Por Adrià Calatayud | Vía: .caracol.com.co
Washington, 30 abr (EFE).- “El jazz es una sopa, no una ensalada”, en la que todos los ingredientes no sólo están unos junto a otros sino que se mezclan entre ellos, según Jim Carroll, saxofonista y profesor de jazz en la universidad George Mason.
En una entrevista con Efe, Carroll, fundador del departamento de Estudios de Jazz de la George Mason, donde actualmente dirige la sección de Estudios Instrumentales, y de la Metropolitan Jazz Orchestra, de la que también lleva la batuta, defiende que el jazz, que hoy celebra su Día Internacional, “trata sobre la integración”.
“El jazz es una metáfora de la libertad y la expresión personal. Responde a esa pregunta de cómo yo puedo ser yo sin impedir que tú seas tú. Junta a la gente”, afirma el profesor de la George Mason.
A Carroll, su pasión por la música le juntó, por ejemplo, con Michael Jackson, a quien acompañó en los escenarios en varias giras internacionales, o con el saxofonista Sonny Rollins, una de las leyendas vivas del jazz.
Carroll ve en la amalgama de elementos que conforman el jazz “un mensaje muy profundo, de mucho peso, que va más allá de las letras y de las palabras”.
“La lección más importante que podemos aprender del jazz es cómo llevarnos bien los unos con los otros y cómo podemos tener una cultura global y dejar de pelearnos”, apunta.
Para el saxofonista, el jazz es un regalo de Estados Unidos al mundo que, más que una música estadounidense, se ha convertido en una forma de expresión artística universal, que nació en el país norteamericano.
“Se ha de entender que ahora que no es sólo algo estadounidense, es internacional”, incide Carroll, que añade que es “muy importante” recordar la historia y “dar crédito” a la cultura afroamericana que dio origen al jazz.
El profesor de la George Mason destaca “los sacrificios que hicieron los músicos de jazz afroamericanos y las horribles discriminaciones que sufrieron”. “Se ha de reconocer eso, pero el jazz no pertenece a nadie”, matiza.
“En los géneros del jazz pasa como con la gente: hay muchas variaciones de razas y graduaciones y puntos intermedios. El jazz cubre todo eso”, explica el músico.
Pero, ante todo, Carroll subraya que el jazz “es una sopa, no una ensalada, donde todo el mundo tiene su especia que aportar”.
En esa “sopa”, el swing, la improvisación y el “blues” son ingredientes “esenciales”, detalla Carroll, aunque siempre está abierta a nuevos componentes.
“En Estados Unidos, algunos de nuestros mejores músicos de jazz han venido de otros lugares, y todos traen consigo sus experiencias, lo que hace a la música más fuerte”, declara el saxofonista.
Porque Carroll se reconoce “entusiasmado” por la globalización del jazz, y asegura que cada cultura tiene cosas que aportar y, así, “enriquecerlo”.
“Hay grandes músicos en todas partes y continuará habiéndolos. El jazz no pertenece a ninguna raza de gente ni a ningún país a estas alturas”, subraya.
“¿Dónde está nuestro futuro? Está en una economía global, necesitamos unirnos. Los músicos de jazz ya nos hemos dado cuenta de cómo juntar cosas. No digo que tengamos todas las respuestas, pero vemos la importancia de que todo el mundo se una y tenga su lugar en la mesa”, reflexiona el fundador de la Metropolitan Jazz Orchestra.
Carroll insiste en que “todo el mundo es bienvenido en el jazz” y por eso celebra la declaración del 30 de abril como Día Internacional del Jazz, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Es maravilloso dar atención a esta forma de arte de la misma forma que las Naciones Unidas han designado algunos territorios como históricamente significativos y pueden ser disfrutados por todos”, concluye el saxofonista, que considera el jazz un “tesoro mundial”.