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El ganador del concurso Sphinx 2018, Rubén Rengel de 22 años, creció en un hogar lleno de música, música venezolana.
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Esta entrevista fue realizada por Laurie Niles para www.violinist.com
Traducida para @vzlasinfonica por Luis Contreras | Licenciado en Idiomas Modernos | Profesor de la ULA
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“Empecé cuando era muy joven porque mi padre también es músico. Él toca música tradicional venezolana, música folclórica y popular”, comentó Rengel en una conversación telefónica desde la sala de práctica en la Escuela de Música Shepherd de la Universidad de Rice en Houston en donde se encuentra cursando el segundo año del programa de estudios de la mano de Paul Kantor.
Rengel nació un verano en la Isla de Margarita y creció en la Capital de Venezuela, Caracas. Su padre, Jesús “Chuíto” Rengel, toca mandolina, guitarra, cuatro y bajo, comentó Rengel. “Crecí tocando ese tipo de música y me encanta. Mi hermana, Brenda Rengel, también toca violín; y mi madre, Sara Cardona, canta un poco pero sólo por diversión”. La familia solía tocar juntos en casa muy a menudo, cambiando entre instrumentos melódicos y de acompañamiento. Rengel tocaba algunos acordes en el piano, en el cuatro o en violín.
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“La música venezolana es muy variada de acuerdo a la región del país; existen muchos géneros y muchas formas de tocar” mencionó. “Como mi familia es oriental, generalmente tocaba esos géneros, por ejemplo, el joropo. Es un sentir muy alegre en ¾. Se derivó del vals, ¡con la excepción que es tres veces más rápido!. Tiene muchas florituras e improvisación, es muy llamativa y con mucho sabor a música. Por supuesto, también hay música sensible y mucho más reflexiva, como los valses venezolanos, que también provienen del vals europeo pero en realidad son mucho más lentos. ¡Creo que somos personas que llevamos las cosas al extremo! Existe también un género muy bien conocido en 5/8, muy cambiante y divertido llamado Merengue venezolano”.
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“Así aprendí a improvisar en un lenguaje completamente distinto, un género totalmente diferente”, añadió. “Desarrollé eso junto con la música clásica, cosa que también me encanta”.
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Rengel comenzó a tocar el violín cuando tenía tres años de edad y formaba parte del sistema nacional de educación musical venezolano, El Sistema. “Sin embargo, estuve allí sólo por poco tiempo. No me considero parte de El Sistema, estuve allí hasta los seis años. De allí fui al Colegio y al Conservatorio Emil Friedman, donde permanecí desde el primer año hasta que me gradué. Fue allí donde estudié con Iván Pérez Nuñez, quien fue mi profesor durante once años, ¡él fue quien me enseñó todo!”.
Rengel no recuerda mucho sobre El Sistema, pero sí recuerda que fue allí donde aprendió los conceptos básicos: “recuerdo que tuve profesores maravillosos, incluso cuando era muy joven”, comentó, nombrando a los profesores Josbel Puche y María Carolina Bermúdez. Luego de estar en El Sistema, fue becado a Friedman, un colegio privado en Caracas.
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“Pienso en Iván como si fuera mi segundo padre” comentó. “Por supuesto, él era un grandioso violinista, un solista increíble.
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Él se dedicó completamente a la enseñanza; él tenía muchísima energía y una gran pasión para enseñar. Es una persona muy especial. Yo asistía a clases durante media hora todos los días, durante muchos años. Ese tipo de dedicación es sorprendente. Le agradezco por haber creído en mí, por confiar en mí y por haberme transmitido mucha de su energía y de sus conocimientos”. Mientras estuvo en el Friedman, Rengel se desempeñó como concertino de los Arcos Juveniles de Caracas, la Filarmonía de Caracas, la Orquesta Haydn y la Orquesta Típica.
Justo después de haberse graduado de la Friedman, Rengel llegó a los Estados Unidos y su familia permaneció en Venezuela, donde aún residen. Tenía 16 años en ese momento y ha vivido allí desde entonces, con sólo una pequeña parada en su casa. Todo sucedió muy rápido.
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“Tuve la oportunidad de tocar con Orquesta Sinfónica de Venezuela como solista”, añadió Rengel, quien interpretó el Concierto de Chaikovski en su debut con la orquesta, luego de ganar un concurso en el Colegio Friedman. Fue allí cuando conoció al director Theodore Kuchar. “Él me preguntó qué haría yo luego de graduarme, yo no tenía ningún plan”, dijo. “Sólo tenía en mente permanecer otro año junto a mi profesor y luego hacer algunas audiciones. Por supuesto, cursar educación superior en Venezuela no es nada fácil. Realmente no se puede encontrar un colegio como el Instituto de Música de Cleveland”.
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De hecho, el Instituto de Música de Cleveland fue exactamente el sitio en el cual Kuchar lo apuntó, ofreciendo su máxima recomendación y guiándolo durante todo el proceso. Dos meses después, Rengel se encontraba en Cleveland estudiando con Jaime Laredo.
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“Me encantó la escuela”, dijo. “Fue una gran oportunidad porque pude estudiar con Jaime Laredo, uno de mis más grandes ídolos, una leyenda del violín. Fue muy especial haber estado en esa escuela”.
Luego de cuatro años, Rubén se graduó y se dirigió a realizar estudios con Paul Kantor en la Escuela de Música Shepherd, en donde planea permanecer también el próximo año.
Rengel espera con ansias las oportunidades que se presentarán tras haber ganado el concurso Sphinx – interpretando con la orquesta, entre otras actividades. “Puedes estar involucrado con ellos de muchas, muchas maneras”, dijo. “Son diversos en lo que hacen y esta parece ser una manera perfecta para comenzar esa parte de mi carrera”.
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Rengel participó por primera vez en el concurso Sphinx en el año 2016, llegando al cuarto lugar en la división Senior. Además obtuvo un bronce en el Concurso de Música de Cámara Fischoff del 2015 junto a su grupo de cámara, Autana Trío, proyecto que se encuentra temporalmente en suspenso ya que uno de sus integrantes está actualmente cursando estudios en Korea. Además ha ganado otros concursos tales como la CIM Concerto Competition en el 2014 y el Concurso Nacional Venezolano de Violín “Juan Bautista Plaza” en el año 2011.
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¿Los concursos son aterradores?
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“Puedes verlos como aterradores, pero también las puedes apreciar desde una perspectiva completamente distinta”, respondió Rengel. “En cualquier audición, en cualquier concurso, cada vez que toco para alguien o en una situación competitiva siempre tiendo a no tener prejuicios. Por supuesto, me preparo de una forma crítica y apasionada pero no me concentro en el lado competitivo de la situación. Sólo quiero compartir lo que he logrado hasta ahora, compartir lo que me ha inspirado y compartir lo que todo eso significa para mí”.
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