Berlín, 24 jun (EFE).- -El cineasta alemán Win Wenders se llevó hoy el aplauso del público en su debut operístico con “Les pêcheurs de perles”, de la mano del músico argentino-israelí Daniel Barenboim, que, con la Staatskapelle de Berlín, dirigía por primera vez esta obra de George Bizet.
Wenders utiliza un escenario completamente vacío de decorado para trasladar al espectador– como ya había adelantado en rueda de prensa- “a una gran playa” construida a partir de proyecciones de vídeo sobre una pantalla traslúcida, detrás de la cual sitúa al coro y a los protagonistas, y un estudiado juego de luces.
De esta manera, el escenario cobra una dimensión totalmente nueva y gana, además, movimiento, con primeros planos del mar, del cielo, de las nubes y de las estrellas, y la luz del amanecer, del día, del anochecer, así como la oscuridad de la noche.
Para reproducir los episodios del pasado necesarios para contextualizar la trama, y que en el libreto sólo aparecen como recuerdo verbal, Wenders recurre a medios cinematográficos a modo de “flashbacks” proyectados sobre la pantalla.
Wenders -con filmes en su currículum como “París, Texas”, “Cielo sobre Berlín”, “Buena Vista Social Club” y “Pina” y tres nominaciones al Óscar- jugaba quizás con ventaja en su debut como director escénico de una ópera al elegir “Les pêcheurs de perles”, estrenada en 1863 y programada en raras ocasiones, relegada a un segundo plano por la fama de la exitosa “Carmen”.
“No tengo con qué comparar, porque sólo la he visto una vez, en versión concierto. Así que, o me gusta o no me gusta”, comentaba una espectadora sobre la puesta en escena del cineasta poco antes de abrirse el telón.
Wenders tuvo un primer acercamiento a la ópera en 2011, cuando el Festival Richard Wagner de Bayreuth le contactó para que pusiera en escena el “Anillo del Nibelungo” que debía representarse dos años después, pero el proyecto no llegó a completarse, por razones no aclaradas.
Finalmente, hoy llegó su debut, y gustó, al menos a juzgar por los aplausos del público, aunque fue la soprano Olga Peretyatko-Mariotti, en el papel de Leïla, quien brilló por encima de todos y compartió la mayor y más sonora ovación junto con Barenboim y la Staatskapelle.
Imponente fue su interpretación, como también la del barítono Gyula Orendt, en el papel de Zurga, mientras que el tenor Francesco Demuro, quien encarnó a Nadir, estuvo algo flojo y en ocasiones poco afinado, aunque pareció convencer al público, al igual que lo hizo un magnífico coro de pescadores de la Staatsoper de Berlín.
La trama de “Les pechêurs de perles”, ópera en tres actos que escribió Bizet con 25 años, transcurre en Ceilán (Sri Lanka), y trata de dos amigos, Nadir y Zurga, en su día enamorados de la misma mujer, Leïla, y que por no poner en peligro su amistad, juran renunciar a su amor hacia ella.
Muchos años más tarde, ambos amigos se reencuentran y cuando reaparece Leïla, sacerdotisa, se crea un triángulo peligroso y el amor, los celos y el odio amenazan con poner fin a la amistad. EFE