Por Mariantonia Palacios
La Venezuela de finales del siglo XIX fue testigo de la incorporación de la mujer a la actividad económica, social y cultural del país. El rol desempeñado por ellas en el campo musical merece ser estudiado con detenimiento. Como intérprete, docente, compositora, musa o mecenas, jugaron un importante papel que ha sido prácticamente ignorado por la mayoría de los investigadores que se han ocupado del estudio de la música de este período en el país. Salvo por la excepcional figura de la pianista Teresa Carreño (1853-1917), quien desarrolló una intensa carrera internacional como intérprete, el aporte del bello sexo al arte de Orfeo en Venezuela no ha sido valorado suficientemente
Muchas mujeres encontraron en la música el medio idóneo para expresarse, y, aunque el instrumento preferido por las damas de sociedad era el piano, símbolo de elegancia y respeto, también gozaron de sus favores el arpa, la guitarra y el bel canto. El espacio por excelencia donde se desenvolvieron a sus anchas fue el salón, espacio donde tocaron, bailaron, compusieron, se comprometieron y se casaron. La música que escribieron y las referencias a sus actuaciones públicas han llegado hasta nuestros días en cientos de páginas de las revistas y periódicos que circularon profusamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX y en los relatos de los viajeros que nos visitaron en esa época. Allí se describe cómo se vestían, comían, tocaban y bailaban, y también allí quedaron la mayor parte de las partituras que compusieron.
Este concierto conferencia se centra en esta última faceta, es decir, la mujer como creadora. Está basado en las composiciones para piano y para canto y piano publicadas por compositoras venezolanas de la segunda mitad del siglo XIX.