La cellista, principal de la Sinfónica Municipal de Caracas, está de gira por Argentina, donde estrenará el “Concierto en Tango para Violoncello y Orquesta” del compositor uruguayo Miguel del Águila.
Por Ana María Hernández Guerra | ESPECIAL PARA VENEZUELA SINFÓNICA
La violoncellista venezolana Norma Aparicio debuta en el Teatro Provincial de Salta (Argentina) con la Orquesta Sinfónica de Salta, bajo la dirección del maestro Glenn Block. El concierto se realiza el jueves 15 de junio.
Aparicio es egresada del Conservatorio Simón Bolívar y de la Academia Latinoamericana de Violoncello, bajo la égida de Germán Marcano y egresada del Royal College donde obtuve el título de Licenciate with Distinction; y actualmente es principal de la Sinfónica Municipal de Caracas (OSMC). Igualmente comparte sus actividades musicales con la Camerata Barroca de Caracas, con la maestra Isabel Palacios, en el continuo “que anteriormente se hacía con la viola da gamba”.
Esta artista va a estrenar en Argentina una obra que ya fue escuchada en Caracas, bajo su propio arco y en el Teatro Teresa Carreño: el “Concierto en Tango para Violoncello y Orquesta” del compositor uruguayo Miguel del Águila.
-¿Cómo se dio la oportunidad de tocar en Argentina?
-La invitación viene a partir de otra fecha para tocar el concierto con la orquesta que dirige el maestro Rodolfo Saglimbeni –titular de la OSMC (Venezuela) y de la Sinfónica de Uncuyo (Argentina)-. Él hizo contactos para que pudiera ser tocado primero, y el próximo 30 de junio lo tocaré con él en Mendoza.
-Además del concierto ¿participará en alguna actividad pedagógica en Salta?
-Sí, el miércoles 14 haré una ‘masterclass’ abierta con niños y jóvenes. La idea es llevar a lo más profundo la forma de interpretar la música en Venezuela. Dejar en ellos tanto la técnica como los conceptos musicales a la hora de abordar una obra.
-Sobre la obra del maestro Del Águila, ¿qué le aporta al repertorio para violoncello?
-El “Concierto en Tango” tiene tanto que ofrecer musicalmente como técnicamente. Esta escrito de una forma tan estructurada que representa ¡un reto de teórico! Pero al irlo conociendo, se va adaptando a nuestras emociones y se vuelve natural. Es allí donde la música surge y brilla de una forma increíble. Es un concierto versátil, a veces técnicamente incómodo, pero lo hermoso de él pasa por encima de esas dificultades. No es común en la literatura del violoncello encontrarse con ritmos latinocaribeños tan destacados: diría que le viene bien al repertorio, que a veces tiende a ser excesivamente romántico o excesivamente clásico. Es un concierto que sabe combinar todos los elementos del cello en armonía, pero sin dejar a un lado la expresividad del instrumento.
-¿Ha tenido ocasión de estrenar otras obras para su instrumento?
-Este es mi primer estreno, es decir, la única obra que he estrenado, y ya por segunda vez. Sí tengo una pieza corta para guitarra y cello, de un joven compositor amigo de la vida, Óscar Orozco. Aún no la he tocado pero estará incluida en mis próximos conciertos. La obra se llama “Nosura”, y Orozco dice que su nombre viene de la combinación de mi nombre, Norma, y hermoSURA (risas).
-En estos tiempos, hay como una especie de dicotomía entre la calidad artística de un músico y la realidad que nos golpea ¿Qué opina al respecto?
-Primero que nada, creo que en el mundo entero los músicos “de mi talla” (y utilizo esas palabras para referirme a los que hacemos música clásica) no somos parte de la realidad en muchos aspectos. Por ejemplo, se le paga más a un jugador de fútbol que a una orquesta. Cada día son menos las instituciones o las personalidades que están dispuestas a patrocinar a muchos músicos como yo. Esa es la realidad, ¿por qué, en cambio deciden apoyar el reggaeton o a “Despacito”? Y ahí sí se encuentra una dicotomía: entre la calidad o la “talla” de música que hace, y la proyección y el apoyo que tiene. Mi situación es lo que hemos padecido los músicos como yo desde siempre, desde que se ha escrito la historia de la música misma, una prueba de toda la transformación que estamos viviendo todos en este planeta.
-Es difícil viajar desde Venezuela y mantenerse en el país, ¿qué la motiva a continuar y luchar por un país mejor?
–Me motiva mi hija, pues creo que es importante enseñarle a dar todo lo que nuestro ser es, y, pues Venezuela necesita gente que le devuelva lo que nos ha dado. Claro que hay un límite de tolerancia, sobre todo cuando ya se pone en riesgo la vida para ir a un ensayo. Mi lucha no es política, es espiritual: si le arrancas todas las raíces a un árbol se muere, y las raíces de nuestro país somos los músicos, los médicos, los ingenieros, todas las personas trabajadoras; el arte, la ciencia y todo debe unirse para hacer un árbol grande y hermoso. Si todos nos vamos, nuestro país sería solo leña.
-¿Qué le aporta el hecho de ser integrante de una orquesta?
–Me aporta conocimiento, experiencia, dinámica de trabajo y sobre todo constancia. En la OSMC soy principal, así que siempre debo estar a la altura de todas las obras y los solos, como el que hice hace unos meses en “El Lago de los Cisnes” de Tchaikowsky. Hay muchos solos insertados en grandes obras, “Las variaciones concertantes” de Ginastera, que tocamos hace unos años, es un solo de audición a nivel mundial. Es una oportunidad más para enfrentarse al público.
-¿Luego de Argentina, qué otros destinos le deparan para este año?
-Este año por ahora solo será Argentina, muchos proyectos en Venezuela, pero ¡no se sabe qué nos depara el universo!