Francisco José García Verdú | a sus 19 años atesora 23 premios y ha compuesto 17 obras. El domingo actúa en el ADDA y las entradas hace tiempo que están agotadas
Vía: www.laverdad.es | Por LOLA TORRENT | ALICANTE
En su blog profesional hay colgado un vídeo de Francisco José García Verdú ( Elche, 1996) con dos años de edad. En la grabación su tía le pregunta qué quiere ser de mayor y él, que apenas sabía decir unas cuantas palabras, pone sus dos manos sobre el suelo de la habitación y empieza a mover los dedos como si hubiera un teclado. «¿Pianista?», se le pregunta. Y él responde con convicción: «¡Sí!». En la actualidad tiene 19 años y un curriculum plagado de premios y conciertos, muchos de ellos como solista de música clásica.
-¿De dónde cree que proviene esa pasión por el piano?
– No sabría decirlo. Es una iniciativa personal mía. En mi familia nadie se dedica a la música. El único soy yo. Pero lo cierto es que mi madre me cuenta que con cinco años les dije que quería un piano. Confió en mí y esas navidades me regalaron un teclado. Pero a los seis años le dije :«Quiero un piano de cola. Cuando tengas dinero me gustaría que me lo compraras». Y lo hizo. Es el que tengo en casa y con el que ensayo a diario. Ha habido que hacer algunos cambios en él pero sigue siendo el mismo.
– Con 8 años ganó el Premio Revelación Comunidad Valenciana en el concurso ‘Veo Veo’ de la Fundación Teresa Rabal y un año después recibió el primer premio nacional. Apenas le llegarían los pies al suelo…
– Era muy pequeño. No me llegaban. Me sentaba en el taburete y recuerdo cómo los pies se balanceaban en el aire. Costaba llegar a los pedales.
– ¿ Cuánto tiempo dedica a ensayar?
– Lo ideal son ocho horas diarias. Pero con las clases del Conservatorio Oscar Esplá -donde curso 4º Grado Superior- entre semana puedo ensayar en casa de cinco de la tarde a nueve de la noche y los sábados y domingos dedicó unas horas por la mañana, normalmente desde las nueve hasta las dos. El piano ha sonado todos los dias en mi casa desde siempre. Desde pequeño he sido muy metódico, muy disciplinado. Y eso me ha dado un crecimiento personal y como músico brutal. Con mi piano tengo una vinculación muy grande. Y con los años se ha ido transformando conmigo. No suena igual ahora que cuando tenía 12 años. Esta es una profesión que, por un lado, requiere un ensayo asiduo, diario, pero no basta con echar muchas horas, eso es su faceta deportiva. También está la propia emoción, la espiritualidad. Ese sello personal es lo que te convierte en artista. La música empieza en el interior y sale a través del instrumento. Es una herramienta de la cretividad y la imaginación. Yo sería músico sin ser pianista. El instrumento que eliges es el medio de expresión.
– ¿Afirma que la práctica del piano tiene una faceta deportiva?
– Sí, la tiene. Con 12 años, mientras cursaba estudios en Murcia en la Escuela Sergey Rachmaninov, mi profesora Tamara Haratyunyan me instó a que hiciera ejercicio físico para fortalecer la musculatura y poder aguantar el ritmo de los ensayos que requiere dedicarte al piano. Y me recomendó que hiciera natación por tratarse de un deporte muy completo. Desde entonces nado. Sin practicar un deporte no puedes aguantar ensayos diarios de ocho horas. Yo lo comparo con lo que hacen los monjes del Himalaya. No pueden meditar tantas horas sin estar preparados físicamente. Se atrofiarían.
– A sus 19 años has dado tantos conciertos que es difícil hacer una relación de todos ellos. Entre ellos en lugares como la ‘Royal Academy of Music’ de Londres, El Palau de la Música de Valencia, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid o el Auditorio de Música del Liceo en Barcelona. ¿ Dónde le haría ilusión tocar y con quién?
– Me gustaría mucho tocar en el Royal Albert Hall de Londres. Estuve tres años allí estudiando y me fascinaba cada vez que lo veía. También me haría ilusión actuar en el Carnegie Hall de Nueva York o la Sala de Concietos de Moscú. Y si pienso con quién me gustaría tocar me viene a la cabeza la Orquesta Filarmónica de Berlín o de Viena y como directores, con Andras Schiff y Daniel Barenboim, por poner algún ejemplo.
– ¿ Qué pianistas le han servido o le sirven como modelo?
– La verdad es que ninguno en particular. Cuando toco y escucho música es la emoción la que me guía. Establezco una conexión entre la música como emoción y lo escrito en las partituras por el compositor
-¿ Cree que se apoya el talento musical joven en España?
– En mi caso me he sentido apoyado siempre por todos. No me ha faltado apoyo de ningún tipo. He recibido becas de diferentes instituciones, entre ellas del Ministerio de Cultura. Son cosas que consigues con méritos y esfuerzo, que son dos factores muy importantes. Si te gusta de verdad, no es una profesión difícil. Y para mí es un gozo tocar. Disfruto mucho.
-¿ Hay algún concierto que recuerde de una manera especial?
– Para mí todos han sido especiales. Me vienen en especial a la cabeza los concursos a los que me he presentado por la emoción que conllevan y ese desasosiego que tienes hasta escuchar el veredicto. Los conciertos son diferentes. Sientes más libertad, menos presión, aunque la música sigue siendo la misma. Guardo un grato recuerdo del último. Actué en el Palacio Cibeles de Madrid en noviembre. Llovía, la luz era tenue y era un espacio reducido. Me gusta tocar en sitios pequeños, auditorios para 50 o 100 personas. Noto más la cercanía del público. Y me encanta esa conexión.