Por Patricia Aloy @PatriciaAloy
El Sistema de Orquestas celebró el 40 Aniversario con dos conciertos, donde se reunieron mas de 1500 personas en escena, entre músicos y coralistas, todos juntos para celebrar aquel encuentro que marcó el tiempo y la historia, con tan solo 11 niños, 50 atriles, el maestro José Antonio Abreu y un sueño galopante que nunca se detuvo.
Como preludio a este encuentro se vió en todo el país a los niños y jóvenes de El Sistema interpretando conciertos. Las redes sociales se colmaron con la etiqueta #ElSistemaCumple40 e iban acompañadas de imágenes donde se plasmaba el esfuerzo titánico de deleitar con las notas aprendidas a todo el que estuviese dispuesto a escuchar. Tiendas de pinturas, panaderías, plazas, colegios, piñaterías, centros comerciales, oficinas, peluquerías, tiendas de ropa, por las calles, en ancianatos, y pare usted de contar.
Imagínense a todos los núcleos del país con la misión de llevar música al mundo, la verdad es que provoca compartir todas las imágenes, o salir corriendo a aprender a tocar un instrumento. Y es que anécdotas no deben haber faltado acerca de las peripecias de las presentaciones, como el encontrarse con el violinista italiano Uto Ughi, en una de las cafeterías de El Hatillo y que después de escuchar a los niños interpretar Vivaldi, le pidiera el violín prestado a uno de ellos para acompañarlos. Después de esta masiva movilización al país no le debe caber duda alguna, que en efecto, niños de 6 años puedan tocar un instrumento y que a esa corta edad asimilen la importancia de la música en sus vidas.
Se acercaba la segunda función para celebrar el Aniversario de El Sistema, y se anunció como la reunión de mas 1500 artistas de cuatro generaciones, formados en el programa artístico-social, bajo la dirección del maestro Gustavo Dudamel. Maestro, profesor, alumno, atril con atril estuvieron listos para ofrecer uno de esos espectáculos memorables para el recuerdo colectivo. De la función del día anterior se publicaron fragmentos de lo que nos esperaba, sin embargo, no se puede obviar que la emoción cobijó a los presentes.
El Teatro Teresa Carreño se llenaba de gente, los que iban a participar colmaban los sótanos esperando para entrar y el que iba a escuchar se tropezaba con todos los grandes maestros fundadores que formaron parte del inicio de esta historia.
Gustavo Dudamel junto a Eduardo Méndez dieron la bienvenida y agradecieron al maestro Abreu con estas palabras: “Somos una familia musical que simboliza a todo un país, hoy rendimos homenaje a un hombre que Dios puso en la tierra para que entregara su vida por un país”. Los presentes aplaudieron con júbilo en el corazón, anticipando lo que sería una celebración por el proyecto social-cultural más relevante de la historia de nuestro país.
El programa se inició con la Glosa sinfónica “Margariteña” del maestro Inocente Carreño, seguida de “La Cantata Criolla” de Antonio Estévez, basado en el Poema de Alberto Arvelo Torrealba. “Florentino, el que cantó con el Diablo” y que contó con la participación del tenor Idwer Álvarez y el barítono Gaspar Colón. Nos dieron un paseo por piezas emblemáticas que han marcado parte de la historia de lo que hemos visto en los escenarios nacionales e internacionales, para finalizar con la “Oda a la alegría” de la Novena sinfonía en Re menor, Op 125 acompañados de la soprano Mariana Ortiz y la mezzo Katiuska Rodríguez, junto a Idwer Álvarez y Gaspar Colón. Este himno que simboliza la unión y la fraternidad entre los seres humanos resume 40 años tocando el sentimiento de un país.
Como bis nos regalan el gran poder y la belleza del Mesías, el oratorio de Häendel conducido por el maestro Gregory Carreño, y que contaba con la especial participación de niños de la Sinfónica Juvenil Infantil en las sillas de las primeras filas, José Luis Alvaray justo al lado de Gustavo Dudamel, compartiendo el atril. En los laterales 4 trompetas anunciando la llegada del Mesías y 15 corales cantando con una gran intensidad expresiva.
Gustavo retoma la batuta para dirigir el Alma Llanera y Venezuela, adultos y jóvenes unidos por el sentimiento nacional de la afirmación positiva cantaban en sus asientos y en los escenarios. José Luis, un pequeño de 8 años, primer violín de la Sinfónica Infantil, tomó el podio para sellar el final con el Himno Nacional. Esa imagen fraterna nunca se borrará de nuestra memoria.
Disfruten los videos que se tomaron en el medio de los aplausos y la inmediatez del momento.