Agradecemos a la pianista venezolana Clara Rordíguez por escribir este artículo y compartirlo desde su blog: pianistclararodriguez.wordpress.com/ Invitados a leerlo
Frédéric Chopin (1810-1849)
Para los pianistas cada armonía e idea musical de este compositor nos hace literalmente “derretir”, la reacción es tanto física como química. Nos lleva a la nostalgia, o algo parecido, nos arruga el corazón y eso nos gusta! es como si abrieramos constantemente ventanas con miradas hacia caminos del inconsciente que vemos quizás de forma borrosa, él nos enfoca la imagen. Hay algo de lo que estoy tratando de decir en la famosa cita de Oscar Wilde: “Después de tocar Chopin, me siento como si hubiera estado llorando por los pecados que nunca he cometido, y el duelo por las tragedias que no son mías.”
Puedo decir con mucho gusto que mi profesora Phyllis Sellick estudió en Paris con Isidor Philipp, quien fuera alumno de Georges Mathias uno de los más connotados alumnos de Chopin lo que me acerca directamente al legado del venerado músico.
Estoy segura que no es necesario leer o saber nada sobre cómo fue compuesta la obra de este compositor para poder amarla pero de todas maneras he tenido el impulso de escribir algo sobre piezas que han vivido conmigo por muchos años, que he estado estudiando, tocando en conciertos y que grabé en un CD en el 2008.
La producción creativa de Chopin tiene la influencia de cuatro elementos fundamentales que aunque son opuestos se amalgaman y se revalorizan en ella: Polonia: de madre polaca, nació y fue educado allí; Francia: su padre era francés y éste fue el país en donde se residenció desde los 18 años hasta su muerte; los otros dos son el clasisismo y el romanticismo.
En términos del clasisismo, hay una rigurosidad en la lógica, la claridad y las proporciones de sus piezas. Hay que recordar que Chopin recibió su educación musical de dos maestros – Wojciech Zywny y Joseph Elsner- que lo ayudaron a que conociese profundamente la obra de Bach y de Mozart. Así vemos en su música una dosis fuerte del fenómeno que quiero llamar Ave Fénix ya que sus largas y lánguidas melodías -con sus juegos de tensión y relajación de los intervalos- al recorrer una distancia considerable y antes de llegar a término, renacen transformadas. Las curvas melódicas de sus obras se nutren de su admiración por el bel canto de Bellini y Rossini y sus acordes obedecen a una especie de goce sensorial netamente francés.
El aspecto romántico está dado por el empleo de la modalidad que en Chopin corresponde a una necesidad interior y que sirve su voluntad de querer ser un músico nacionalista
Chopin compuso Mazurcas y Polonesas a lo largo de toda su vida, por un sentimiento patriótico seguramente y tambien como una exploración personal de la música popular, música que por demás Chopin amaba, estudiaba y la cual se encuentra presente, ya sea de manera subterránea o inmediata dentro de toda su obra.
Para el CD grabé la Mazurka Op. 24 No 4 porque es una muestra del talento narrativo de Chopin y la escogí a pesar de ser más temprana que el resto de las piezas presentes en esa colección porque contrasta con el carácter oscuro e improvisatorio de la Mazurka Op. 63 No 2.
A veces los títulos de muchas de sus piezas han podido ser trasladados a otras. Por ejemplo, las fantasías hubiesen podido llamarse baladas o algunos estudios lentos, nocturnos. Chopin mismo habla del dilema que varias veces sintió en cuanto a qué título ponerle a sus piezas. En una carta a sus padres dice que ha compuesto la Sonata de cello, la Barcarolla y ¨otra cosa que no sé cómo titular¨. Se estaba refiriendo a la Polonesa-Fantasía Op. 61. Efectivamente fantasía es la palabra clave en ésta pieza, aún cuando ella presente alusiones rítmicas de la polonesa. Es una obra mas audáz y compleja que las otras polonesas y fue escrita en Nohant, Francia, en 1846 durante su último verano en la casa de George Sand.
El término fantasía también le permitía a Chopin explorar cualidades de carácter narrativo, musicalmente hablando, sin tener que plegar su discurso a un programa específico, la forma libre de éstas composiciones lo impulsaba a darle rienda suelta a su imaginación.Es interesante notar que aunque Chopin tuvo una estrecha amistad con los mas grandes poetas polacos de su tiempo –Mickiewcz, Slowacki, Kransinski- y con el pintor Delacroix, detestaba que la gente tratara de encontrar explicaciones extra-musicales o significados relativos a lo que lo había podido llevar a escribir alguna obra. A uno le dá la impresión de que él destilaba para su música lo que su observación de la vida misma o de una obra de arte le hubiesen podido producir. De allí el carácter abstracto y puro de su música, quizás comparable a la de Beethoven en ese sentido.
De Chopin siempre se piensa que sólo escribió piezas cortas, sin embargo sus dos conciertos para piano y orquesta y sus sonatas son grandes obras cíclicas. Ellas son clásicas en el sentido de que presentan una completa armonía dentro de sus elementos, entre la forma y el contenido.
La Sonata Op. 58 No 3 está compuesta por cuatro movimientos. El Allegro maestoso se caracteriza por tener un primer tema sumamente épico el cual contrasta con el segundo mucho mas lírico e “italiano”.Este movimiento tiene un razgo fudamentalmente no-beethoveniano ya que su primer tema no está presente en la recapitulación, la razón puede ser el número de veces que se escucha en la exposición y en el desarrollo mismo, sólo aparece una vez mas en sus compases finales. El segundo movimiento es ligero y luminoso, con una interesante construcción contrapuntística es su sección central. El Largo comienza con la nota final del Scherzo (Mi bemol=Re sostenido) y modula hacia la tonalidad principal de Si mayor, éste es considerado como uno de los nocturnos mas inspirados de Chopin. El Finale cierra la obra con una tarantela centelleante y triunfal.
La Barcarolla, con su alusión a Venecia, utiliza ésta idea rítmica y quizás visual, sólo como punto de partida para una exploración de tejido entre forma, estructura y diferentes voces en contrapunto. La indicación “esfogato” de la cadenza central es una alusión a un´color´ y con esto sumado al estilo de la pieza nos da la ilusión de haber pre- iluminado el camino de los compositores impresionistas.
El Nocturno Op. 62 No1 con su carga armónica de comienzos abruptos y episodios en trinos es uno de los 14 nocturnos escritos por Chopin que aunque se dice que no le interesaban las composiciones de otros, parece haber modelado éste géenro de música melancólica sobre el trabajo del irlandés John Field.
La 4ta. Balada representa un concentrado del tratamiento que Chopin hace en cuanto a forma, estilo y narración. Ella engloba la formas de la sonata, el rondó y las variaciones, con racimos de expresivas melodías y entradas fugadas. Su incisiva coda pareciera liberar todas las tensiones y conflictos que la preceden dentro de un carácter de quemante virtuosidad.
El período en que fueron compuestas las obras en cuestión fue dramático en la vida de Chopin; la pérdida de su amigo Jan Matusysnky por tuberculosis, la tensión y eventual ruptura de su relación con George Sand así como el declive moral que su propia enfermedad le proporcionaba.
Hoy se consideran estas obras como la cima del repertorio pianístico y aunque Chopin exploró a lo largo de su vida las posibilidades técnicas y expresivas del piano, centrando su genio creativo en ese sólo instrumento, es imposible pensar que sus otras composiciones, inclusive las tempranas, son menos importantes. Creó así un riquísimo universo de incomparable diversidad de sonidos y emociones a través de toda su creación.
Sin ninguna duda, Chopin es el alma del piano y ha sabido meterse en el alma de los pianístas con sus infinitas dificultades pero de reultados de elevadísima factura verdaderamente artística.