MARÍA GABRIELA FERNÁNDEZ B. | EL UNIVERSAL
Caía la última noche de abril y, en aquella oscuridad de 1975, 82 músicos entraron en fila hacia el patio interno de la Casa Amarilla, sede de la Cancillería de Venezuela. El calor les sofocaba bajo sus chaquetas negras, y se ubicaron, nerviosos, en cada silla metálica dispuesta sobre el cemento. Tras percibir que el lugar estaba repleto, dirigieron la mirada hacia las manos y el rostro del que era su director: Un hombre delgado de 36 años llamado José Antonio Abreu.
Había pasado un poco más de dos meses desde la fecha en la que 11 de aquellos instrumentistas acudieron el 12 de febrero a un garaje en Caracas, acondicionado con 50 atriles, para celebrar su primer ensayo.
En ese lapso fueron sumándose músicos de otros estados que viajaban una o dos veces a la semana para incluir sus talentos al sueño musical y social que les proponía Abreu. Uno de ellos fue el valenciano Eduardo Salazar, quien tenía 27 años cuando aceptó incorporar su clarinete a la naciente orquesta.
Al recordar el concierto de la Cancillería, Salazar cuenta haber tocado durante más de una hora para los diplomáticos. Dice que se hallaba inquieto, pero que lo motivaba el discurso que Abreu había dado tras bastidores: “El maestro nos pidió que diéramos una muestra de juventud robusta esa noche, y hasta nos alentó a tener en la mente, como un ideal, a la Orquesta Filarmónica de Berlín”.
Durante ese encuentro que fue vitrina y delirio, presentaron un exigente repertorio (con piezas de Vivaldi, Haendel, Bach y Mozart) que concluyó con el Himno Nacional.
Aquella vez, narra Salazar, mostraron tal técnica que fue suficiente para abrirles rumbos hacia sus primeras presentaciones internacionales, realizadas ese mismo año en México y Colombia. Sin embargo, admite que, en el momento, “era difícil imaginarse el tamaño que tomaría ese sueño incipiente, el proceso multiplicador que estábamos iniciando”.
Ahora, en 2015, cuando se cumple el 40 aniversario de la fundación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela, el legado está más claro en términos de calidad y alcance. El nivel musical logrado por sus miembros les condujo a participar con éxito en prestigiosos eventos internacionales (como la inauguración del Festival de Salzburgo, Austria, en 2013) y ha llevado a sus egresados a dirigir a grupos que son referentes de la mejor música académica (como ocurrió con Gustavo Dudamel y la Filarmónica de Berlín, en 2012). El enfoque social, impulsado en cada sede de los 24 estados del país, también ha sido apreciado, premiado y repetido en 30 países de los cinco continentes.
La conquista
Cifras oficiales revelan que El Sistema, perteneciente a la Fundación Simón Bolívar, ha tenido un crecimiento espectacular en Venezuela: lo que fue el sueño de 12 hombres en un garaje se transformó en un programa que cuenta en la actualidad con 416 núcleos y 1.340 módulos en todo el territorio nacional, donde se les brinda instrucción musical a 623.000 niños y adolescentes, que se alejan, de esta forma, de un entorno de violencia.
En una entrevista otorgada a El Universal en 2013, el maestro José Antonio Abreu aseguró que El Sistema “ha democratizado la música en todos los sentidos”.
Esta visión, que se ha materializado en la creación de 1.210 orquestas y 372 coros juveniles e infantiles, le ha valido a la institución y a su creador reconocimientos mundiales como el Premio Internacional de Música IMC-Unesco en la clase de Institución, en 1993; el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 2008, o el Premio de Música Polar, conocido como el Nobel de la música clásica, en 2009.
La celebración
Dudamel, quien es director musical de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar desde 1999, declaró que el arribo a los 40 años de El Sistema se traduce en un “compromiso para multiplicar en el continente y el mundo este símbolo de paz donde no sólo priva la calidad musical, sino también la diferencia de edades y orígenes”.
Anunció que el aniversario será celebrado durante todo el año con actividades que iniciaron con la gira por Europa de la Orquesta Simón Bolívar y que incluirán actividades en cada sede del país. “Esto es una onda que sigue creciendo, un mundo en el que yo comencé de niño como violinista y con el que todos estamos cada vez más comprometidos”.
En el programa, disponible en la página web www.fundamusical.org.ve, resalta la actividad fijada para hoy a las 11:00 am: un concierto aniversario en el que 1.500 representantes de las cuatro décadas de músicos y coralistas van a “tocar y luchar” sobre el escenario de la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño.
A sus 76 años, el maestro José Antonio Abreu verá concretado el sueño que inició con 11 instrumentistas una semana como esta, pero de 1975.