Unas manos grandes y con dedos largos pueden enfrentar con mayor ventaja muchas de las obras difíciles del repertorio pianístico, pero al mismo tiempo hacen más complicado tocar determinadas piezas en las que hay que tocar rápidamente distancias cortas
Vía: www.mundiario.com
El tamaño de las manos no es obstáculo para tocar el piano. La técnica reside principalmente en el cerebro. Unas manos grandes y con dedos largos pueden enfrentar con mayor ventaja muchas de las obras difíciles del repertorio pianístico, pero al mismo tiempo hacen más complicado tocar determinadas piezas en las que hay que tocar rápidamente distancias cortas. A unas manos pequeñas les ocurre lo mismo, pero en las distancias largas del teclado.
La mayor dificultad que presenta el tener manos pequeñas, puede ser la rigidez que supone la extensión (interdigital) casi máxima de los dedos constantemente, especialmente en la muñeca. Las dificultades se salvan con trabajo, creatividad y pasión
En una mano no es necesario mirar tanto el tamaño como otras cualidades más importantes: su estructura y proporciones, musculatura, agilidad, flexibilidad.
Leopold Godowsky (1870-1938) suele ponerse como ejemplo de alguien que pese a tener manos pequeñas, logró desarrollar una técnica impresionante. Las manos de Godowsky eran pequeñas pero fuertes, muy flexibles, la palma ancha con dedos bastante separados, algo muy importante para contrarestar el efecto de no poseer dedos largos. Si un pianista no puede alcanzar una décima sin forzar mucho la mano, con mayor razón tendrá dificultades en tocar acordes de décima donde hay otras notas en medio.
Arthur Rubinstein tampoco tenía los dedos largos, refiriéndose a Godowsky, afirmó una vez: me tomaría 500 años desarrollar una técnica así.
Aquejado de una gravísima enfermedad ósea, el pianista francés Michel Petrucciani, se consagró desde la infancia de manera casi exclusiva al estudio del piano y acabó por convertirse en uno de los músicos de jazz europeo de mayor renombre de todos los tiempos. Dotado de un virtuosismo extremo, su estilo intimista y romántico, que partía de la escuela de Bill Evans-del que era un ferviente admirador-, combinaba con inteligencia el lirismo y la sutileza con un ataque poderoso y percusivo.
Unas grandes manos, de formación clásica, poseía Bill Evans que estaba más que familiarizado con la música de Liszt, Debussy o Ravel, cuyas técnicas compositivas asimiló y plasmó en su lenguaje pianístico. Caracterizado por la depuración técnica, por una pasión fría y por esa elegancia tan europea, pronto se hizo un hueco en la escena del jazz hasta entonces dominada por músicos negros.
El compositor Robert Schumann se ocasionó una lesión permanente en su mano, por tratar de “mejorar” la anatomía de sus manos al dormir con una cuerda atada desde el techo a uno de sus dedos.
La pianista española Alicia de Larrocha (1923-2009) es otro ejemplo que se suele citar cuando se habla de pianistas con manos pequeñas.
Las manos de Glenn Gould llaman la atención por su anatomía. Es posible que su largas manos y dedos contribuyan a la excepcional técnica “de dedos” que poseía Gould para lograr una ejecución pareja y diáfana, de una precisión admirable, aún al tocar a gran velocidad y sin uso de pedal, como lo requieren las obras de Bach. Sviatoslav Richter y Glenn Gould eran amigos y se profesaban mutua admiración.
Si analizamos la mano desde el punto de vista de la ingeniería mecánica, nos daríamos cuenta de cuántos “grados de libertad” realmente posee y cómo el rango de variación de cada uno de sus parámetros, determina en buena medida las posibilidades de su accionar. He aquí las principales características de la estructura de la mano:
- Anchura de la palma.
- Longitud de la muñeca al inicio de los dedos.
- Longitud de cada dedo.
- Nivel de uniformidad en las longitudes de los dedos.
- Separación entre los dedos.
- Firmeza de las falanges.
- Rango angular de movimiento lateral de la mano.
- Peso de la mano (tamaño y densidad de los huesos).
El anterior listado se refiere a características fundamentalmente óseas (determinan el “chasis” de la mano, para decirlo de algún modo. A estas características hay que añadir aquellas que provienen del “cableado” es decir, de músculos y tendones. Todo esto nos daría una descripción del “hardware” de la mano, de su estructura estática.
La parte dinámica proviene del sistema nervioso, es decir, del cerebro y los nervios que ponen en movimiento los músculos y tendones. La capacidad de coordinación de los movimientos musculares es la parte principal de la técnica (podríamos decir que es la parte de “software”) y está alojada en el cerebro.
Describir en qué consiste el talento que muestran los niños prodigios o aquellas personas que logran desarrollar en corto tiempo y sin demasiado esfuerzo una gran técnica, es asunto que pertenece a la neurociencia y aún estamos lejos de poder desentrañar estos misterios. Tal vez un factor sea el número de conexiones neuronales entre los dos hemisferios cerebrales.