Evelyn Navas Abdulkadir, entrevista exclusiva para Venezuela Sinfónica.
Luis Eduardo Parada Perozo es de Barinas, de una familia humilde que enfrentó la adversidad con la pérdida de una hermana a corta edad. Cuando tenía meses de nacido le diagnostican una enfermedad mortal en la sangre y su mamá -Carmen Perozo- para no cargar con un mayor pesar en su conciencia se lo trae a Caracas para intentar salvarlo, sin saber que seguir el consejo de una señora le rendiría grandes frutos: -Mija, vaya y rézele al Nazareno de San Pablo, que hace milagros. Carmen y su esposo le prometieron al Cristo que lo llevarían a la Misa en su honor al año siguiente y con la total recuperación del bebé, no sólo cumplieron la promesa un año, ya van 17 y seguirán contando.
Hoy es el propio Luis quien les recuerda que no se comprometan un domingo para ir a misa en la Basílica de Santa Teresa. Su fe es profunda y fue en ese ‘pago de promesa’ que se encontró con el instrumento musical de su vida. Desde muy pequeño recuerda cómo el órgano le cautivó con ese sonido potente y envolvente que plena toda la iglesia, al igual que la voz del organista, el maestro D’Angelo, quien acompañaba a los feligreses con los himnos y canciones propias de la tradición cristiana.
Con el deseo de servir a El Nazareno, Luis comienza como monaguillo bajo la tutela de Monseñor Adán Ramírez y luego pasó a ser maestro de ceremonias. En un miércoles de ceniza oye el Popule Meus de José Ángel Lamas interpretado por D’Angelo y fue tan trascendente ese momento, que utilizó todas sus influencias para conocerlo y así comenzó su instrucción como aprendiz. “Incluso grabé todas sus piezas porque la idea era que se convirtieran en un CD, ahora estudio con esa grabación. El Maestro D’Angelo me enseñó más allá de la técnica, la verdadera espiritualidad del órgano. Incluso me legó sus partituras y allí encontré sus escritos que me revelaron que era un hombre de profunda fe. Realmente fue un santo”.
Por 50 años el maestro D’Angelo subía con gran entusiasmo los 36 escalones para llegar al órgano a diario: “A sus 80 años los subía con gran jovialidad y realmente lo hacía por amor. No sólo me enseñó de música, también de política, de relaciones y familia. Era un hombre comprometido con su fe y devoción por Dios a través de El Nazareno. Mientras estuvo enfermo estuve tocando, pero al morir le consulté a Monseñor Adán Ramírez si podía seguir tocando el órgano y me dijeron que sí”.
Cuenta Luis Eduardo Parada que fue un tiempo duro para él: “Imagínate, aunque trabajé con el maestro D’Angelo casi 3 años, era como si lo conociera de toda la vida, lo oía desde niño. Pero en La Minerva, la procesión al Santísimo Sacramento el órgano debía seguir y el Vicario me dio autorización para ejecutarlo”. Aclara que no es el titular porque no es organista profesional, es un aprendiz y actualmente estudia bajo la tutela de los maestros Pablo Castellanos y Doménico Lombardi, por obra de El Nazareno, que lo inspiró a conseguir ayuda profesional para ejecutar este órgano tubular Cavaillé-Coll, uno de los seis que quedan en Caracas. Cuenta con 133 años de existencia y cabe destacar que desde 1980 fue declarado Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
Acatando la voz del Espíritu Santo
Un día Luis Parada se vistió formalmente y se dispuso a visitar al Maestro José Antonio Abreu. No estaba en su despacho, pero igual le atendieron y lo refirieron al Conservatorio Simón Bolívar. Aunque no dejó esa idea de lado: “Volví a insistir, y ese día si estaba, le preguntaron si podía atenderme porque tenía una visita de unos músicos franceses y yo creo que fue el Espíritu Santo que nos iluminó a los dos. Muy amablemente oyó mi historia y le conté que tenía interés en mantener viva la tradición del órgano tubular de la Basílica de Santa Teresa, una tradición que el pueblo ama y ejerce con fervor año tras año y me dijo que era fiel creyente, que me iba a ayudar para tener el honor de tocarle al Nazareno de San Pablo en esta misma Semana Santa”.
El Maestro Abreu fue diligente y allí mismo con un par de llamadas telefónicas le agendó clases con Pablo Castellanos y Doménico Lombardi. Luis recuerda que le dijo: “Te voy a ayudar porque no viniste para pedirme ser famoso, sino para tocarle música a Dios”. Este joven de tan sólo 18 años está inmensamente agradecido porque ha recibido un trato musical especial para ayudarle a cumplir su sueño de tocarle al Nazareno de San Pablo.
“Lo importante es preservar la tradición del maestro D’Angelo que me enseñó que a la iglesia se venía a tocarle a Dios. Y creo que realmente tengo más de su estilo, que es mucho más tradicional, más cercano a lo que la gente está acostumbrada”, cuenta el jovencito.
Realmente el trabajo del organista en tiempos de Semana Santa es extraordinario. El miércoles santo en la Basílica de Santa Teresa se celebran 18 misas y el músico no sólo acompaña con el instrumento, también debe cantar. En esta Semana Santa se cuenta con la participación del Profesor José Betancourt como organista profesional y junto a Luis Parada, se turnaran cada 2 misas para interpretar los temas Tu Reinarás, Ave de Lourdes y el Himno Nacional en honor al Nazareno de San Pablo, amén de temas como Perdona tu Pueblo y La Dolorosa. “Aquí se ríen -dice Luis- porque el mayor de los dos tiene un estilo más jovial y fresco que yo, que soy el muchacho y es que soy un alma vieja como quien dice”. Y es que realmente, Luis Parada habla y se comporta con la compostura de un señor de antaño, con gran respeto y dignidad, lo que asombra de alguien que tan soló tenga escasamente la mayoría de edad.
Aunque estudió música de niño, lo dejó por un tiempo. Exploró con el teatro y hasta televisión. Actualmente estudia en el Conservatorio de Música Simón Bolívar y ve lecciones de piano y de órgano.
Un órgano para expresar la fe cristiana
Si le preguntan a Luis Parada por la condición del órgano, sorprende con su total experticia. El maestro D’Angelo le pasó también sus secretos para el perfecto mantenimiento del fino instrumento. “Hay que cuidarlo porque no hay organistas en el país, hay que traerlos del exterior. Se ha mantenido en buenas condiciones porque el maestro lo tocaba todos los días. Ahora yo estudio y sólo puedo los fines de semana. Es un órgano tubular Cavaillé-Coll de 1885 y como sello de marca destaca por la potencia de sus bajos. Su sonido llena la iglesia completa. La consola, los teclados y el registro, todo está en buenas condiciones y tiene un motor eléctrico. En el día de El Nazareno se toca con toda la registración para que la gente que viene a la misa -hasta 4 mil personas por misa- puedan oír y sentir al órgano”.
Como fiel practicante de la devoción a El Nazareno, Luis Parada revela que esas misas de miércoles santos son únicas: “Incluso viene gente de otros países, recién vino un señor de Málaga, España con sus atuendos de promesero”.
El maestro D’Angelo le preguntó a Luis Parada una vez que era la música: “Le respondí con una generalidad y me dijo algo que nunca voy a olvidar: ‘La música es el arte de combinar los sonidos agradables a nuestros oídos, lo que no es agradable a nuestros oídos no es música’. Es un concepto bastante completo de algo tan abstracto y sublime, difícil de definir”. Y gracias al Espíritu Santo y a El Nazareno de San Pablo que iluminaron los corazones de estos músicos y profesores para seguir dándole vida a un instrumento único en su especie, que nos llena el alma y nos acerca a Dios.