Por:Miguel Cabrera. Historiador del Ballet Nacional de Cuba. | Vía www.elpais.com.co
El Ballet “Alicia Alonso” (hoy Ballet Nacional de Cuba) no había cumplido seis meses de nacido (28 de octubre de 1948), cuando arribó a la ciudad de Cali, como parte de su primera gran gira por Latinoamérica.
El conjunto, liderado por la gran bailarina cubana, deseoso de compartir su ejemplo creador con nuestros países hermanos, llegaba a la hermosa ciudad del Valle del Cauca después cumplir exitosas presentaciones en Venezuela, Puerto Rico, México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá, que se vieron marcadas por extraordinarios éxitos artísticos y los infortunios económicos provocados por empresarios inescrupulosos y estafadores.
Era el mes de abril de 1949 cuando la novel compañía pudo arribar a Cali gracias a las gestiones del Ministro de Educación colombiano, que al eximir generosamente el pago de impuestos y del alquiler del Teatro Municipal, le permitió continuar la extensa gira programada hasta el cono sur del continente.
Tal fue el éxito de las funciones caleñas, que estas debieron extenderse y, para cumplir con las exigencias del empresario, Alicia debió enfrentar no pocos retos, entre ellos bailar un nuevo ballet de repertorio, en ese caso el célebre solo ‘La muerte del cisne’, creado por Fokine para Ana Pavlova, para el que no contaba con el vestuario apropiado. Ella nunca olvidó aquella triste encrucijada y la recordó siempre en una mezcla de dolor y jocosidad.
“Llegué al hotel Aristi donde nos alojábamos y le conté a mi madre, Ernestina del Hoyo, que era la vestuarista de la compañía, el problema que tenía ella, con su habitual carácter, fuerte y optimista, me dijo que solucionaría el problema y me obligó a regresar al teatro para terminar el ensayo del solo. No imaginaba cómo lo lograría, porque no teníamos ni un peso para comprar las telas y las plumas. Cuando regresé me encontré sobre la cama un precioso tutú y un bello adorno de cabeza. Al preguntarle cómo lo había logrado me mostró la cortina de la habitación, cuyo forro de tul le había servido para la confección. Fue mi estreno en ese famoso solo y nunca he podido desligarlo de Cali”.
Al paso del tiempo Alicia Alonso mantuvo vivos esos recuerdos, que avalaron su decidido apoyo posterior al movimiento del ballet caleño, impulsado por la maestra Gloria Castro, en el gran empeño del Incolballet, al que desde finales de la década de 1970 brindó solidaria colaboración con su propia presencia, y por los numerosos bailarines, coreógrafos, maestros y especialistas del Ballet Nacional de Cuba, que bajo su dirección han compartido experiencia con los artistas caleños.
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