Plácido Domingo es pura vitalidad. No para. El tenor y barítono, que a sus 74 años trata de mantenerse en forma, puede presumir de haber alcanzado la cima y mantenerse. Optimista por naturaleza, asegura que todavía mira con ilusión hacia delante.
Vía: www.levante-emv.com | VÍCTOR A. GÓMEZ
¿Uno de los lemas de su carrera podría ser «Nunca mirar hacia atrás, nunca detenerse»?
Sí, estaría de acuerdo con ese lema… La verdad es que siempre miro hacía adelante y estoy entusiasmado con el presente. El glorioso pasado es el que me ha traído hasta aquí y siempre lo valoraré con orgullo. En cuanto a detenerse, ya dirá Dios, pero hasta el momento le soy agradecido por lo que me ha concedido y por poder seguir a mi satisfacción y la del publico.
¿Es frustrante tener una cabeza que va a mil revoluciones y saber que el cuerpo ya no la acompaña a la misma velocidad, o lo tiene asumido desde hace tiempo?
Como decía antes, la voz algún día dirá: «Hasta aquí». Pero dirigir y seguir cultivando nuevas voces a través de los programas de Jóvenes Cantantes de Los Ángeles, Washington y Valencia, así como a través del concurso de Operalia, lo seguiré haciendo con gran entusiasmo y determinación hasta que el cuerpo aguante. Sí es verdad que Dios y el cuerpo me han mandado señales de cautela, y me cuido más y más cada día. Ya estoy bien entrado en los 74 años pero consciente de lo que se puede y ya no se puede.
De ahí el titular de un artículo reciente del «New York Times» a propósito de usted: «Plácido desafía la gravedad de la edad». ¿Cómo lo hace? ¿Trabajo, genes?
Como decía antes, con entusiasmo en mi trabajo, compañerismo siempre y mucha paciencia. Siempre estoy estudiando, como joven universitario, siempre tengo una partitura o dos bajo el brazo.
Suele sugerir que su carrera es más grande que su talento. ¿Qué otros factores han entrado en juego, además de su talento, para lograr su trayectoria?
A menudo lo he dicho: yo no fui un tenor nato; me tuve que inventar los agudos y trabajarlos mucho, al contrario de la mayoría de los tenores de entonces y de ahora, que tienen sus agudos altos, naturales, fáciles y muy bonitos. Mi voz era mas abaritonada y ahora estoy volviendo a un círculo completo. El talento lo recibí con emoción, pero la carrera de más de 50 años que he venido haciendo ha requerido de mucho esfuerzo, mucho trabajo, mucho estudio… Pero no me siento único o solitario en esta filosofía: todo artista que sabe lo sacrificado de esta carrera y merece toda adulación y comprensión. Siempre lo he dicho y lo seguiré diciendo.
Es curioso: jamás se le ha conocido un fracaso o una mala etapa profesional…
He tenido mejores funciones que otras a lo largo de mi carrera y, aunque no dejo que me afecten, mejores críticas que otras, pero no creo haber vivido nunca un fracaso. Hay altas y bajas como en todo, pero hay que mirar hacia delante y seguir tu camino. Tropiezos los tenemos todos, pero fracaso es una palabra demasiado fuerte para lo que hacemos los artistas.