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La música puede actuar sobre las personas, despertando sentimientos de emoción, energía, capacidad de evocación y belleza, dependiendo del tipo de música y del momento psicológico en que la escuchemos.
Por SERAFINA POCH (MUSICOTERAPEUTA) | Vía: ideasana.fundacioneroski.es
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A los niños puede ayudarles en su aprendizaje y a desarrollar la memoria y su creatividad.
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La música es de una importancia capital para el niño, porque es la única de las Bellas Artes que afecta al ser humano desde antes de nacer. Está comprobado científicamente que el niño, en el claustro materno, reacciona al sonido desde el quinto mes. Asimismo, las emociones de la madre repercuten en su hijo.
Por otro lado, la música es el lenguaje de nuestra afectividad. La música en sí no significa nada concreto. Es una forma de lenguaje simbólico. El significado se lo da cada oyente o ejecutante, y puede expresar su estado emocional. Transferimos a la música nuestras vivencias, nuestras emociones, nuestros recuerdos.
Se ha comprobado que todos los niños, de entre 1 y 3 años, responden positivamente a la música melódica y rítmica, pero no a la disonante. El niño de entre uno y dos años, reconoce melodías y algunos pueden reproducir notas o intervalos y cantarlos correctamente. Entre los dos y los cuatro años se produce un gran avance en el canto. Los de cuatro años cantan mejor que los de tres, pero éstos se ajustan más al tono.
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El mejor modo de hacer que un niño pequeño perciba y se emocione con la música es hacerle escuchar melodías llenas de emoción, a su nivel, en las que el ritmo no sobresalga sobre la melodía. Nunca hay que iniciar a los niños a la música empezando por el ritmo, sino por la melodía y por la armonía. De lo contrario mecanizamos al niño y, sin querer, le privaremos de la vivencia mágica del descubrimiento de la música.
La iniciación al ritmo –la parte matemática de la música– ha de nacer de un modo espontáneo, nunca impuesto, ni ha de constituir una serie de ejercicios aburridos. Aburrimiento, jamás. Ha de ser un juego. Y éste será el mejor modo de iniciarlo en las matemáticas.
El canto: nunca forzar las voces. Hacer que fluyan según sus posibilidades, pero sí iniciarles a la expresión de lo que cantan y también, por ello, a modular. Es la mejor iniciación al autocontrol, sin imposición.
El primer juguete que debería tener un niño es un piano, una lira –de juguete–, un piano electrónico. Antes de aprender a tocar un instrumento, es indispensable que el niño improvise, que exprese cuanto quiera y como quiera lo que siente. Todos, pequeños, mayores y ancianos, deberían improvisar en un instrumento musical lo sienten y desean, lo que no pueden expresar con palabras.
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¿Cómo influye la música en las personas?
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La música influye en las personas, sirviendo como estímulo de numerosas emociones y funciones orgánicas. Para que este efecto se dé, la música que se escuche debe cumplir ciertos requisitos: que guste al oyente, que le emocione y que las circunstancias que se den, durante la escucha, sean las adecuadas.
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- Afecta a la bioquímica del cuerpo, acelerando o ralentizando todas las funciones orgánicas. También actúa sobre nuestro sistema nervioso central pudiendo provocar efectos sedantes, estimulantes, deprimentes, alegres, etc.
- La música facilita el proceso de aprendizaje porque activa un enorme número de neuronas. El contrapunto ayuda a desarrollar la inteligencia porque fuerza a seguir diversos razonamientos a la vez, las voces o melodías de la composición musical.
- Puede despertar, evocar, provocar y fortalecer cualquier tipo de emoción.
- Puede provocar la expresión de uno mismo.
- Puede iniciar a los niños en la reflexión, y a transformar su pensamiento pre-lógico en lógico, preservando su creatividad.
- Puede estimular la imaginación y ayudar a desarrollar la creatividad.
- Puede ayudar a desarrollar la memoria, el sentido del orden, la capacidad de atención sostenida y del análisis.
- Puede ser una fuente de placer semejante al juego, debido a la constante variación de los sonidos musicales.
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Formación musical
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“Animo a los padres a contagiar a sus hijos las maravillas que encierra la música clásica”
Fernando Argenta
Director y presentador del programa de TVE ‘El Conciertazo’
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La música es una formación esencial para el equilibrio emocional. Esta formación es primordial tanto para los niños que quieran ser músicos como para los demás. La formación musical debería realizarse de acuerdo con la edad, de un modo en que prime la creatividad, la expresión libre, el aprendizaje atractivo y fácil. Que el niño aprenda porque sienta la necesidad de hacerlo, nunca por imposición. Pero ésto depende, en parte, del modo de enseñar. Es indispensable tener en cuenta sus gustos musicales, sus primeros recuerdos, sus preferencias etcétera.
El profesor de música también puede recoger esta información, que puede ser positiva –cualidades del niño– o negativa –posibles problemas de comportamiento, de estado de ánimo–. Esta información puede ser muy útil y debe transmitirla al profesor del niño y a los padres. La Dra. Serafina Poch Blasco, es musicoterapeuta Registrada y autora del libro “Compendio de Musicoterapia”.-Vol. I (1999, 2002), Vol. II (1999).- Editorial Herder, Barcelona.
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Yo soy de los que piensan que, en general, no hay niños más o menos predispuestos para una determinada actividad, sino que en esa disposición influye muchísimo, en primer lugar, el buen ambiente familiar, y en segundo, la educación que reciben en el colegio. Así, podemos comprobar como tantos toreros han tenido un padre torero, o padres aficionados a los toros. Y eso se puede aplicar al deporte, a la medicina, a la arquitectura, a otras profesiones, o al arte en general. Es difícil que un niño que no ve a su padres leer o que en su casa no suene la música clásica, pueda luego disfrutar él con la lectura o escuchando la música de los grandes compositores clásicos.
Creo sinceramente que no se trata tanto de que ese chaval salga luego escritor o músico, como de que pueda simplemente descubrir el inmenso placer que conlleva cualquier rama del arte y penetrar en ese mundo fascinante que le va a enriquecer intelectualmente. No cabe la menor duda de que es importante el colegio y las enseñanzas que allí se pueden impartir, y que un buen profesor, o un buen ambiente de civismo entre los compañeros son importantísimos en la formación de cualquier persona, como lo atestigua, por ejemplo, esta carta de Albert Camus a un antiguo profesor suyo:
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“Querido señor Bernard: esperé que se apagara un poco el ruido que ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande (el Nobel de Literatura) que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que atendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto (…). Su trabajo y el corazón generoso que puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares que, pese a los años, no ha dejado de ser tu alumno agradecido”.
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Así que Camus pensó primero en su madre y después en su profesor, y ahí es donde tenemos las dos claves, y por ese orden: la educación en casa y en el colegio. Por lo tanto yo, más que animar a los niños, animo a sus padres para que ellos prediquen con el ejemplo, tanto en cuanto al cariño que le pueden dar a sus hijos como al buen ambiente familiar, como, en el caso de la música clásica, al entusiasmo o interés que pueden contagiarles por la maravilla que encierra esa música.
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