La soprano reedita el himno que grabó con el músico para los Juegos Olímpicos del 92
La soprano Montserrat Caballé aún se emociona cuando escucha Barcelona, el himno que grabó con Freddy Mercurypara los JJ.OO. del 92, y que ahora, convertido ya en un clásico, se reedita 25 años después en una versión orquestada que, según dice la diva, era la que el llorado cantante de Queen deseaba.
El próximo martes 4 de septiembre, un día antes de que Mercury -fallecido de sida en noviembre de 1991- hubiera cumplido 66 años, sale al mercado la edición especial del álbum Barcelona (Island Records) que contiene esta composición, elegida por el Comité Olímpico Español como himno de los Juegos, que se convirtió en un éxito planetario (vendió un millón de copias) y que unió a dos artistas, a priori, de registros tan dispares.
Caballé explica en una entrevista a Efe que Mercury siempre había querido cantar con ella tras escucharle actuar en la Royal Opera House de Londres a principios de los ochenta y combinar así sus dos pasiones, el rock y la ópera, por lo que pidió a su manager que hiciera lo posible para conseguir un encuentro.
La soprano rememora que éste se produjo finalmente en el Ritz de Barcelona.
“Cuando lo conocí y se puso al piano a improvisar, me di cuenta de que estaba ante un músico, no de alguien que utiliza la claqueta tac-tac-tac…”, explica la cantante sobre aquella cita en la que Mercury instaló un impresionante equipo en el hotel para interpretar en falsete, intentando imitar la voz de soprano, Exercises in free love (tema que aparece en la reedición cantado originalmente por Freddy).
La interpretación convenció a Caballé de tal modo que acordó verse de nuevo en Londres con el vocalista de Queen para hacer una maqueta. Aquello fue la génesis del Barcelona que presentaron al entonces alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall y el COE.
“Les gustó muchísimo y nos dijeron inmediatamente que sí”, afirma la soprano, a quien el alcalde había invitado a cantar un himno para animar a la juventud a que acudiera a Barcelona.
El objetivo era componer todo un disco, pero la apretada agenda de ambos, hizo que sólo pudieran trabajar en los pocos huecos que les quedaban durante las giras.
“Tardamos un año y medio en hacer el álbum, lo que en el fondo nos fue bien porque nos daba tiempo a reescuchar lo que habíamos hecho”, rememora Caballé.
A los problemas para cuadrar la agenda se sumó la enfermedad del cantante. “Freddy estaba enfermo y me lo dijo. Entonces tuvimos la oportunidad de crear canciones en las que todas tienen significado. Aún me emociono porque estábamos haciendo algo muy especial y eso no pasa a menudo, no siempre tienes la suerte de cantar con alguien que se va, que lo sabe, y estar interpretando con él su último adiós, es algo verdaderamente especial”.
La soprano remarca que, precisamente por “ese sentimiento” entre ambos, unir sus dos registros vocales, no fue nada complicado.
“Además era una persona muy sencilla. No tenía nada que ver con lo que se veía en el escenario cuando cantaba con Queen. Teníamos un vínculo muy grande en los sentimientos religiosos. Yo soy creyente y él hablaba de Dios, me decía: “‘no importa qué camino y qué nombres toma, pero Dios sólo hay uno’ y yo estaba de acuerdo con él”.
En la reedición del disco (que se lanza en LP, CD, una versión de lujo que incluye el documental The Great Pretender y en descarga digital) los arreglos originales realizados con teclado electrónico de Mercury y Mike Morgan han sido sustituidos por la Orquesta Filarmónica de Praga con la colaboración del productor y arreglista Stuart Morley y el ingeniero de sonido de Queen, Kris Frediksson.
“Él siempre lo quiso hacer con orquesta pero no pudo ser porque no tuvimos tiempo, pero sin duda, si es que está en algún sitio, será feliz de ver que su sueño se ha logrado”.
La actuación de Mercury y Caballé tenía que ser uno de los momentos estelares de la ceremonia de apertura de los Juegos del 92 Barcelona pero la muerte del cantante, ocho meses antes, impidió que se produjera el esperado momento. De hecho, Barcelona fue el último álbum en solitario del cantante.
“Freddy falleció unos meses antes y se buscó otra canción y se eligió Amigos para siempre, que cantó José Carreras y que verdaderamente es preciosa, pero no tiene nada que ver con el himno. Por eso una de las cláusulas de la alcaldía es que las conexiones con las televisiones de todo el mundo para las retransmisiones tenía que ser con Barcelona, y así fue”, afirma orgullosa.