el-nacional.com | HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA
En Venezuela algunos vendedores apuestan por el LP como negocio en un mercado pequeño de coleccionistas y melómanos
La tendencia a comprar discos en vinilo va en aumento en países como Estados Unidos, donde melómanos y fervientes escuchas del sonido análogo optan por las grabaciones en ese formato.
En esa nación, durante el primer semestre de 2014, hubo un incremento de 40,4% en las ventas de música grabada en acetato en comparación con el mismo período de 2013. Se vendieron 4 millones de unidades, mientras que el año anterior la cifra fue de 2,9 millones, según datos de Nielsen Soundscan.
El sector ha registrado un crecimiento, al igual que la música en streaming, que tuvo una subida de 50%. Por el contrario, las ventas de CD disminuyeron en 19,6%, de 78,2 millones a 62,9 millones. Lo mismo ocurrió con los álbumes digitales, que tuvieron una caída de 11,6%, de 60,8 millones a 53,8 millones.
Es común que bandas y cantantes –especialmente anglosajones– editen también sus nuevos trabajos en vinilo, como hizo este año Jack White con Lazaretto, su segundo trabajo como solista que superó las 60.000 copias en ese formato, un número que lo convierte en el más vendido de ese tipo en 2 décadas.
En Venezuela se consiguen algunos de los títulos recientes, pero no hay un mercado establecido. Depende de la evaluación que haga un comerciante de personas interesadas en determinado artista.
“Evaluamos las preferencias de los clientes, lo que más solicitan, y de acuerdo con la demanda hacemos los pedidos. No hay una periodicidad. Solucionamos como podemos en el contexto actual”, afirma George Illacuci, gerente de ventas de la tienda Abson, en el Centro de Arte Los Galpones, que se dedica principalmente al comercio de equipos de sonido y video. “Los discos y películas son un accesorio para los dispositivos de alta fidelidad que ofrecemos”.
Quienes hayan botado aquellos viejos tocadiscos, pueden conseguir uno nuevo en la tienda a partir de 40.000 bolívares. Los que acuden al lugar buscan preferiblemente jazz, música clásica y rock, géneros que son constantes en las preferencias de compradores de otras tiendas. Entre los más baratos está Breakfast in America de Supertramp, en 2.000 bolívares; y entre los más costosos, Live at the BBC de The Beatles y West Coast Seattle Boy: The Jimi Hendrix Anthology que pueden costar hasta 14.000 bolívares.
Acantus, en el Centro San Ignacio, es otra opción para los compradores de música. Venden CD, películas, camisas, libros y revistas sobre grupos y cantautores. En una de sus esquinas tienen un pequeño espacio para vinilos, nuevos y usados. Esperan por un pedido que llegará la próxima semana de Inglaterra. Entre los usados está Bésame y suicídate de Zapato 3 en 2.500 bolívares.
Ignacio Carrasquero, socio del establecimiento, se abastece de lo que consigue por Internet y personas que quieren deshacerse de los discos que tienen en casa. Los precios los fija de acuerdo con lo difícil que sea conseguir un ejemplar y el grosor del vinilo.
“La gente que compra este formato es amante del sonido analógico, son melómanos. Es un mercado pequeño, por lo que pido entre 6 y 10 LP de cada artista”, indica.
Segunda mano. En la Candelaria, en un pequeño local del centro comercial Candoral está Néstor Julio Carrillo, quien desde hace más de 40 años es una referencia entre los coleccionistas. Hasta ese pequeño espacio llegan diariamente a buscar algún título. No solo tiene LP, sino también los sencillos (45 rpm) de una canción por lado. “El vinilo se ha regenerado. La gente los pide más. Son amantes del recuerdo. Buscan desde rock hasta ópera”.
Unas cuadras más adelante, debajo del puente de la avenida Fuerzas Armadas, Horacio Beomont ofrece vinilos de segunda mano como Born in the U.S.A de Bruce Springsteen y Reggatta De Blancde The Police a 40 bolívares.
Vicente Corostola, productor musical, es un empedernido buscador de discos. Asegura tener aproximadamente 14.000 vinilos, 8.000 CD y 250 GB de canciones en MP3.
“No suelo ir a tiendas. Me gusta hurgar entre maleteros polvorientos, gente que tiene cosas guardadas, en mercados de corotos. Todas las semanas encuentro algo”, afirma.