Vía: EL Siglo Durango.com.mx | Por Sac-Nicté Calderón
Luis Quintero, guitarrista venezolano, participó en el V Festival Internacional de Guitarra “Santiago Billoni”
En la vida de Luis Quintero la decisión siempre fue clara: sería guitarrista, punto. Su primera influencia fue su papá, su primer ídolo el venezolano Alirio Díaz. Al escucharlo, decidió ser guitarrista clásico concertista, y así, empezó a estudiar a los ocho años. A los once, ofreció su primer concierto con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, en donde fue declarado “niño prodigio”. Estudió en The Juilliard School of Music y entre los premios que ha ganado, los festivales en los que participa y el “Festival Internacional de Guitarra y Academia Solistas del Mundo” que dirige, nunca ha parado de dar conciertos.
Si la infancia es determinante para lo que seremos al crecer, la de Luis Quintero siempre marcó con claridad el camino: la guitarra para él es más que un instrumento, es una compañera, un viaje, una maestra, y una manera de mirar, de escuchar, de sentir, de vivir.
¿Cuál es la principal diferencia entre la guitarra popular y la guitarra clásica?
La diferencia es que es más elaborado el trabajo, en la guitarra popular siempre es más limitado. No quiero hacerlo peyorativamente porque respeto mucho cualquier estilo, pero la guitarra popular es un poco más sencilla porque se toca un ritmo definido y se puede aprender más fácilmente. La guitarra clásica conlleva a un estudio más profundo de los estilos, si tú vas a tocar una obra del periodo romántico o barroco, hay que conocer más sobre él para tocarla de manera apropiada, como debe sonar, y en esa época no existía la guitarra como tal, tenemos antecesores cuyo repertorio se ha heredado, pero son otros instrumentos con otras dimensiones con otras cuerdas, y lo que hay que hacer son transcripciones, ¿qué significa? Tocar de un instrumento a otro a una obra, y trasladarla a la guitarra. Por ejemplo, nosotros tocamos obras de Bach, transcritas para la guitarra.
Es más común escuchar, por ejemplo, obras de Bach en orquestas y en violín, etc., ¿qué gana una obra así al tocarse en guitarra?
Yo diría que simplemente la majestuosidad y la grandeza del compositor se mantiene, porque es la misma música la que suena, lo que pasa es que tenemos la oportunidad de tocar a ese maestro en nuestra guitarra, lo cual es un honor, pero a veces la transcripción es más compleja, porque no ha sido escrita originalmente para el instrumento.
¿Cómo ha sido la evolución en su carrera?
Ha sido lenta y difícil. Uno tiene que hacer mucho sacrificio, por ejemplo el hecho de trasladarte a otro país para estudiar es muy difícil. También es difícil la carrera en sí porque los músicos académicos no calamos tan fácilmente en la audiencia. En la música popular, si pegas con una canción, te puedes volver famoso y ganar mucho dinero, con los instrumentos académicos es más difícil lograr eso porque no a todo el mundo le gusta la música clásica.
¿Cómo ve el panorama de la guitarra en Latinoamérica?
El movimiento guitarrista en Latinoamérica está más que solidificado. Cuando Andrés Segovia, el primer gran maestro concertista internacional de guitarra clásica, vistió a la guitarra de frac, le dio un carácter de guitarra solista cuando era considerada más como acompañamiento, Segovia empezó a buscar repertorio, a incentivar a otros compositores para escribir para guitarra, como es el caso de Manuel María Ponce, un extraordinario compositor mexicano.
Todavía en pleno Siglo XXI somos considerados, respecto a otros instrumentos como el violín y el piano, de menor rango, lo cual no estoy de acuerdo, la guitarra tiene un carácter polifónico y unos recursos tan extraordinarios como lo puede tener cualquier otro instrumento, pero es un prejuicio que existe y que nos ha costado quitarnos. Gracias al legado de Segovia surgió la plataforma y la guitarra empezó a considerarse como un instrumento no sólo solista sino de conciertos.
¿Qué tienen en común los guitarristas de México y de Venezuela?
Nos une que tocamos el mismo estilo de guitarra, pero los guitarristas latinoamericanos acostumbramos a tocar mucho el repertorio nacionalista y eso es muy bueno, tenemos la particularidad de dominar el repertorio clásico pero también música popular adaptada a la guitarra de forma académica, de una manera polifónica, con buenos arreglos, con contrapuntos, con armonía.
¿Cuál es el papel que deben desarrollar actualmente los guitarristas latinoamericanos?
Tenemos un compromiso con nuestros compositores. Hablo de compositores venezolanos, argentinos, y de cualquier parte, porque también ellos merecen una oportunidad de ser tocados, necesitan ser conocidos y nosotros somos el vehículo, si nosotros los ignoramos, pobrecitos de ellos. Entonces el compromiso es tocar obras latinoamericanas, de compositores académicamente formados, qué triste sería si nosotros no los tomamos en cuenta.