Vía: ABC.es | Escrito por Laura Riestra
Repasamos cómo ha evolucionado la especialidad de la dirección de orquesta, de marcada tradición masculina
«Cecile mueve los brazos con un gusto, una suavidad, que parece volar, que parece estar entre nubes cerca de un lugar flotante donde la dicha lo llena todo. En ese momento la música comienza a crecer, las cuerdas se elevan compactas, las trompas perfectas acompañan el nacimiento de algo que es supremo, que crece, que florece, y entonces Cecile sabe que ha ganado, que ha llegado, que es música».
Cecile es la protagonista de «Sabor a canela», una obra de José Carlos Carmona, y, en el fondo, representa una figura con la que muchas mujeres dedicadas a la música pueden sentirse identificadas. Simboliza la lucha por un sueño, el de ser directora de orquesta en un mundo, el de la música clásica, en el que tradicionalmente han sido los hombres los que han tenido las riendas y en el que, a día de hoy, todavía sigue siendo extraño ver a una mujer en el podio.Son pocas las que lo consiguen y las que lo hacen, como la reconocida Inma Shara, destacan la importancia de la constancia y de, en definitiva, luchar por una meta: «Empecé muy jovencita, a los cuatro años. Al principio fue algo que me inculcaron en mi familia, fue como una especie de juego, estuve en contacto con muchas formas artísticas pero de algún modo fue la música la que, poco a poco, fue atrapándome y lo que era un juego de mi infancia terminó siendo una forma de entender la vida y todos mis esfuerzos los canalicé por y para la música. Lo que entonces era un sueño, ahora es una realidad».
Así describe Inma Shara a ABC.es dónde está el germen de su pasión, que le ha llevado a ser de las pocas directoras que destacan en el mundo, colaborando con algunas de las mejores orquestas, tales como la London Philharmonic o la Filarmónica de Israel, y a ser la primera mujer en llevar la batuta en el Vaticano, en un concierto en el que estuvo presente el Papa Benedicto XVI en el año 2008.
La evolución de la música clásica
Con todo, su caso es una excepción. Entre los diez directores más célebres del mundo no hay ninguna mujer y el hecho de que dos de las orquestas más prestigiosas del mundo, la de Berlín y la de Viena, no hayan aceptado la integración de instrumentistas mujeres, refleja cómo en esta especialidad los avances son lentos. Pero los hay.
«Ha habido un antes y un después marcado por Herbert von Karajan. La dirección de orquesta es un arte relativamente novedoso en el sentido de que antes las orquestas no se dirigían con un hombre con una batuta, esto es algo que fue apareciendo con el paso del tiempo – es una figura casi romántica – y que tuvo su gran explosión dentro del siglo XX. Pero fue con Karajan, un verdadero visionario, con el que la figura se renovó. Supo vender su imagen, una imagen moderna, siempre con los ojos cerrados y con sus manos muy expresivas. A partir de él la figura se volvió mucho más mediática», explica a ABC.es el vicepresidente de la Asociación Española de Directores de Orquesta (AESDO), Oliver Díaz.
«Si amas algo con verdadera intensidad no ves los problemas»
Precisamente fue Karajan quien protagonizó uno de los escándalos más sonados de la Orquesta Filarmónica de Berlín, en el año 1983, cuando quiso ofrecer un contrato de prueba de un año de duración a Sabine Meyer, una clarinetista de 23 años, y sus músicos se negaron. Entonces calificativos como el de «machismo» salieron a la luz.
«Tradicionalmente, como ocurre con muchas profesiones, ha sido un mundo muy de hombres. Para bien de todos, esto ha ido cambiando aunque en el caso de la música clásica se trata de un mundo muy tradicional, por lo que va más lento, pero se está haciendo un esfuerzo importante. Hasta hace poco era extraño y difícil para las mujeres imponer esa figura de autoridad que requiere un director de orquesta pero hoy eso ha cambiado y aunque aún no están a partes iguales, ya es otra cosa», añade Díaz.
Mirar más allá del género
En este sentido, Inma Shara pone hincapié en la lucha por la meta propia más allá de todo prejuicio: «Entiendo y comparto que es un mundo muy clásico, pero también es verdad que si amas algo con verdadera intensidad no ves los problemas, ves la ilusión de estar con el público y de comunicarte con la orquesta. Nunca me ha echado para atrás el hecho de ser mujer para no ejercer esta profesión. Para mí lo más importante ha sido posicionarme como ser humano, como artista y hacer mi trabajo lo mejor posible».
Algo que está favoreciendo que esta especialidad tienda cada vez más hacia la igualdad es el hecho de que cada vez se ofrece en más sitios la posibilidad de realizar la cátedra de Dirección de Orquesta. En el caso de España, por citar algunos sitios, puede hacerse en Valencia, San Sebastián, Madrid u Oviedo, cuando hasta hace poco era menos accesible. «Las nuevas formas de especializarse también están ayudando a que se de una mayor paridad ya que antes esta profesión se estudiaba a través de una relación directa entre maestro y discípulo, que le seguía para su formación, algo que también provocaba que se viera como algo raro en el caso de que fuera una mujer», explica Díaz.
En el caso de Inma Shara, fue precisamente un profesor el que la motivó para seguir adelante con su sueño: «Fue más que un profesor, para mí fue muy importante, me decía: “Inma, yo creo que tienes que seguir esta trayectoria porque veo que tienes aptitudes que pueden ser muy beneficiosas a la hora de moverse dentro de lo que es la especialidad de la orquesta”».
Ella lo consiguió, como lo consigue de alguna manera Cecile – sin desvelar el final del libro -, siempre con la guía del amor que siente por la música: «Te atrapa. La música era mi sueño y canalicé todos mis esfuerzos en ello y casi toda mi juventud para poder estar hoy, después de doce años, en los escenarios».