Vía: www.abc.es/ Por M. MOREIRA
El cantante interpretará este papel por primera vez en España en la apertura de la X temporada lírica de Les Arts.
Cada vez que Plácido Domingo anuncia una nueva producción operística en Valencia, la ciudad se revuelve. Las entradas se agotan rápidamente y los periodistas de todo el país se apresuran por asegurarse un asiento en el estreno. El próximo sábado, con ocasión de la inauguración de la décima temporada lírica de Les Arts, la expectación está doblemente justificada, puesto que veremos al cantante madrileño asumir por primera vez en España el papel de barítono de MacBeth, en lugar del de Macduff, escrito para tenor en la partitura original de Giuseppe Verdi.
Este drama en cuatro actos, basado en la obra homónima de Shakespeare, llega a Valencia con una coproducción de la Ópera de Roma y el Festival de Salburgo que cuenta con el húngaro Henrik Nánási como director musical, así como con un elenco de destacados cantantes verdianos: la mezzosoprano Ekaterina Semenchuck, en el sombrío papel de Lady MacBeth; Goirgio Berrugi, como Macduff, y Alexánder Vinogradov, quien ya debutó en Valencia en el “Don Giovanni” de 2006 bajo las órdenes de Maazel.
Domingo, que atendía este martes a los medios con voz algo carraspeada, asume a sus 74 años un nuevo reto artístico. No puede llamarse de otro modo al riesgo de no alcanzar con este papel protagonista la excelencia que se le atribuye a sus célebres interpretaciones como Macduff (el contrapunto moral a MacBeth en esta historia de matanzas, traiciones y sed infinita de poder). El cantante asume el lance con determinación, pero no sin nervios; porque como reconoce él mismo, “trabajar como director de orquesta es agotador físicamente, pero lo que me pone más nervioso es cantar, ya que es en esa faceta donde el público me exige más”.
El debut como barítono de Domingo se produjo en febrero de este año en la Staatsoper de Berlín, con Daniel Barenboim como director. El espectáculo gozó del favor de la crítica, pero en opinión del cantante la producción que ahora acoge Valencia es más interesante, puesto que incorpora la escena final de la primera versión escrita por Verdi en 1847. En ella, el maléfico rey de Escocia toma conciencia del alcance de sus errores, concluyendo esta sangrienta tragedia con un contrapunto de humanidad.
Henrik Nánási, a quien conocimos en Valencia en 2014 a través de un logrado “Castillo del duque Barbazul” de Bartók, ha tratado de seguir a pies juntillas las detalladas instrucciones que dejó Verdi en esta partitura, que en su día se consideró rompedora. Verdi escribió esta obra poco después de haber perdido a su esposa e hijos, y antes de saltar definitivamente a la fama con sus grandes éxitos: “Rigoletto”, “Il Trovatore” y “La Traviata”.