“La música, por su carácter inmaterial, por su carácter de lenguaje universal que no requiere de una forma verbal para comunicarse, que no requiere sino de la posibilidad de ser, lleva, ella sola, el mensaje. Lo transmite de una manera fácil, rápida e intuitiva. Es el vehículo más veloz, más eficaz y más profundo de comunicación”
JOSÉ ANTONIO ABREU.
Un agradecimiento especial a @Edithguerreroclothes y @adrianacastrophoto
Como músicos y artistas hemos experimentado y protagonizado el cambio de nuestros espacios naturales: los teatros, salas de conciertos, aforos, galeras, escuelas de música, núcleos de formación, universidades, y todos los espacios de distracción y formación.
Las únicas ventanas y espacios disponibles son virtuales, lejos del público, de las personas, aislados, en casa. Algo que imaginamos duraría cuarenta días, lleva seis meses.
Sin embargo, para muchos, esta dinámica virtual estaba aplicándose con empuje y éxito. Para la mayoría fue intempestivo y sorpresivo, de repente todo se convirtió en ventanas con internet para poder expresar, crear, llegar, mostrar y formar.
Estamos reaprendiendo y preparándonos para poner nuestros trabajos en plataformas tecnológicas al servicio de la educación. La oferta se ha paseado por redes sociales con videos, grandes producciones, lives, conversatorios, cátedras en línea, entrevistas y hasta grandes controversias filosóficas.
¿Por qué sucede esto? ¿Qué nos mueve?
Si bien todas las artes impregnan la actividad humana moviendo emociones e intelecto, creando contenido con sus características estéticas, la música es el arte más sublime; está directamente e íntimamente vinculada a la naturaleza del ser humano. La necesidad de expresar diferentes formas de representación artísticas y musicales responde a necesidades primordiales donde la comunicación cumple un rol. El artista, a través de su creación además de transmitir emociones, transmite mensajes, invitando a sensibilizar, reflexionar sobre lo más sublime o lo más terrenal. Desde esta óptica, se convierte en una herramienta poderosa que puede cambiar o educar a una sociedad.
En medio de todo esto surge un gran desafío: comunicar la esencia de nuestro trabajo en la sociedad. Los artistas como actores de esta comunidad no están exentos de los padecimientos y embates cotidianos, pero cuando estos momentos lo impactan, crea.
Más allá de emprendimientos para subsistir, los músicos y artistas en general queremos seguir creando, haciendo música. Es por eso que estamos convocados a asumir el reto desde nuestras ventanas sin que la condición del tamaño represente una limitación.
Portales como Venezuela Sinfónica abren, modernizan y disponen oportunidades para ayudarnos en esa tarea de adaptación necesaria.
Extrañamos nuestras orquestas, nuestros conciertos, nuestros alumnos, al público en las salas. Llevamos “Fe inquebrantable” como mandato e inspiración del Maestro Abreu, pues “en la cultura subyace nuestra alma esencial e identidad profunda. De la medida en que sepamos iniciar a nuestros jóvenes y niños, y a todos nuestros ciudadanos, en la fascinante empresa de la innovación, la creación, y de la educación por y para el arte, dependerá decisivamente la calidad y dignidad de todos los futuros, y la posibilidad misma de honrar el inmenso desafío de ser y vivir dignamente en paz, justicia y libertad”.
Desde estos párrafos aplaudimos a todos los Artistas que no se rinden ante la adversidad.