En el marco del Festival Internacional de música sacra “Mogutny Bozha” (Dios Poderoso en idioma bielorruso), el director venezolano Gerardo Estrada Martínez obtuvo un resonante éxito con su versión del oratorio “El Mesías” de George Frederich Haendel, que se realizó en la Catedral de la Virgen María en la ciudad de Mogilev, al este de Bielorrusia.
Una tarde con sabor venezolano:
Antes de la interpretación del oratorio, la Embajada de Venezuela en Minsk, conjuntamente con el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, prepararon una inolvidable sorpresa para el público que llenó la iglesia aquella tarde. Desde Venezuela, el trío “Terracanto”, conformado por la soprano Xiomara Mistage, el clarinetista Juan Manuel Sánchez y el guitarrista Nestor Viloria dieron una muestra del rico acervo musical proveniente de las tradiciones populares de carácter religioso que se celebran en Venezuela, ofreciendo un repertorio conformado por fragmentos de las celebraciones de la Cruz de Mayo, San Juan Bautista, San Antonio de Padua (Tamunangue) y una selección de aguinaldos a lo divino en representación de las fiestas navideñas. El público respondió calurosamente ante la impecable interpretación de una música desconocida para ellos que llenó el ambiente de color y calor.
“Behold the lamb of God” (He aquí el cordero de Dios):
Seguidamente se dio inicio a la interpretación del oratorio en un ambiente lleno de emoción y solemnidad. La arquitectura de la iglesia, típica de los templos de Europa Oriental, proporcionó un marco magnífico, con una acústica inmejorable para la interpretación de la obra maestra del barroco.
Los solistas, Elena Makarenko (Soprano), Kseniya Rusova (Alto), Anastasiya Krichko (Contralto), Viktor Mendelev (Tenor) y Dimitriy Radevich (Bajo), cumplieron a cabalidad con su rol, destacando quizás el tenor Mendelev por su pureza de voz, indispensable para este tipo de repertorio.
El coro y la orquesta realizaron un magnífico trabajo lleno de fuerza y solemnidad, en ocasiones con dramatismo, en ocasiones con júbilo o dulzura. Según los comentarios de los presentes y de la prensa especializada, la batuta de Estrada captó la atención de los intérpretes de principio a fin, moldeando la obra según su criterio, lleno de emoción y fervor religioso.
Una tarde inolvidable, donde una vez más, los colores de nuestra Venezuela fueron dignamente representados por nuestros artistas.