Vía: musicadecomedia.wordpress.com
A medida que avanzaba el siglo XX el vals, como baile, fue perdiendo el preeminente lugar del que hasta entonces había disfrutado en favor de otros ritmos que llegaban de Estados Unidos. Ello no significó, ni mucho menos, su ocaso. Siguió presente en la ópera, en la opereta, en el teatro musical y en la música sinfónica en general. Más tarde, lo abrazó también la música pop-rock. Take This Waltz (1988), la bella canción de Leonard Cohen, es una ejemplar muestra de ello. No es de estos valses, sin embargo, de los que vamos a ocuparnos. Siguiendo las pautas que establecimos en la entrada “Cinco valses (siglo XIX)” –esta es una continuación de aquella y una más de la serie “Cinco…”– los que incluimos son todos valses sinfónicos, o valses para concierto.
Vamos ya con los cinco que hemos seleccionado ordenados cronológicamente, pues no sabría con cuál quedarme si tuviera que elegir. Lo cierto es que con todos ellos y con algunos más. El primero, de 1902, es de Franz Lehár, quien además de las operetas, que le hicieron famoso, compuso sonatas, poemas sinfónicos, marchas y algunos valses. Gold und Silber (Oro y Plata) pude que sea el más popular. Lo escribió para el baile Oro y Plata de la princesa Metternich. Gold und Silber no deja de ser un clásico vals vienés, pero en cierto modo presagia ese tiempo que suele denominase con la expresión francesa fin-de-siècle durante el cual se sentaron las bases que llevaron al final de la Belle Époque. La versión que insertamos corre a cargo de Orquesta Sinfónica de Viena, dirigida por Vladimir Fedoseyev, en un concierto celebrado el 9 de mayo de 1998 en el Musikverein de la capital austriaca.
Valse triste (Vals triste) fue compuesto por Jean Sibelius en un principio como parte de la música incidental para la obra de teatro Kuolema (Muerte) de su cuñado Arvid Järnefelt en 1903, aunque es mucho más conocida como pieza de concierto. Ahora bien, la versión que conocemos es resultado de la fusión que, en 1906, llevó a cabo el propio Sibelius de los números 2 y 3 de la mencionada obra. Lo escuchamos por la Orquesta Sinfónica Nacional de Dinamarca dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos en el concierto celebrado en el Carnegie Hall de Nueva York en 2011.
También como música incidental, en este caso para la producción de la obra de teatro de Mijaíl Lérmontov Masquerade (1835) –que se estrenó en 1941 en el Teatro Vakhtangov de Moscú–, compuso Aram Khachaturian este hermoso vals del mismo título con el que se abría la obra. En 1944 Khachaturian seleccionó cinco de sus movimientos con los que conformó la suite que tituló del mismo modo y cuyo primer movimiento era el mencionado vals. La versión que escuchamos corre a cargo de la Orquesta de Cámara de Moscú, bajo la batuta de Constantine Orbelian, en un concierto que tuvo lugar en la capital rusa en 2004.
Uno de los más famosos valses del siglo XX es el Vals número 2 de Dmitri Shostakovich, sobre todo desde que Stanley Kubrick lo incluyera en la banda sonora de la película Eyes Wide Shut (1999). Suele citarse como parte de la Suite para orquesta de jazz n.º 2 (1938), pero no es así. En realidad corresponde la Suite para orquesta variada, compuesta en 1956. Es Riccardo Chailly quien conduce a la Orquesta Filarmónica de Berlín durante el concierto anual que esta celebra todos los años en el Berliner Waldbühne (Teatro del Bosque de Berlín) como cierre de la temporada, en este caso la de 2010-2011.
Finalizamos con un vals de Leonard Bernstein, breve, de de poco más de dos minutos, pero inmenso, como toda su producción. Forma parte de su obra –es su segundo movimiento–, de 14 minutos de duración, Divertimento para orquesta, que compuso en 1980 para conmemorar el centenario de la Orquesta Sinfónica de Boston. Lo escuchamos por la Orquesta Sinfónica de Israel, dirigida por el propio Bernstein, en un concierto de 1982.