Vía: www.elmundo.es | Por JAVIER BLÁNQUEZ
La discusión entre los apocalípticos y los integrados de la crítica de música clásica aún no se ha resuelto en lo relativo a Lang Lang: para algunos sigue siendo un exhibicionista espectacular con mucha técnica y poca sustancia, y para otros es el futuro indiscutible del piano.
En cualquier caso, el público hace tiempo que adoptó su postura, ya inflexible y fiel, que consiste rendirle admiración y pagar por escucharle:a punto de que Lang Lang inicie su larga gira española -seis fechas en cinco ciudades, desde hoy y hasta el sábado 5 de marzo-, casi todas las entradas están ya vendidas. En el caso de Barcelona, convocará a más de 4.000 personas en dos noches distintas con programas diferentes. Se podrán cuestionar sus méritos, pero no apagar el brillo de su estrella.
Aprovechando que estará aquí más de una semana -«la sensación de volver a España es fantástica, entre otras cosas porque por fin he visto lucir el sol desde que comenzó el año nuevo chino», explicaba ayer nada más comenzar su rueda de prensa en Barcelona-, Lang Lang ha prometido adentrarse más en la cultura local y aprovechar el tiempo, cuando el estudio de sus partituras se lo permita, en hacer amigos y visitar lugares de interés.
Sus planes inmediatos pueden parecer triviales -ir a cenar a restaurantes herederos de la cocina de elBulli, visitar las instalaciones del Barça para conocer a Messi, firmar libros-, pero hay uno que le tiene actualmente ocupado y que tiene que ver con la preparación de un programa de música española para piano que estrenará y llevará de gira en los próximos meses.
«Estará preparado para finales de año», asegura Lang Lang, «y consistirá en laSuite española de Albéniz y en las Goyescas de Granados». Será la primera vez, por tanto, que Lang Lang incluya en su repertorio música española, después de haberse hecho un nombre en el repertorio tardorromántico y, en los últimos años, en el clasicismo e incluso el barroco. Después de apostar por Mozart y salir victorioso del envite, es el momento de viajar a España, ya no en avión, sino con sus dedos.
La atracción de Lang Lang por el repertorio español es antigua. «En los años 90 escuchaba mucho un disco en directo de Alicia De Larrocha en el que tocaba piezas de Granados, y lo encontré fascinante. También había música orquestal de Manuel de Falla. En mi adolescencia también tenía muchas grabaciones de Rubinstein con mucho repertorio español, y cuando trabajé con Daniel Barenboim tuve la oportunidad de profundizar en la Suite Iberia. Mi pieza favorita es Triana[pertenece al segundo cuaderno de Albéniz]».
A Lang Lang le atrae, en buena parte, el exotismo del repertorio español de principios del siglo XX -«si comparas la música de otros países europeos, no hay grandísimas diferencias, pero en la española adviertes influencias africanas, árabes, hay una variedad única que construye un universo particular»-, pero al fin y al cabo admite que ha caído rendido ante la magia de esas melodías de hechizo irresistible.
En su gira por cinco ciudades -empieza en Barcelona (24 y 26 de febrero, L’Auditori) y sigue por Bilbao (28 de febrero, Palacio Euskalduna), Madrid (1 de marzo, Auditorio Nacional), Valencia (3 de marzo, Palau de la Música) y Oviedo (5 de marzo, Auditorio)-, Lang Lang interpretará una delicia de Bach, el Concierto italiano -«un interludio refrescante», en sus propias palabras-, emparedada entre dos obras mayores del romanticismo, Las estaciones de Chaikovski y los cuatroScherzos de Chopin. Para él, caza mayor.
En la segunda fecha en Barcelona, Lang Lang tocará por primera vez con la OBC en un programa que confrontará el Concierto número 24 de Mozart (más la obertura de Così fan tutte) con el primero de Rachmaninov. Lang Lang admite que Mozart sigue siendo un reto –«es fácil para los niños, pero muy difícil para los adultos»-, y que su búsqueda en el repertorio pianístico del siglo XVIII no ha terminado todavía.
«Tuve la suerte de aprender mucho con Nikolaus Harnoncourt. Él me hizo ver lo que hay detrás de cada partitura:un ser travieso y misterioso que cambia de personalidad en cada compás, que además de un dios musical era un ser humano al que le gusta bromear contigo».
Lang Lang no ha dejado de crecer en popularidad, y posiblemente el detalle reciente que mejor explica su conexión con el público joven es el cameo que ha protagonizado en la segunda temporada de la serie de Amazon Mozart in the jungle, donde aparece en un bar jugando al ping pong con el violinista Joshua Bell. «No hay que olvidar que es una comedia musical, que intenta explicar cómo es la vida en una orquesta, pero tampoco es fiel a la realidad. Yo aparezco en un bar, pero lo normal después de un concierto no siempre es beber y hablar de chicas (bueno, a veces sí), sino seguir estudiando. Pero me gustó hacerlo. A Joshua le destrocé en esa partida. Soy muy competitivo». Y al piano, aún más.