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Igor Yebra y Diego Naser asumieron como directores del ballet y la orquesta estatales; ambos mantienen sus carreras propias, uno como actor y el otro como violinista
Vía: www.busqueda.com.uy | Por Florencia Pujadas. Fotos: Leo Barizzoni y Luciano Dogliotti
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Tienen estilos diferentes. Igor Yebra, de 44 años, camina por el cuarto piso del Auditorio Nacional del Sodre con una remera negra y un desgastado pantalón deportivo azul. Se mueve con la delicadeza de un bailarín de ballet. El nuevo director del Ballet Nacional del Sodre le da una hoja blanca a su hija para que se distraiga y lo deje trabajar. La niña de dos años, que llegó de visita desde Francia, pasa las tardes enteras al lado de su padre. Mientras, un piso más abajo, Diego Naser abre la puerta de su oficina, en la tercera planta del Auditorio, con un clásico traje negro. El nuevo director de la Orquesta Sinfónica, de 36 años, tiene un tono más serio, que se pierde cuando habla de su hijo de 14 meses. El uruguayo cuenta orgulloso que el pequeño lo acompaña a la oficina y cuando ensaya nuevas rutinas con el violín. También habla emocionado de los nuevos proyectos del auditorio mientras mueve sus manos como si estuviese en un concierto. Ni siquiera cuando habla puede alejarse del músico que, desde enero, dirige la orquesta más grande del país.
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Los nuevos responsables de los principales cuerpos del Sodre comparten historias similares. Tienen menos de cincuenta años y, desde que comenzaron su carrera, pasan gran parte del año por distintas ciudades del mundo. Los dos se proponen acercar a los uruguayos al auditorio nacional.
Yebra asumió la dirección del ballet nacional después de que Julio Bocca anunciara que se alejaba del cargo que tuvo desde 2010. El bailarín argentino, en que se convirtió en un icono de la renovación del Sodre, dijo que daba un paso al costado por las fracturas del organismo estatal. “En el auditorio tenés el formato de los presupuestados, el viejo Sodre, y el nuevo auditorio,en que somos contratados y con diferentes reglas. Se tiene que unificar todo para que funcione un teatro de verdad”, dijo al programa radial No toquen nada. Después de su renuncia, se especuló con que la bailarina María Riccetto podía tomar las riendas del Ballet, pero el cargo lo aceptó el bailarín español. “Cuando me ofrecieron la conducción del Ballet intenté convencer a Julio de que no dejara el cargo. Pero cuando vi que estaba decidido a alejarse, la propuesta me pareció interesante”, cuenta Yebra.
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Luego de firmar el contrato con el Ministerio de Educación y Cultura, se instaló en Montevideo y comenzó los trámites para obtener la residencia. Cuatro meses después de asumir su nuevo rol, el bailarín se siente adaptado al ritmo del auditorio y del público uruguayo.
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“Hay algunos temas burocráticos que nos exceden, pero estamos verdaderamente conformes con nuestro comienzo. Aquí ha habido muchos problemas, pero también está el apoyo necesario para conseguir que las cosas funcionen”, dijo a Galería.
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Yebra debutó con La bella durmiente, que se presentó a sala llena y con buena crítica. De hecho, la obra vendió la mayor cantidad de entradas en la historia del ballet nacional y fue halagada por el vestuarios de la diseñadora española Ágatha Ruiz de la Prada. “Fue una producción muy compleja, pero excelente para la compañía. Trabajamos en grupo con las ideas que nos ha dejado Julio” —comenta. “Con Julio pensamos de la misma manera. Y las cosas funcionaron muy bien con él, por lo que no hay necesidad de cambiar de principios”, cuenta el bailarín.
Diego Naser, por su parte, llegó a la orquesta sinfónica luego de que renunciara Martín García. Al igual que Julio Bocca, el exdirector consideraba que el teatro “estaba fracturado” por “problemas técnicos, organizativos y funcionales”. En su carta de renuncia escribió: “Me vi en el centro de un teatro fracturado en que los intereses de unos son opuestos a los de otros, ante la imposibilidad de ejecutar un calendario que se confeccionó hace casi un año, ante el desamparo para resolver problemas técnicos, organizativos y funcionales que planteé hasta el hartazgo, y con un cuerpo orquestal cuyo lugar y propósito parecen no definirse nunca”.
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Naser tiene una visión distinta: “Cuando llegué no me encontré con esa realidad. Vi a personas que tienen ganas de trabajar, de aumentar la cantidad de conciertos y de presentarse ante los uruguayos”.
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Desde que asumió, Naser inició un nuevo plan piloto para popularizar la orquesta y diversificar los públicos a los que se dirige.
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“Queremos que la gente deje de ver la orquesta como algo que se limita a los intelectuales, porque no es así. En la música importa la sensibilidad y todos la tenemos”, dice. Por esta razón, además, el violinista aumentó la cantidad de conciertos en el auditorio, en los barrios de Montevideo y las giras por el interior del país. “Tenemos que seguir creciendo y el auditorio apuesta a más”, resalta.
Desde sus nuevos roles, los directores aseguran que el auditorio está posicionado como una compañía exitosa y que es su deber responder a las necesidades del público. “La responsabilidad se siente por la gente y porque este crecimiento debe continuar. Esa es nuestra batalla”, cuenta Yebra. Y Naser lo comparte: “Primero respondemos al país, en segundo lugar a la institución y luego a nuestros intereses particulares”.
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Valija en mano
A pesar de que Naser y Yebra se instalaron en Montevideo, los nuevos directores pasarán la mayor parte del año viajando. Esta semana, incluso, el violinista uruguayo tendrá conciertos en Argentina y México. El bailarín español también viajará a España en los próximos días para presentarse como actor en su primera obra de teatro. “Es un desafío nuevo, pero también se vincula con el ballet, porque los bailarines adoptamos roles y somos actores”, cuenta. En la obra Esto no es la casa de Bernarda Alba, dirigida por Carlota Ferrer, Yebra interpreta a dos personajes que define como vanguardistas. “Tenemos la agenda apretada, pero está todo organizado para cumplirlo sin problemas”, dice Naser. Y Yebra lo reafirma. Desde que comenzaron sus carreras ambos se reparten el año entre las funciones regionales y las giras por el mundo.
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Mi casa, el mundo.
Diego Naser se fue de Uruguay a los 20 años para estudiar violín con Eszter Haffner y Herbert Kafer, en Austria. Luego de terminar, fue parte de la Orquesta Juvenil de Viena, la Filarmónica de Cámara de Viena, la Sinfonieta Baden y la Vienna Symphonic Players. Tres años más tarde se mudó a Alemania, donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Estudió en el Conservatorio de Música de Hamburgo y se convirtió en miembro de la Ópera estatal de Kiel y de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Hamburgo. Su nombre, entonces, empezó a resonar en el mundo de la música clásica. Al poco tiempo, el joven dejó de tocar solo el violín para dirigir conciertos en grandes orquestas europeas. “Fue una época muy buena y que me permitió llegar preparado para el nuevo desafío en el Sodre”, cuenta el uruguayo que también fundó la Orquesta Sinfónica Juvenil Störphonie. “Comenzamos con un cuarteto, pero no dejaba de crecer y al poco tiempo tuvimos una orquesta”, cuenta orgulloso.
El bailarín español, por su parte, también se acostumbró a vivir con una valija bajo el brazo. Yebra aprendió los primeros pasos de ballet con su madre, que era instructora. Sus padres querían que se convirtiera en jugador del Athletic de Bilbao, pero su talento como bailarín era innegable. Para seguir su sueño de debutar en el escenario, se mudó a Madrid cuando tenía 14 años. “No había escuelas en mi ciudad, y tuve que tomar la decisión de alejarme”, cuenta. Luego de trabajar en varias obras clásicas, Yebra se transformó en un bailarín freelance en distintas compañías del mundo. Trabajó en la Ópera de Burdeos y en la escuela rusa, donde se convirtió en el primer bailarín extranjero en interpretar a Iván el terrible en el Palacio estatal del Kremlin, en 2004.
Hace doce años, además, abrió su escuela en Bilbao. “Ese fue el mejor momento de mi carrera. Sentía que debía devolver algo a mi ciudad”, dice el vasco que, en 2008, recibió el encargo del Ayuntamiento de la localidad para abrir una escuela municipal. Por falta de tiempo, el bailarín tuvo que dejar la dirección de las instituciones. “Logramos establecer instituciones que, aunque no me tengan a cargo, pueden seguir. Fue importante porque considero que mi carrera tiene sentido si en el momento en que termine, alguien puede coger el relevo de mis escuelas y seguir adelante. Ese es mi legado”, cuenta Yebra.
Al igual que Naser, el bailarín español quiere continuar con el crecimiento del Auditorio del Sodre: “Queremos que la compañía quede firmemente consolidada y que no venga alguien detrás y rompa esta historia tan bonita”.
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La orquesta permitirá el uso del celular en los conciertos y busca que el público use #Ossodre
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En la nueva temporada del Sodre, el ballet nacional producirá seis obras que, como es usual, se repetirán en diez funciones. En este 2018 subirán La viuda alegre, El lago de los cisnes y El Cascanueces, que cerrará la temporada en noviembre. Ese mismo mes también se presentará Gira VII, una pieza de ballet contemporánea en la que se fusionan creaciones de coreógrafos invitados. “Será un año completo que demostrará que la compañía continúa a un nivel internacional”, cuenta Yebra, que está acostumbrado a interpretar clásicos en distintas versiones. Durante su carrera estuvo en roles clásicos, neoclásicos y contemporáneos. “Cuando has hecho tantas producciones y en niveles tan altos es difícil encontrar inspiración. Por eso hay que buscar propuestas alternativas”, asegura.
En la mayoría de las puestas estará la banda de la Orquesta Sinfónica, que dividirá el año en distintos escenarios. Para acercar al público a la música clásica, aumentaron los conciertos didácticos y las funciones en distintas partes del país.
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La orquesta, que tiene programados más de treinta conciertos, también busca atraer a los jóvenes con cambios. Antes estaba prohibido sacar fotografías y filmar los conciertos. A partir de esta temporada, sin embargo, se permite utilizar el celular. “Les pedimos que usen el hashtag Ossodre para que las redes nos acerquen más a los uruguayos. No podemos combatir las nuevas herramientas, pero podemos usar Internet a nuestro favor. Queremos ser más accesibles”, asegura Naser.
Después de 29 años de no salir del Uruguay, la orquesta realizará una gira en Argentina. “Nos falta mucho camino por recorrer porque venimos con una orquesta que el año pasado tuvo pocos conciertos. Hay que recuperar la práctica que perdimos”, asegura el violinista.
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