El venezolano es el único director joven cuya grabación de la obra del compositor ruso, ejecutada por la Orquesta Sinfónica “Simón Bolívar” de Venezuela, se encuentra incluida en la recopilación musical que realizó el sello discográfico Decca Records para festejar el siglo de su estreno en París
Prensa FundaMusical Bolívar
Necesitaba despejar su mente. Leer las partituras de La Consagración de la Primavera y conectarse, emotiva y técnicamente, con la obra escrita por el ruso Ígor Stravinsky. Para ello el aclamado Gustavo Dudamel se sumergió en la recopilación musical que lanzó a finales de 2012 el emblemático sello discográfico Decca Records para celebrar los 100 años del estreno mundial de la obra.
El director venezolano halló ahí las mejores interpretaciones realizadas entre 1946 y 2010, seleccionadas por el sello (que incluye también el catálogo de la Deutsche Grammophon y Philips), de orquestas mundialmente reconocidas como la Filarmónica de Berlín, de Los Ángeles, Sinfónica de Chicago, entre las más prestigiosas. Titanes como Pierre Monteux, Antal Doráti Charles Dutoit, Riccardo Muti, Simon Rattle, Esa-Pekka Salonen, Georg Solti y Leonard Bernstein llevaron la batuta de estas ejecuciones.
Y entre esas recopilaciones se encuentra la versión liderada por Dudamel, el más joven de todos los directores incluidos, e interpretada por la Orquesta Sinfónica “Simón Bolívar” de Venezuela, que se suma a la celebración mundial que orquestas y compañías de ballet harán de esta obra.
El maestro decidió arriesgarse. A pesar de que confiesa que no le gusta escuchar las grabaciones que realiza porque “siempre” le encuentra algún detalle, decidió escuchar ésta.
“La nuestra es maravillosa. Estaba muy limpia, y revela mucha creatividad”, reconoció Dudamel durante el primer ensayo que tuvo con sus músicos venezolanos de la Simón Bolívar con quienes se encontró esta semana en Buenos Aires para iniciar un nuevo periplo musical que ha sido denominado “Gira Latinoamericana por la vida y por la paz”, y que comenzó con un concierto en el Teatro Colón, en Argentina.
“Esta es una Consagración distinta a la que nosotros hicimos. Ahora la orquesta está un nivel técnico mayor; y la cohesión del grupo es más fuerte. No hay orquesta en el mundo que lea está última parte de la obra de Stravinsky como ustedes. La última vez que la tocamos fue en la gira a Grecia y a España en 2009. Ustedes se sienten cómodos con la obra, y me gusta que sea así. Pero prefiero que nos sintamos incómodos”, confesó el también director de la Filarmónica de Los Ángeles.
Reflexivo. Autocrítico. Riguroso. Tres virtudes que definen el momento de madurez musical que está viviendo, a sus 33 años de edad, Gustavo Dudamel. Estas cualidades potencian su ejecución y la de su orquesta en este nuevo abrazo musical con Suramérica, que, además de Buenos Aires, tendrán con el público de Sao Paulo, Brasilia y Bogotá durante un tour de 12 días.
“Ser músico de orquesta es difícil. A veces cuando los miramos a ustedes en un video nos preguntamos: ‘¿Cuál es la diferencia entre ustedes y otros músicos?’. Les diré: es la cultura individual de cada uno. La mayoría de los músicos tocan todo igual, bien sea Beethoven o Mahler. Pero nosotros tenemos esa cohesión de grupo que no tienen otras orquestas. Ahora imagínense tener esa cohesión y, a la vez, el aporte de la cultura individual. A esa conjunción tenemos que llegar”, les dejo el maestro a sus 200 músicos en el ensayo.
Es que la Orquesta “Simón Bolívar” y Dudamel no solamente son reconocidos por su virtuosismo, sino por poseer una cultura más colectiva que individual. Crecieron juntos. La relación va más allá de la que puede tener un director con su orquesta. Son hermanos de la vida y de la música.
A pesar de esto, con enorme humildad, el maestro se atreve a advertirles: “Lo que vale en una audición es ver a un músico que tenga la capacidad de poder manejarse en todos los estilos. Ese es el aporte de la cultura individual de cada uno. Ese es el nivel que nosotros debemos proyectar, porque la habilidad técnica ya lo tenemos”, argumentó mientras ensayaban la música de una de las obras del ballet clásico más populares de la historia –que conjugó el talento de Stravinsky, Nijinsky y Diágilev-, y cuya partitura en concierto fue estrenada en el Teatro des Champs-Élysées el 29 de mayo de 1913 bajo la dirección de Pierre Monteux.
Además de la obra del compositor ruso, en la gira se incluye La Sinfonía Nº 5 de Ludwig van Beethoven, pieza a la que Dudamel reconoce tenerle el máximo respeto. Otra vez se arriesga con una obra harto interpretada, pero el maestro no se engaña y le sugiere a sus músicos: “¡Cuidado! Beethoven tiene un código que no podemos traicionar. Hay que llevar el pulso, el fraseo perfecto y leer esas casi imperceptibles corcheas que el compositor dejó claras en su creación”.
“Puedes escuchar la Quinta de Beethoven y no te vas a aburrir nunca. Hay unas versiones que son muy buenas. Pero la nuestra tiene que ser extraterrestre; y debe ser nuestra. Vamos a tocarlo con nuestro estilo”, dijo el maestro que quien continuará su apretada agenda de trabajo en mayo con la Filarmónica de Los Ángeles y con la Gothenburg Symphony.
Gustavo Dudamel despejó su mente. Ahora el reto es otra vez gigantesco y la sinfónica cúspide del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, fundada por el maestro José Antonio Abreu hace 38 años, está lista para cumplirlo.