ABC de España / Nacido en París en 1980 y formado en los Estados Unidos, donde inició su triunfal carrera concertística, el director de orquesta, violinista y compositor Lorin Maazelha fallecido ayer en el estado norteamericano de Virginia. Su muerte, cuando tan cerca tenemos el adiós a Frühbeck de Burgos, se ha producido en el día en que se cumplían exactamente diez años de la de Carlos Kleiber y tres días antes de que se cumplan 25 años de la muerte de Herbert von Karajan . Se apaga otra de las más grandes batutas de la segunda mitad del siglo XX.
Maazel mostró capacidades musicales fuera de lo común desde edad infantil y a los doce años se presentó como director de orquesta en los podios de varias orquestas estadounidenses de primer rango. Leopold Stokowski , Serge Koussevitzky y Arturo Toscanini figuran entre sus mentores.
Su carrera directorial se desarrolló con similar vigor y éxitos en América y Europa. En 1960 fue el primer norteamericano que dirigió en el Festival de Bayreuth (“Lohengrin”), así como el director más joven de cuantos han pasado por el templo wagneriano.
Su debut en el Festival de Salzburgo se produjo en 1963, con “Don Giovanni” . Pronto se hizo aclamar en Madrid , donde dirigió a la Orquesta Nacional en febrero de 1956, semanas antes de cumplir los 26 años de edad, interpretando dos programas de la máxima exigencia, con obras de Mozart, Stravinsky, Scriabin, Rodrigo, Bartók y Ravel .
En el mismo año, triunfó apoteósicamente en el Festival de Granada , donde interpretó el “Concierto” de cello de Dvorak con nuestro Gaspar Cassadó . Desde entonces, y durante más de medio siglo, nos visitó con frecuencia y actuó al frente de las principales orquestas españolas y, en más ocasiones, dirigiendo a grandes orquestas europeas y americanas en gira: fue asiduo invitado en los conciertos de Ibermúsica , así como en los principales festivales internacionales de nuestro país.
En Madrid alcanzaron singular relieve sus conciertos en los años setenta al frente de la Orquesta Sinfónica de RTVE , así como su exquisita dirección de “El martirio de San Sebastián”, de Debussy, en el foso del Teatro de la Zarzuela, en 2002, con la Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Lejos queda y, por supuesto, reducido a categoría de anécdota, el “fiasco” de aquel “Bolero” de Ravel con la Orquesta Filarmónica de Viena, que fue una violenta sucesión de solos fallidos que motivó la más sonora protesta que seguramente se ha dado en el Auditorio Nacional… Es decir, que hasta podemos contar la rareza de un mal día en su gloriosa trayectoria.
En sus conciertos españoles, Maazel también se nos dio a conocer en otras facetas musicales: así, en 1969, en el Teatro Real, fue solista del tercer “Concierto” de violín de Mozart con la Orquesta Nacional y más cerca de nuestros días, ya en el Auditorio Nacional, dirigió una de sus obras orquestales. También entró, como compositor y director, en el campo del teatro: en 2005 estrenó su ópera “1984” en el Covent Garden de Londres, y otras óperas contemporáneas que contaron con dirección de Lorin Maazel fueron “Ulises”, de Luigi Dallapiccola, y “Un Re in Ascolto”, de Luciano Berio.
Grandes conjuntos sinfónicos y teatros del orbe filarmónico han contado con el maestro Maazel como director titular: ha dirigido las Óperas de Berlín y Viena , y ha sido director titular de Orquestas como la de Cleveland (sucediendo a Szell ), Sinfónica de la Radio de Berlín (sucediendo a Fricsay ), Pittsburgh, Sinfónica de la Radio de Baviera, Filarmónica de Nueva York (sucediendo a Masur), Sinfónica de la Radio de Baviera, Filarmónica de Múnich , Orquesta Nacional de Francia … En el último tramo de la carrera de Otto Klemperer le secundó como director de la New Philharmonia londinense. Su intensa relación con Valencia y el Palau de les Arts está bien cerca y, por lo demás, será objeto de glosa en estas páginas.
Lorin Maazel ha sido un prototipo de director moderno. Su depurada técnica se mostraba a través de un gesto extraordinariamente claro y preciso, autoritario y sugestivo, tan práctico de cara a los músicos que dirigía como brillante para el público. Persuasivo, para unos y otros.
Ha cubierto un repertorio amplísimo que comprende prácticamente todo el sinfonismo clásico, romántico y de los “clásicos” del siglo XX, con incursiones esporádicas en el barroco y en la música más actual. Sus versiones de Mozart, Beethoven, Brahms, Bruckner, Strauss y Mahler siempre han ofrecido rigor y fidelidad al texto, compatible esto con la presencia de puntos de vista personales. Las obras de Debussy, Ravel, Prokofiev, Stravinsky, Bartók … fueron objeto de análisis y de realizaciones de rara claridad. Por supuesto, el maestro Maazel deja copiosa discografía y no poco material videográfico que perpetuarán su memoria y servirán de ejemplo y estudio a las generaciones venideras.