“El maestro más influyente desde Sócrates”. Así describe a Nadia Boulanger uno de los principales compositores contemporáneos.
Por muy improbable que parezca, esta dama de apariencia modesta, con ancestros rumano, ruso y francés, quien nació en 1887 y vivió hasta la edad de 92 años, terminó, de hecho, ayudando a crear el sonido del mundo moderno.
Su lista de estudiantes de música se lee como el Salón de la Fama del siglo XX. Leonard Bernstein. Aaron Copland. Quincy Jones. Astor Piazzolla. Philip Glass. John Eliot Gardiner. Daniel Barenboim. Elliott Carter.
Todos estos gigantes de la música, tan diferentes pero tan innovadores en sus modos de hacer, estudiaron con Boulanger.
Ella les proporcionó una base rigurosa en el análisis musical académico, pero de alguna manera le permitió a cada uno encontrar su propio lenguaje distintivo: tal vez la definición misma de lo que hace un gran maestro.
No es exagerado, pues, considerar a Boulanger como la pedagoga musical más importante de la era moderna, o incluso de cualquier otra época.
Aunque su base de enseñanza estaba en el apartamento de la familia en 36 Rue Ballu, en el noveno distrito de París, también enseñó en Estados Unidos y el Reino Unido, y trabajó con los principales conservatorios, incluyendo Juilliard School, Yehudi Menuhin School, Royal College of Music y Royal Academy of Music.
Con tal contribución, también podría ser descrita como la mujer más importante en la historia de la música clásica.
Rompiendo barreras
No es que ella apreciara la atención particular a su sexo. Ser mujer no significó, para Boulanger, ninguna barrera aparente para alcanzar sus metas.
Además de su notable carrera docente, se convirtió en la primera mujer en dirigir muchas de las principales orquestas sinfónicas estadounidenses y europeas, entre ellas la BBC Symphony, la Boston Symphony, la Hallé Orchestra y la Filarmónica de Nueva York.
Boulanger fue también mentora de Igor Stravinsky y una ferviente promotora de su música cuando la mayor parte del mundo musical dudaba de su genio. También fue responsable del estreno de una serie de innovadoras composiciones mundiales.
Figura oculta
Pero sé honesto: ¿has oído hablar de ella alguna vez?
El nombre de Boulanger sigue siendo ampliamente desconocido fuera de los círculos de élite de la música clásica, a pesar del impacto asombroso que tuvo en la banda sonora de todas nuestras vidas, no solo en el mundo clásico, sino también en el jazz, el tango, el funk y el hip-hop.
Es francamente inimaginable que un hombre con un grado similar de influencia sobre la música del siglo XX hubiera sido tan ignorado.
Sin embargo, Boulanger no era nada tímida.
Al decir de todos, era una mujer feroz, intransigente y contundente: carismática, leal y apasionada, pero también difícil y complicada.
Se moría de envidia por su joven hermana Lili, compositora genial que, a los 19 años, había sido la primera mujer en ganar el prestigioso Prix de Roma, pero a los 24 murió de tuberculosis intestinal (ahora conocida como enfermedad de Crohn).
Nadia, al igual que Lili, también había entrado en el Conservatorio de París para estudiar composición a la tierna edad de 10 años, pero nunca recibió mucha aclamación como compositora.
Después de la muerte de Lili, en lugar de permitir que el nombre de su talentosa hermana se desvaneciera, como suele ser el comportamiento de muchos hermanos celosos, ella convirtió la promoción y defensa incesantes del genio musical de Lili en una misión de su vida y su carrera, programando sus obras junto a un repertorio más canónico hasta el final de su trayectoria profesional.
Aterradora y asombrosa
Es un poco difícil dar el salto imaginativo de los salones de París de principios del siglo XX a los ritmos de discoteca de Quincy Jones, productor predilecto de muchos artistas populares, desde Frank Sinatra a Aretha Franklin y Michael Jackson.
Pero en el BBC Proms del pasado año, Q, como se conoce a Quincy Jones, me dijo con toda seriedad que debía todo lo que era como músico a su temprana instrucción, en la década de 1950 en París, bajo Nadia Boulanger.
Me divierte imaginar lo que Boulanger -quien murió en 1979- habría hecho, por ejemplo, con Thriller, que Jones produjo para Jackson tres años después y que sigue siendo el álbum más vendido de todos los tiempos, con más de 65 millones de copias.
Q me dijo que Boulanger tenía una manera singular de alentar y provocar la voz propia de cada estudiante, incluso si ellos no estaban aún conscientes de lo que esa voz podría ser.
Para haber sido una pequeña anciana francesa de cabello canoso, también era -bromeó- aterradora.
“Ella solía decirme todo el tiempo: Quincy, su música nunca puede ser más, o menos, que lo que usted es como ser humano. A menos que tengas la experiencia de vida y tengas algo que decir de lo que hayas vivido, no tienes nada que contribuir en absoluto… Ella era fuerte. Realmente fuerte”.
Debemos aclamar a la mujer que contribuyó tanto, con tan poca fanfarria, a la historia de la música de los siglos XX y XXI.
“Nadia Boulanger”, dice Quincy Jones, “fue la mujer más asombrosa que he conocido en mi vida”.