La cornista de la Filarmónica de Berlín ofrecerá un concierto mañana, a las 5:00 pm, en la Sala Simón Bolívar, con la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, dirigidos por el maestro Andrés David Ascanio
Prensa El Sistema
Con una inmensa sonrisa, Sarah Willis abre la puerta de su camerino en el Centro Nacional de Acción Social por la Música. Desde hace dos semanas se encuentra en el país —gracias al auspicio del Hilti Foundation, a través del Conservatorio Itinerante Inocente Carreño—, en donde ha ofrecido clases magistrales. Cerrará su visita con el concierto Mozart y Mambo – Cuban Dance, que se realizará el viernes 17 de febrero a las 5:00 pm en la Sala Simón Bolívar, junto con la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, dirigida por el maestro Andrés David Ascanio.
Más que educar, prefiere inspirar, dice y asegura que se va del país llena de pasión y de energía. La conmovió ver tocar a los niños y jóvenes de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela. “En el concierto del domingo, cuando vi los rostros de los niños de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela… tocan con todo su corazón como si no hubiera nada mejor en todo el mundo. Conocen el poder de la música. Puede ser que algunos de estos niños no se conviertan en músicos, pero han aprendido estas lecciones para la vida: lo importante que es ser parte de un equipo, escuchar, apoyar, no criticar, disciplina para practicar, disciplina y ritmo, no tocar más fuerte que la persona que está a tu lado. Son cosas importantes para la música y también para la vida”.
El repertorio del concierto está integrado por piezas como Camino entre lo sutil y lo inerrante, del maestro Alfredo Rugeles; Concierto para Corno N°3, de Mozart y un arreglo de la misma pieza, Rondó alla Mambo; así como la Sinfonía N° 1 en Re Mayor de Serguéi Prokófiev.
-¿Cómo estuvo la clase con la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela?
-Cuando conocí a los niños, no estaba segura de cuánto sabían sobre mí, sobre lo que hago. Y cuando entré a la sala y dos de ellos comenzaron a llorar, me emocioné mucho. ¡Sabían quién era yo! y debe ser por el poder del internet. Estaban emocionados y sentí de inmediato una fuerte conexión con ellos. Les tomó un tiempo dejar de ser tan tímidos pero al final de la clase sentí que nos habíamos unido. Realmente fue muy hermoso y creo que durante la clase cada uno de ellos hizo progresos. Ellos mejoraron, hablamos mucho, nos reímos mucho, ¡hasta lloramos! Me hicieron llorar al final. Hubo una niña, Fabiana, que tocó el solo de corno de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, fue hermoso. Fue maravilloso trabajar con ellos, son muy talentosos. Y el hecho de que sean muy talentosos también me demuestra que la enseñanza del corno aquí en Venezuela debe ser un estándar muy alto, los profesores deben ser muy buenos y hacen un trabajo grandioso con estos niños tan pequeños.
-Además de impartir las clases, estuvo presente en el concierto del domingo ¿Cómo ve el nivel de la SNIV?
-La energía que emana de esta orquesta es increíble. Realmente me emocionó mucho porque recuerdo mis días de orquesta juvenil y esta sensación de estar sentado en el escenario, tocar un concierto y sentir que mi corazón iba a estallar de emoción y amor por la música. Y también por mis compañeros músicos, porque la música es mejor cuando puedes tocarla con otras personas. Empecé tocar en casa cuando tenía 14 años de edad, así que ver a niños de entre 10 y 15 años tocando estas piezas difíciles tan bien, a un nivel tan alto, y con tanto amor y pasión hizo que mi corazón quisiera explotar.
-¿Esta es su primera visita ¿qué sabía de El Sistema antes de venir?
–Gustavo Dudamel es un buen amigo mío y seguí su carrera desde el principio cuando estaba en Berlín estudiando con Claudio Abbado y luego con Simon Rattle. Yo era nueva en la Filarmónica de Berlín en ese momento y recuerdo que Simon me dijo “este chico tiene mucho talento”. Luego conocí al Maestro Abreu y me lo encontré muchas veces en Berlín. Lo que conocía de El Sistema lo sabía por las películas, por hablar con Gustavo, por haber conocido al Maestro Abreu, pero también por algunos miembros de la Filarmónica de Berlín que habían estado en Caracas. Pero creo que no puedes entender el poder, la organización tan increíble, hasta qué has estado en este edificio (el CNASPM). Lo que escuchas afuera sobre El Sistema es acerca del espíritu de unión y lo experimentas aquí: no solo se trata de música sino de la unión de las personas a través de ella. Estar en este edificio, sentir el espíritu del Maestro Abreu en cada rincón, conocer de dónde vino mi amigo Gustavo, ha sido muy emotivo para mí.
-¿Qué le ha parecido el país? ¿Qué es lo que más le ha gustado?
-Muchas cosas, sin embargo he estado tan ocupada que no he podido conocer mucho aunque sí he comido arepas, cachapas, chocolate y café venezolano ¡very, very good! Me gustó la comida. Me encanta el clima, en este momento en casa es invierno y es muy frío. Además, soy fanática de las aves así que me emociono muchísimo cuando veo una guacamaya volando y una noche vi a una señora en la parte superior de su edificio alimentando las guacamayas ¡y me emocioné mucho!
-¿Qué le emociona más de enseñar?
-Enseñar para mí no es simplemente decir “demasiado plano, demasiado agudo, demasiado lento”. Pongo toda mi alma en enseñar, lo cual a veces me cansa mucho, pero tuve mucha suerte de tener muy buenos maestros. Creo que los primeros maestros son muy importantes para transmitir este sentimiento de pasión a un músico joven y la filosofía de mis clases magistrales es que vengo aquí por una semana y no puedo cambiar a nadie. No es mi derecho o mi responsabilidad cambiar la forma en que alguien toca, sin embargo lo que me encantaría es que cuando la gente salga de mi clase, ame la música y su instrumento más que antes. No es sólo enseñar música, es enseñar a la persona y por eso las masterclass también son un desafío porque cada persona es diferente y cada persona necesita un tipo diferente de enseñanza. Siempre es bueno enseñar de una manera positiva. Creo que inspirar es mi objetivo, más que enseñar. Me refiero a que enseñar es importante, pero si puedo enseñarles e inspirarlos ¡estoy feliz!
-No ha parado en estas dos semanas ¿de dónde saca su energía?
-Lo dices porque no me has visto en el hotel, ¡en las noches caigo muerta! (risas) Tengo suerte de tener mucha energía como persona, pero también tengo suerte porque estoy haciendo lo que amo. Quiero decir que mi trabajo es tocar música, ¡soy tan afortunada! ¡Me pagan por tocar música, me pagan por enseñar música! También me apasiona conocer a otras personas, es muy importante para mí hacerlo. Eso me llena de mucha energía. Aquí he experimentado la pasión como energía, aman y quieren aprender mucho, eso me inspira más.
-Desde su experiencia ¿cómo ve la metodología de El Sistema, luego de ver el nivel musical de estos niños que desde los ocho años están en una orquesta?
-Empecé a tocar a la edad de 14 años, así que 14 en comparación con estos niños es muy tarde. Tuve suerte porque mi maestro era trombonista, fue muy inspirador. Pude hacer una nota muy rápidamente en el corno y decidí que me encantaba tanto y que en dos meses ya estaba tocando en la orquesta juvenil de mi ciudad natal. Fue en ese momento en que me di cuenta de que todas estas notas sueltas que estaba practicando en casa podrían ser música si estaba tocando con otras personas. Era muy importante para mí tener esa experiencia de tocar junto con otras personas. Así que esto es lo que me encanta de El Sistema: los músicos tocan juntos muy rápido a una edad muy temprana para experimentar la música no para sí mismos, sino como parte de una gran experiencia.
Pasión e inspiración aportan los maestros internacionales a las agrupación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.