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La música es una disciplina que siempre se ha relacionado con el área intelectual. Esto no es producto del azar, sino que, aunque se trate de un arte, requiere una precisión y una meticulosidad que ayuda a desarrollar las capacidades intelectuales del niño, y si éste tiene dificultades de aprendizaje, la cuestión es adaptar el ámbito musical a las capacidades del niño con discapacidad.
Vía: www.bebesymas.com | Por GOYENA
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Los niños con discapacidad tienen una tolerancia a la frustración baja (en general todos los niños, pero éstos más) por lo que hay que procurar que las ofertas que les hagamos estén a su alcance.
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Cuando se plantea un programa educativo se establece el nivel de competencias del niño, se identifica cómo se puede conseguir superar un objetivo y a partir de ahí se diseñan las actividades que favorezcan su desarrollo.
En concreto para la música, podemos diferenciar diversas maneras de practicarla: la escucha, el complemento a la danza, la interpretación de un instrumento o el aprendizaje de solfeo, armonía y canto. Según las competencias del niño podremos plantearle un área u otra.
En el área de la interpretación musical, un aspecto importante a tener en cuenta es que el instrumento sea significativo para él y que le deje satisfecho después de practicar. Los niños con discapacidad tienen una tolerancia a la frustración baja (en general todos los niños, pero éstos más) por lo que hay que procurar que las ofertas que les hagamos estén a su alcance.
La percusión (instrumentos que resuenan por un impacto), es una familia musical interesante porque ejercita habilidades motrices no demasiado complicadas y las combina con elementos estructurantes de la música como el rítmo, el compás, la participación en actividades grupales y la integración social (por realizar actividades normalizadas).
El xilófono (el de la imagen), por ejemplo, es una opción interesante para introducir al niño en este tipo de actividades. Más adelante se le pueden ir mostrando otros de mayor complejidad (flauta, piano o violín) teniendo en cuenta que cuanto más complicada sea la motricidad fina (el movimiento de los dedos y de las manos) que tenga que desarrollar, más dificultades introduciremos en el progreso del niño y más riesgo habrá de frustración por salir de esa “zona de desarrollo próximo”.
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En resúmen, la música puede ser un complemento muy eficaz para el desarrollo del niño con discapacidad, siempre que seamos respetuosos con sus posibilidades y sus gustos.
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