Los buenos profesores deben modificar el rol que han jugado hasta ahora para convertirse en impulsores del talento de sus alumnos
Vía: www.mundiario.com
La revolución radica en la necesidad de cambiar el modelo educativo actual para que los jóvenes puedan enfrentarse con garantías al futuro que les espera. Hay que repensar el papel de la escuela y los colegios, puesto que actualmente el conocimiento está en todas partes y necesitamos captarlo para canalizarlo y convertirlo en motivación para conseguir los objetivos deseados.
Actualmente los profesores de música y danza de las Escuelas y Centros Artísticos son demandados cada vez más en los colegios, asociaciones, centros cívicos, etc… para planificar nuevos diseños creativos y motivadores e insertarlos dentro del horario escolar para conseguir así mejores resultados académicos.
Hacer diseños divertidos en la rutina de los niños, como ensayar en el recreo un “flashmoob “, participar en festivales de música, crear grupos de pop y rock, convocar audiciones, concursos de canto, musicales, castings…es cada vez más imprescindible para el adecuado crecimiento emocional, físico y académico de los alumnos. No significa abandonar los conocimientos, al contrario, pues investigaciones recientes demuestran que realizando actividades artísticas no sólo afianzan los contenidos sino que mejoran los expedientes, descubren nuevos talentos y los que serán los futuros líderes de las nuevas profesiones.
Y además de todos los beneficios que conllevan los nuevos diseños de proyectos educativos artísticos consigue elevar a los colegios y centros a la categoría de innovación y originalidad, consiguiendo mayor repercusión mediática entre las familias de los participantes y prestigio ante los medios de comunicación y administraciones que en muchos casos premian estas iniciativas.
En un estudio con alumnos de 5º grado de primaria (10-11 años) se diseñaron unidades didácticas relacionadas con materias científicas (astronomía y ecología) siguiendo dos procedimientos distintos: en uno se utilizó el enfoque tradicional y en el otro se integraron las artes (música, danza, teatro, pintura…) en la unidad. Así, por ejemplo, en el segundo caso, los alumnos realizaban actividades con objetivos didácticos definidos que incluían actuaciones de teatro musical, dibujos, pequeñas coreografías de baile o utilización de la música.
El análisis de los resultados reveló que los alumnos que participaron en la unidad didáctica en la que estaban integradas las actividades artísticas mejoraron la llamada memoria a largo plazo, especialmente los alumnos con dificultades lectoras (Hardiman et al., 2014).
Dalcroze, pedagogo musical, afirmaba que lo propio de la música es, ante todo, provocar en el alma de las personas una necesidad de imaginación y de realización. Y planteaba ¿por qué renunciar a ese poder?