el martes, a las 8 a. m., Alondra de la Parra impartió una clase magistral, sobre cómo debe sonar una pieza de música clásica, y cómo se debe sentir.
De pie, de negro, delante de todos, después de reprocharle a las cuerdas que iban a destiempo, se detuvo para hablar sobre la fragilidad del cabello.
“Piensen en ese amor que tuvieron a los 12 años, y ahora tenés 80 y lo querés tener de vuelta pero solo tenés una oportunidad de acariciarle el pelo. No es recordar, es nostalgia”, explicó.
Eso era lo que la directora quería que los músicos entendierán en ese momento. Más allá de un sonido afinado, era un sentimiento, y cualquiera que no cuente con una educación clásica lo podrá entender, y ese es su polvo mágico.
Cuando De la Parra quiso expresarle a la OSN que quería más fuerza en las notas, no pidió más fuerza en las notas, les dijo: “Quiero escuchar el vacío del universo”.
Y lo escuchamos.
“Silencio, amigos”, exigió De la Parra. Algo pasaba en el ensayo.
La inquietud cuando algo falla estaba poniendo tenso el salón, pero, entonces, De la Parra aconsejó: “Escuchen el sonido de la Tierra, que siempre está ahí, pero no lo podemos escuchar porque la vida tiene mucho sonido, pero si lo pudiéramos escuchar, sonaría así…”.
Repertorio. La presentación que dará la Orquesta Sinfónica Nacional se compone de tres obras: Metro Chabacano, del compositor mexicano Javier Álvarez; el Concierto para piano, en la menor del noruego Edvard Grieg, y la Sinfonía No. 1, de Gustav Mahler, conocida como Titán .
La presentación será en el Teatro Nacional en San José, este viernes, a las 8 p. m. Y el domingo 29, a las 10:30 a. m. El viernes, antes de la presentación, Alondra de la Parra y Ana Karina Álamo darán una conversatorio gratuito en el foyer del teatro pero el cupo es limitado. Las entradas para ambas presentaciones tienen precios entre los ¢4.000 y ¢18.000, según la localidad. Se pueden adquirir en la boletería y en la página web del Teatro Nacional y se aplicarán descuentos del 50% para los estudiantes y ciudadanos de oro con carné.