Vía: Clarín.com | Escrito por Sandra De La Fuente
Entre varias anécdotas, el italiano asegura que “hoy el mundo de la ópera se compone de 40 óperas que circulan siempre cantadas de la misma manera” y que puede “enseñarle a un policía de tránsito a dirigir una orquesta en 5 minutos”.
El ya legendario director Riccardo Muti regresa a Buenos Aires para dirigir el estreno local de I due Figaro , la ópera de Saverio Mercadante que subirá al escenario del Colón esta noche.
Recién llegó de Ezeiza, apenas ha dejado el equipaje en su habitación del Alvear, pero se acerca a la confitería con aspecto impecable y excelente humor, con la mejor predisposición para repasar las más diversas anécdotas de su vida con lujo de detalle y una gracia única.Le agrada saber que todavía se habla de lo que sucedió la noche del 12 de marzo del 2011 cuando, a 150 años de la reunificación de Italia, dirigió Nabucco en la Opera de Roma y, tras pronunciar durísimas palabras en contra de Berlusconi –presente en la sala- y su política de recortes al presupuesto cultural, hizo cantar el Va Pensiero al teatro completo.
“Fue conmovedor. El Va Pensiero significa la italianidad misma. El público siempre pide que lo repita, pero yo me niego, porque vengo de la tradición más moderna, la de Toscanini, que prohíbe las repeticiones para no afectar la continuidad de la obra”, explica. “Sólo una vez, en el ‘86, había aceptado repetirlo y la decisión causó una discusión mediática enorme, salió en la tapa de todos los diarios. Así que yo sabía que, de hacerlo, el impacto iba a ser enorme. Los recortes estaban matando a los teatros. Muchos estaban por cerrar. Aproveché la ocasión para puntualizarlo. En el Va Pensiero el pueblo habla de su tierra perdida. ¿Quieren nuestros políticos que lloremos por nuestro país perdido? ¿Seremos un país perdido? Con esas políticas Italia ya no sería el país de la música sino, en el mejor de los casos, el país de la historia de la música; “el país del bel canto” era ya una frase vacía.
La repercusión fue inmediata y universal ¿Tuvo la respuesta política que deseaba?
Sí. Dos días más tarde, el presidente del Tesoro Nacional abrió la billetera y el teatro fue salvado. Pero ya que esto viene a cuento, me gustaría contar la experiencia que tuve hace muy poco en Reggio, Calabria, una de las ciudades más peligrosas de Italia, donde gobierna la mafia. Yo estaba con la orquesta Cherubini cuando un señor se me acercó, me pidió que fuera a escuchar una banda en un pueblo de Aspromonte. Me interesó el tema porque sabía que las bandas de esos pueblos estaban desapareciendo. Las bandas fueron fundamentales en los tiempos en que no había discos, la gente aprendía música escuchándolas. Y en este pueblo perdido habían armado una nueva banda con 80 jóvenes. El grupo era tan bueno que me decidí a dirigirlos en el festival de Ravenna. Desde ese momento las bandas recuperaron algo de su vitalidad. El 1° de julio volví a Calabria y dirigí una banda de 1.000 jóvenes. La educación es la mejor política contra el crimen.
Además de estas causas políticas, parece enrolado en una netamente musical, la de recuperar un repertorio abandonado. Cuénteme las razones que lo llevaron a recuperar óperas como “I due Figaro”.
Le aclaro que no es mi intención usar el podio para causas políticas, pero, por desgracia, hay momentos en que resulta imprescindible hacerlo. Respecto del otro punto, todo empezó cuando con mi familia nos mudamos a Nápoles. Allí hay un gran conservatorio y una de las mejores bibliotecas musicales del mundo, con los manuscritos de los más grandes compositores italianos. Yo estudiaba piano y pasaba horas en esa biblioteca que es un monasterio del siglo XVII, con una atmósfera mágica. Me preocupaba que todos esos manuscritos durmieran allí sin que nadie los conociera, obras buenas pero olvidadas, de los tiempos en que la gente veía óperas como hoy ve cine. Había mucho material. Pero lamentablemente hoy el mundo de la ópera se compone de 40 óperas que circulan siempre cantadas de la misma manera. Y lo cierto es que si uno ignora esa escuela napolitana, está dejando de lado una parte muy importante de la historia. El problema es que para redescubrir esas obras es necesario contar con un nombre que sea escuchado, una orquesta dispuesta y un lugar. Yo pensaba en todo esto cuando era un estudiante de piano, sin imaginar que me convertiría luego en un director de orquesta y menos que tendría el nombre suficiente para embarcarme en un proyecto semejante. Pero todas las cosas se dieron como para que pudiera llevarlo a cabo.
¿Cómo es “I due Figaro”?
Una especie de Bodas de Fígaro más compleja, con aires españoles. Es interesante que un compositor de Altamura se haya compenetrado tanto con la cultura española que llegara a hacer una obertura con danzas locales. Mercadante fue ídolo musical en su tiempo.
¿Por qué si era tan interesante cayó en el olvido?
Por las mismas razones que hicieron que Haydn no tuviera para el mundo el valor que merecía: el problema de Haydn fue Mozart y el de Mercadante fue Verdi.
Antes decía que cuando estaba en el conservatorio no pensaba que iba a ser director de orquesta.
¿Cuál imaginaba que sería su futuro?
En mis tiempos era el padre quien elegía la profesión de los hijos. Yo debía ser abogado. Estudié derecho, pero ya era pianista cuando el director del conservatorio me dijo que mi manera de tocar no era la de un virtuoso sino la de un director, que tenía un pensamiento sinfónico sobre las obras.
¿Sus padres aceptaron que no fuera abogado?
Cuando vieron que tenía un futuro con la música se sintieron tranquilos. Mi madre vio mi debut con el Maggio Musicale Fiorentino, en el ‘68 -yo tenía 27 años-. Estuvo también en Salzburgo, en el ‘71. Mi padre vivió mucho más que mi madre y me vio en Filadelfia. Mi padre era un gran cantante, adoraba la ópera, le gustaba el verismo. Se emocionaba cuando me veía dirigir. Pero, claro, teníamos nuestros desacuerdos respecto del mundo operístico.
¿Por?
El era de la vieja tradición, le gustaban los exceso de la ópera.
¿Le gustaba que repitiera el “Va Pensiero”?
¡Claro, entre muchos otros!