Vía: abcdesevilla.es | Por andrés gonzález-barba
El director granadino ha regresado al Teatro de la Maestranza con la zarzuela «La del manojo de rosas»
Miguel Ángel Gómez-Martínez (Granada, 1949) ha dirigido a los más grandes cantantes de ópera, ya que ha trabajado con Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Leo Nucci o Mirella Freni entre otros muchos. Ahora regresa a Sevilla casi catorce años después de su último concierto al frente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla para dirigir la zarzuela «La del manojo de rosas», cuya última función es este sábado en el Teatro de la Maestranza.
Sobre esta larga ausencia de Sevilla, el maestro granadino admite no saber por qué se ha producido: «A lo mejor podría haber sido porque yo hubiera recibido una llamada telefónica y no hubiese podido venir, pero no es el caso. Que yo sepa, nadie me ha llamado de la Sinfónica y el Teatro de la Maestranza». En todo caso, Gómez-Martínez selló éxitos rotundos como haber dirigido «I Puritani con Carlos Álvarez en el año 2000 o haber dirigido a la Sinfónica de Sevilla en una gala lírica de su X aniversario de vida, el 2 de mayo de 2001.
Respecto a su reencuentro con la ROSS, Gómez-Martínez dice de los músicos que «tienen un sonido muy bonito y flexible», y asegura que «me gustaría hacer un Puccini con ellos porque se les daría muy bien hacer ese tipo de música con tantos rubatos y cambios de tempo». Y es que la elección de Puccini no es anecdótica, ya que este maestro es de los pocos que han dirigido todas las óperas del compositor italiano, desde su primera, «Le Villi», hasta la última, «Turandot». A este respecto admite que «soy muy amigo de Simonetta Puccini, su nieta. Recuerdo que una vez en París hicimos con una misma producción las dos versiones al mismo tiempo de “Madama Butterfly”: yo dirigí la versión original y también se hizo la versión actual. Aunque la actual es mejor, Simonetta estaba entusiasmada con nuestra interpretación y nos tiró muchas flores».
Para el que tenga la oportunidad de ver a Miguel Ángel Gómez-Martínez en directo, podrán darse cuenta de que zarzuelas como «La del manojo de rosas» las dirige sin partitura porque tiene una memoria musical prodigiosa, «aunque eso es sólo para la música, porque para todo lo demás se me olvidan hasta las cosas más tontas y soy muy despistado», admite. Asimismo, reconoce que Giuseppe Patanè «era un fenómeno porque se sabía de memoria casi doscientas óperas. Era muy amigo mío y te decía que en el compás tal había que hacer esto. Yo en mi caso tengo memorizadas unas ochenta u ochenta y cinco óperas. De obras sinfónicas tengo memorizadas más de 500 obras». De hecho, en muchas ocasiones le han llamado para dirigir de urgencia de un día a otro «La Traviata» o cualquier sinfonía.
El ego de los cantantes de ópera
En cuanto al mito de que los grandes cantantes de ópera tienen un gran ego, este director reconoce que «esos egos sólo existen cuando el director no tiene la calidad que ellos esperan. Si ellos encuentran a un director que está preparado y que sabe lo que quiere sin herir ni ofender, no existen esos egos. Alfredo Kraus era un caballero. Una de las primeras veces que trabajamos juntos yo le dije que creía que su tempo en un pasaje no era el que requería el compositor. El me contestó, el tempo de Alfredo Kraus no existe. Alfredo Kraus canta en el tempo que dirija el director». Además, añade este director que «nunca he tenido un problema con un cantante grande, a lo mejor sí lo he tenido con cantantes de tercera categoría. He dirigido a Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Mirella Freni, Montserrat Caballé, RenatoBruson, Piero Cappuccilli oLeo Nucci, del que soy un gran amigo y hemos hecho juntos muchas veces «Rigoletto».
Preguntado por si cree que sea fácil que haya amistad entre directores de orquesta, confiesa este maestro que es «es muy raro que dos directores se encuentren. En la rueda de prensa de la zarzuela coincidí con Pedro Halffter, que es mi amigo, pero no sólo él, sino Cristóbal Halffter, que fue uno de mis profesores de composición y me conoce desde que tenía 15 años». Asimismo, recuerda con cariño a Hans Swarowsky, que «fue mi profesor y también mi amigo. Él tenía una gran cultura de todo y su amistad con él fue la misma que él tuvo con Richard Strauss. Swarowsky era de una familia muy importante del imperio austro húngaro, pero al ser judío estuvo perseguido por los nazis y lo salvó Richard Strauss. Éste último aceptó su puesto en el Reichsmusikkammer no por comunión de ideas con los nazis, sino para usar las influencias que tenía en ese puesto para salvar a los judíos».
Miguel Ángel Gómez-Martínez se muestra contrario a los recortes en los teatros y las orquestas sinfónicas. En el caso de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, admite que «no entiendo cuáles son los problemas, pero si durante un ensayo que yo dirijo se lee una carta en donde se dice que más del diez por ciento de las plazas están congeladas, no tienen solistas de trompeta o concertino, entonces veo que hay problemas extramusicales y que por cuestiones de dinero la orquesta está sufriendo. Con eso nunca voy a estar de acuerdo». Asimismo admite que «los directores de orquesta tenemos que ser muy conscientes de que sin las orquestas no servimos para nada. La batuta es una extensión de nuestra mano, el instrumento de un director es la orquesta».