El País.com | Por: Daniel Verdú
Todavía faltan cinco años para que veamos a un nuevo director titular subido al podio de la Philharmonie. Hasta entonces, Sir Simon Rattle es el dueño indiscutible de esa plaza. Pero ya anunció hace algunos meses que le dejaba, que como dice la canción de los Beatles tenía dudas de si le necesitarían con 64 años (la edad que tendrá cuando abandone la dirección de la que para muchos es la mejor orquesta del mundo). “Estoy muy lejos de ser el presidente de EE UU, pero en 16 años habría hecho ya cuatro mandatos. Esto ya es más que suficiente. Echaré muchísimo de menos a la orquesta. Pero es mejor irse demasiado pronto que demasiado tarde”, explicó en la rueda de prensa de la Filarmónica de Berlín en Madrid la semana pasada. Dicho eso, y teniendo en cuenta el particular y democrático funcionamiento de los Berliner, ya han comenzado las quinielas. Tras su paso por Madrid, hemos podido escuchar ya algunos nombres que circulan entre los atriles de los Berliner.
Los músicos de la orquesta serán los encargados de decidir mediante estricta votación quién reemplaza a Rattle. Tras varias rondas, cuentan, se llegará a dos finalistas sobre los que establecer el debate. El plazo máximo que tienen para hacerlo es en 2015, pero la decisión podría adelantarse un poco si la cosa estuviera muy clara. Por ahora, los candidatos que más suenan entre los músicos, según cuentan ellos mismos, son la noche y el día: el alemán Christian Thielemann y el venezolano Gustavo Dudamel. El primero estaría llamado a devolver las esencias germánicas más profundas al sonido de la formación. Sin embargo, inquieta su rigidez de pensamiento sobre las obras musicales y su carácter. Gusta mucho a los músicos de mayor edad.
Dudamel, en cambio, representa todo lo contrario. Abierto y dialogante (en todo tipo de cuestiones), mucho más mediático que Thielemann (que además tiene contrato con la Dresdner Staatskapelle hasta 2019), continuaría una senda más parecida a la de Rattle. En 2018 (parece que tiene contratadas fechas con la Filarmónica hasta entonces) ya tendría 37 años y nadie podría acusarle de ser demasiado joven. Ambos tienen fantásticas valoraciones en la base de datos donde los 128 músicos de la orquesta puntúan a los directores invitados cada vez que pasan por la Philharmonie -un sistema que determina también quienes vuelven y quienes se quedan en anécdota-.
Es difícil imaginar que alguien rechace una propuesta de este tipo –Carlos Klieiber lo hizo cuando le propusieron suceder en Berlín a Karajan-, pero sí conviene calibrar las fechas de los contratos y la edad de los aspirantes. Nunca se puede descartar a Daniel Barenboim, que ya se disputó con Rattle en 2000 el podio de la Philharmonie y que encontraría un fantástico colofón a su impresionante carrera. Aunque por esas fechas tendrá 74 años. Otros nombres bien situados son Andriss Nelsons o Paavo Järvi. Pero ahora mismo, como decía uno de los músicos de la orquesta estos días, “está todo muy abierto”.