Vía: elnuevoherald.com | Por Daniel Fernández
Con dos obras monumentales de Brahms conquistó nuevos lauros la Miami Symphony (MISO), con su director Eduardo Marturet, en el concierto Double Brahms ofrecido el domingo 2 de marzo en el Knight Concert Hall del Arsht Center.
Primero el Doble concierto para violín, cello y orquesta, op. 102, que contó con Daniel Andai y Brian Manker como solistas. Andai, concertino de la orquesta, ha ido perfeccionando su arte y su talento hasta llegar a convertirse en un brillante solista. Una muestra más de cuánto talento musical produce esta ciudad. Su exquisita interpretación de este concierto merece conservarse en una grabación. De igual manera, Manker, primer chelo de la Montreal Symphony Orchestra, ofreció una muy aplaudida muestra de su excelencia en su instrumento.
Este doble concierto, que hace décadas contaba con merecida popularidad en las salas de concierto se ha vuelto inmerecidamente infrecuente, pues dentro de la obra de Brahms es uno de los que presenta mayores atractivos para el gran público, en especial su intenso primer movimiento con tantas muestras de “bravura” para los solistas. También el movimiento final: Vivace non troppo, ofrece a la orquesta la oportunidad de lucirse con su espectacular uso de los metales y la tensión entre percusión y cuerdas. El público ovacionó largamente al final y los solistas regalaron como encore una Passacaglia de Handel en transcripción de Halvorsen.
La segunda parte de la noche estuvo dedicada por completo a la Sinfonía no. 2, en re mayor, op 73, que Marturet dedicó a la situación en su país natal, Venezuela. Recordó que esta sinfonía significaba para su autor el descubrimiento de su propio lenguaje, la libertad que le permitía ser él mismo, dejando detrás influencias, y con ese valor simbólico quería dedicarla a Venezuela. La idea fue acogida con grandes aplausos por el público en su mayoría hispanos y entre el que abundaban muchos nacidos en ese país. Y sin duda fue un sentido homenaje a la lucha libertaria que encarnan las manifestaciones populares en ese país. La música, en definitiva, es de todas partes, y el drama, la pasión y hasta el respiro apacible del Adagio non troppo, de esta enorme sinfonía sirvieron para llevar al corazón de los asistentes un sentimiento cada día más escaso: la solidaridad.
Después del palpitante final, el público aplaudió largamente de pie. Marturet salió a saludar tres veces, pero dejó la noche ahí, con un gran aplauso para Brahms que tenía también algo de aplauso para ese hermoso país que es Venezuela.•
El próximo concierto de la Miami Symphony, ‘Double Basses’, será el 5 de abril, en el Wertheim de FIU, y el 6, en el South Miami-Dade Cultural Center. Entradas: (305) 275-5666, www.themiso.org.