Escrito por Susana Gaviña | Vía: ABC.es
La directora de la Escuela Superior de Música Reina Sofía habla con ABC sobreel incierto futuro de esta institución educativa de alto nivel y reclama que no se demore más la Ley de Mecenazgo
Paloma O’Shea, durante la entrevista en la Fundación Albéniz © isabel permuyEl anuncio hace unas semanas de la inauguración de un nuevo curso de la Escuela Superior de Música Reina Sofía sirvió a Paloma O’Shea, su directora, como excusa para hablar del incierto futuro que se cierne sobre la institución, que no ha permanecido ajena a los efectos de la crisis. La bajada del patrocinio privado (5%) y la disminución «sin previo aviso» del apoyo de las administraciones públicas (en los últimos años ha pasado de un 13% al actual 6%) ponen en riesgo mantener el mismo nivel de calidad, que ha sido su santo y seña durante estos años. Algo que podría desembocar, si la situación no cambia, en un futuro cierre de la Escuela.
«En realidad, yo me refería, no solo a la Escuela, sino a todas las instituciones que hacemos cultura y educación desde el mundo privado –explica Paloma O’Shea a ABC en su despacho de la Fundación Albéniz, de la que depende la escuela–. Si quieres tener lo mejor, tienes que contratar con años de antelación, y no se puede trabajar seriamente cuando tus socios te dicen de un día para otro que ellos no pueden cumplir su parte. Hablé de cerrar, evidentemente, si me veo ante la imposibilidad de ofrecer la enseñanza de calidad que estamos obligados a ofrecer. Ya hemos reducido todos los gastos posibles; reducir más atentaría contra la calidad de la enseñanza y a eso sí que no estoy dispuesta. Antes cierro la Escuela. Tenga en cuenta que esta Escuela está especializada en dar salida a los chicos con talento excepcional y solo puede funcionar con la máxima calidad».–También ha pedido al Gobierno que no demore más la aprobación de la Ley de Mecenazgo. ¿Esta ley salvaría a la Escuela?
–No sé si la salvaría, pero el hecho es que la Ley de Mecenazgo es una asignatura pendiente de este Gobierno. También de todos los anteriores, que la anunciaron todos y no la hizo ninguno, pero de este Gobierno más si cabe, porque preconiza un modelo liberal de gestión de la cultura y eso es imposible si no se proporcionan los instrumentos adecuados. El Gobierno sigue teniendo la responsabilidad de que el sector de la cultura funcione bien. Y no olvidemos que la cultura representa un 4 por ciento del PIB.
–La Fundación Albéniz ha sido un ejemplo a la hora de buscar dinero privado durante dos décadas. ¿La aprobación de la ley supondría un paso hacia la ampliación de la institución?
–De lo que se trata ahora es de tener el instrumento legal que nos facilite la tarea de sustituir en parte la aportación del Estado, que ha dejado de ser significativa. Es una necesidad de primera instancia, de supervivencia, para muchas instituciones. Por otra parte, hablando en términos generales, una Ley de Mecenazgo, si está bien hecha, será un instrumento magnífico para que crezca todo el sector de la cultura.
–El secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, señala al Ministerio de Hacienda como responsable de la paralización de la ley. Ante la crítica situación económica que atraviesa España parece inevitable que no se considere a la Cultura una prioridad.
–Si lo que pretendemos es arreglar el país a medio y largo plazo, la Ley de Mecenazgo se traduciría en algo muy positivo para las cuentas del Estado, porque se dinamizaría el sector y aumentaría la actividad y la recaudación, como se ha comprobado en otros países de nuestro entorno que han tenido la valentía de dar este paso. Y si existen prevenciones de carácter económico por parte del Ministerio de Hacienda, lo que creo hay que hacer es ponerse a trabajar. Ver cómo articular la Ley de tal forma que su impacto no vaya más allá de lo aconsejable. Hay que trabajar en definir el alcance de la Ley, establecer topes, decidir qué tipo de instituciones pueden acceder a ella en función de la rentabilidad social que produzcan… Hay muchas maneras de asegurarse que el resultado final de la Ley resulte beneficioso, y no gravoso, para el Estado.
–El abuso del dinero público, la llamada cultura de la subvención, ¿se ha convertido en su propio verdugo al no ser capaces de generar otros instrumentos de financiación?
–Yo creo que en España no ha habido nunca una cultura de la subvención tal como usted la plantea. Al menos en el sector de la música. Al contrario, la subvención ha sido más bien escasa. En la Fundación Albéniz, la participación del Estado no ha pasado nunca del 13 por ciento, en los momentos de bonanza. Y le puedo asegurar que, en cualquier otro país europeo, un proyecto como este habría tenido un 25 o un 30 de apoyo público. Eso, por no hablar de los centros análogos al nuestro en Barcelona o el País Vasco, la Esmuc y Musikene, en los que el Estado, en este caso el Gobierno utonómico, asume el cien por cien del proyecto.
–Cuando se habla de mecenazgo se piensa siempre en las grandes fortunas. ¿No cree que sería necesario también concienciar al ciudadano de que debe contribuir?
–El pueblo español ha sido siempre generoso en líneas generales y en la medida en que ha podido. Y tradicionalmente, en los últimos tres siglos, la verdad es que ha podido muy poco, por la escasez objetiva de recursos. Quizá por eso, no lo sé, carecemos de una tradición en este sendito como la que existe en Estados Unidos o en el mundo anglosajón en general. Pero, en términos absolutos, yo diría que el espíritu de solidaridad de los españoles es muy alto.
–En España, aunque lentamente, está empezando a cobrar fuerza el crowdfunding/micromecenazgo. ¿Qué opinión le merece este sistema de financiación?
–Cualquier fórmula nueva de financiación tiene importancia, y más si se desarrolla en la red, en la aldea global, pero ese tipo de movimientos yo los veo más apropiados para proyectos específicos, con fines muy concretos y no tanto para proyectos como este, de dar cauce a los jóvenes músicos con talento diferencial.
Buenos profesores para formar grandes músicos