Prensa OSV | Fotografía Victor Álvarez
La Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV), Patrimonio Artístico y Cultural de la Nación, presentó el 16 de Abril a las 6 p.m. en el marco de su 85 Aniversario el primer concierto SERIE INTERNACIONAL del 2015 en el escenario de la Sala Ríos Reyna, su sede permanente en el Teatro Teresa Carreño. En esta oportunidad el repertorio estuvo dedicado a dos grandes compositores rusos que nos legaron obras inolvidables.
Bajo la dirección del joven y versado director venezolano Joshua Dos Santos, su batuta estemeció a todos con las obras Cuadros de una Exposición de Modest Músorgski y luego, Concierto para Piano N°1 de Piotr Ilich Tchaicovsky. Para la segunda pieza, el reconocido pianista Arnaldo Pizzolante, el gran solista de la noche y con quien la OSV se reencontraba tras haber sido por 18 años consecutivos, nuestro pianista.
Cuadros de una exposición es una famosa suite de 15 piezas, compuesta por Modest Mussorgsky en 1874. Escrita originalmente para piano, es muy conocida en la versión de orquestación y arreglo que hizo el reconocido compositor francés Maurice Ravel.
Músorgski sobresale por ser integrante del grupo Los Cinco, ya que su nombre se asocia inmediatamente al Nacionalismo Ruso, junto a otros grandes compositores como Glinka, Balákirev, Borodín y Cuí. En sus obras, todo el espíritu ruso quedó plasmado, incluso en el carácter de estos compositores que se consideraban a sí mismos “por afición”, pues estaban claros que no era posible mantenerse económicamente a través de la composición, dedicándose en vida a otras actividades. Músorgski compuso esta obra conocida al principio como Suite Hartmann, en honor a una exposición póstuma de diez pinturas y escritor de su gran amigo, artista y arquitecto Víktor Hartmann. Así que “dibujó en música” alguno de los cuadros expuestos.
El Concierto para Piano y Orquesta N º 1 en Si Bemol Menor, Opus 23 fue escrito por el compositor Tchaicovsky entre 1874 y 1875. Se estrenó en Boston, Estados Unidos, en 1875. El compositor lo dedicó al pianista Hans von Bülow, luego de ser rechazado por Nikolái Rubinstein, quien con el tiempo cambió de opinión. Es muy apreciada la versión que hiciera Artur Rubinstein. Desde entonces, se ha convertido en una obra que suele interpretarse habitualmente y que goza del aprecio del público por su extraordinaria belleza, sonoridad y calidez, donde el pianista adquiere todo protagonismo a través de la mayor expresión de su talento.
El público asiduo de la Orquesta Sinfónica de Venezuela aplaudió de pie y ovacionó por una ejecución magistral.