“El pianista debe tener mucha fuerza y proyección pero también la capacidad de delicadeza. Es una obra compleja: la dirección no es lo que haces en el concierto sino lo que haces en los ensayos”, señala el compositor.
Dicen que la obra musical no está completa hasta que tenga un intérprete: es el caso del compositor Ricardo Teruel (Caracas, 1956) quien muestra en su blog (http://rtcompositor. blogspot.com) la obra Falsos Dioses. Concierto de piano contra el autoritarismo, para la que espera encontrar un pianista, una orquesta sinfónica y un director.
-Cinco años tardó en realizar Falsos Dioses, ¿cómo fue ese proceso creativo, esa tormenta interna?
-Cada obra tiene su propia historia, su propio proceso. En el caso de Falsos Dioses primero se fue gestando un tremendo malestar respecto al abuso de poder, al irrespeto por la inteligencia, el conocimiento y formación profesional, al descaro de la mentira, el engaño y la falsedad, a la impotencia de confrontar y alterar esta realidad con ideas, con alternativas, a ver espacios de creatividad cerrándose, al creciente sentimiento de frustración e impotencia. No se pueden restringir las libertades en nombre de la libertad. El fin no justifica los medios y menos cuando contradicen el propio fin.
-Me vino a la mente un vago concepto de la obra, que fuera un concierto para piano y orquesta, donde el piano representara principalmente ese rol de autoridad pervertida, dominante, endiosada y que destruye todo a su alrededor y contiene en sí mismo la semilla de su destrucción. No significa que por momentos no desempeñe otros roles, otras evocaciones emocionales. Cada oyente es libre de sus propias interpretaciones, eso es lo grandioso de la música, del arte: nadie puede controlar al espectador.
-Antes que la música vino el título Falsos Dioses y los títulos de cada uno de los tres movimientos: I. Mentiras, Engaño, Poder, II. creyendo, dudando…, III. Tumbando Pedestales, Enterrando Ídolos. Este primer acercamiento a la concepción de la obra ocurre en el 2002. Dejé que se fuera macerando. Pensaba sobre la obra pero no me sentaba a componerla. Trataba de profundizar en lo que quería decir.
-Finalmente en el 2008 decido que ya no puedo demorar la composición de la obra, que ya comenzaba a evadir el compromiso conmigo mismo. Por mi experiencia componiendo obras sinfónicas pienso que en uno o dos años tendría la obra terminada. Qué equivocado estaba.
-Tengo claro que la obra empieza con un estruendo, de golpe, con un acorde fuerte y muy disonante en toda la orquesta, seguido de un golpe seco de la percusión y luego la entrada del piano con un acorde que se repite una y otra vez, de manera persistente, machacante, inmisericorde. Creí que sería efectivo un acorde con un racimo de notas muy cerradas entre sí, como tocar un piano con los antebrazos, pero no, no resultó. Me tomó unas dos semanas encontrar ese primer acorde por ensayo y error. Fue mi primera advertencia que esta obra no iba a salir tan fácil.
-Esta es una obra que no me permitía derivar hacia otros temas, abrir paréntesis, usar el humor (salvo alguna ironía), tener disgresiones. Tenía que ser muy cuidadoso con la selección de las ideas musicales que me venían a la mente y a los dedos. Mi preocupación principal era si eran pertinentes o no al discurso, si reforzaban o no lo que buscaba evocar. A lo largo de la composición de la obra me di cuenta de que esta obra se trataba más de un manejo de energías emocionales que de estructuras musicales, lo que no quiere decir que no haya resultado una estructura musical muy sólida.
-Cada movimiento representó un reto diferente. En el primer movimiento quería representar ese poder sordo, que se sirve del engaño y la mentira, de rodearse de aduladores y oportunistas y que no deja salida a alternativa alguna. En el segundo movimiento la idea de ese encantador de serpientes, vivir en un estado de sueño donde todo es posible porque uno se lo imagina, porque uno quiere que sea así, aunque todo indique que no es posible si uno no actúa en otra dirección. Luego comienzan a aparecer fisuras en ese sueño por donde se cuela inexorablemente la realidad y se va deformando y torciendo ese sueño de modo desgarrador. El tercer movimiento es el que posiblemente me costó más conceptualizar. Se van organizando y aglutinando fuerzas con un propósito común, se han abierto los ojos y los ídolos tienen pies de barro. Se llega a una masa crítica de conciencia social donde caen los pedestales. ¿Y después? ¿Podemos ser triunfalistas? ¿Vamos a tropezar con la misma piedra? ¿Sustituir unos ídolos por otros? Hay esperanzas. Nos reconocemos unos en otros, se recuperan los valores de tolerancia y respeto. No hay fanfarria. Es hora de reflexionar y construir. Es hora de servir a un propósito común y no a mandar. Vienen tiempos mejores de hombres buenos.
-¿Qué tan duro o arduo es poner en sonidos una ideas tan profundas como la situación del país, su deterioro, sus crisis?
-El amor a alguien puede ser un tema duro y arduo. Pregúntale a cualquier pareja, a cualquier madre, a cualquier hijo. Es fácil banalizar o trivializar un tema pero al hacerlo ¿se expresan bien los sentimientos?
-También podría decir que hay mucho de amor en esta obra: amor al país, sin nacionalismos ni otros fanatismos que distorsionan, corrompen y niegan el amor, amor a la libertad, a la independencia y a la interdependencia, a los valores espirituales de humanidad.
-Para mí resulta algo imprevisible la dificultad o facilidad de expresarse en música, en palabras, en ecuaciones o en imágenes. A veces lo que uno creía que le iba a costar mucho sale muy fácil y otras, que parecían muy simples, cuestan muchísimo, pero en ambos casos hay grandes satisfacciones. Lo importante es que el resultado, la obra, funcione, no le sobre y no le falta, llegue, conmueva, sea efectiva y no efectista. Yannis Ioannidis, mi profesor de análisis de estilos y otras herramientas para la composición musical decía “si se puede expresar en palabras, para qué lo vas a decir con música”. Para mí, a veces hay temas que se pueden abordar con palabras y con música pero nunca dices lo mismo.
-¿Qué modos o acordes, qué ritmos pueden identificar esas ideas?
-Soy un compositor muy intuitivo. También tengo buena capacidad analítica y probablemente podría ilustrar, con un lenguaje bastante técnico, alguna correspondencia entre los recursos musicales empleados y lo que quiero evocar pero no sería una correspondencia exacta ni ganaría gran cosa el oyente en la comprensión y disfrute de la obra. Más bien podría distraerle de vivir la obra que es lo importante.
-¿Has visualizado o pensado en sus intérpretes? ¿qué solista? ¿qué director? ¿quiénes tienen -a su modo de ver- el temperamento para abordar esta obra?
-Tienen que ser intérpretes que sientan y quieran la obra, que se la apropien y la hagan suya y que no estén atados a un modo clásico o romántico de interpretar el arte. Técnicamente la obra no es fácil de ejecutar ni de conceptualizar. Esto no significa que sea una obra difícil de entender por parte del público y que no les llegue y emocione, pero los intérpretes tienen que estar muy claros y convencidos pues requiere de esfuerzo, inteligencia y asumir riesgos artísticos.
-El pianista (sin importar el género) debe tener mucha fuerza y proyección pero también la capacidad de delicadeza. Debe entender la naturaleza percusiva del instrumento, no tener miedo de golpear cuando sea necesario, pero no enturbiar el lenguaje, tener capacidad de grandes contrastes. Debe asumir su rol de solista, aunque no se presenta necesariamente de manera tradicional, llevando una melodía. El piano forma también parte de texturas y densidades, ayuda a crear climas emocionales. A veces acompaña, generalmente se destaca.
-El director debe poder balancear las fuerzas del piano y de la orquesta. Debe saber canalizar la energía desatada y contar con la complicidad de cada uno de los músicos participantes.
-¿Podría ser usted mismo el pianista o el director?
-Quisiera tocarla yo mismo pero tengo que ser realista. Tengo años sin tocar el piano en público. Son tan pocos los pianos y aún menos las oportunidades. Tendría que estudiar muchísimas horas y esas serían horas en las que no podría componer o improvisar, dedicarme al trabajo creativo que nadie puede hacer por mí. Hay excelentes pianistas. Como director es muy poca mi experiencia y es una obra compleja. La dirección no es lo que haces en el concierto sino lo que haces en los ensayos.
-Por otro lado estoy convencido de la inoperatividad de las instituciones culturales del país, incluyendo, salvo honrosas excepciones a los intérpretes, en cuanto al apoyo a creadores vivos y activos y ¿no es esa la razón fundamental de la existencia de instituciones financiadas por el Estado? No quieren asumir riesgos. No creen en el talento nacional, en el aquí y el ahora, en el oficio de todos los días del compositor, en el trabajo crítico, en la innovación, en el pensamiento lateral, en el arte con filo. No valoran a un artista por la calidad y consistencia de su trabajo sino por las conexiones que pueda tener o las “garantías” que le pueda dar la historia. Aplauden que Beethoven haya tachado la dedicatoria original a Napoleón Bonaparte de la Sinfónía Heroica pero si tuviéramos entre nosotros a un Bach, Mozart, Beethoven, Stravinsky, Ligeti, Xenakis u otro “grande” (¿y por qué no?) le darían la espalda.
-Siempre he tenido mis sospechas, pero me ha llevado casi cuarenta años de vida profesional componiendo para llegar a esta triste conclusión que nunca he querido creer. ¿Cuál ha sido el apoyo real que he recibido a lo largo de todos estos años? ¿Quién está esperando y auspiciando mi próxima obra?
-¿Hay que rendirse, tirar la toalla? No, todavía no, por no decir nunca. Hacer obra es una necesidad interior muy fuerte y son muchos los proyectos en mente. Creo que tengo un público, ahora y a futuro y me debo a ese público. Un público ávido de alternativas, de creatividad, de ingenio, que quiere retos a su inteligencia, integridad y sensibilidad y que está dispuesto, de manera modesta, a ayudar, estimular, aportar por iniciativa propia. Pretendo ofrecer a este público mi trabajo creativo a través de recitales unipersonales, ejecutando en vivo instrumentos musicales y otros “juguetes” acústicos, electrónicos y virtuales portátiles, tanto en obras escritas como improvisaciones, proyectando mis obras de videoarte, conversando, compartiendo, invitando a participar en mis obras para público voluntario, en espacios privados o institucionales a los que me quieran invitar. Recibir es dar. A más limitaciones: más creatividad.
-¿Y la orquesta? ¿podría ser tipo “vente tú”, por aquello de los compromisos de las orquestas con el Estado, sus financiamientos?
-Quisiera incluso que fueran voluntarios pero sé que eso no será posible, aún cuando yo no haya recibido pago alguno por mi trabajo de cinco años (al menos no todavía). Hablar de la orquesta es como hablar de pueblo: todos son pueblo y nadie es pueblo; todos son la orquesta y nadie es la orquesta. Somos individuos, con responsabilidades individuales, que compartimos y nos organizamos socialmente, que sentimos pertenencia de formas diferentes y diversas.
-En el país todas las orquestas sinfónicas son organizaciones públicas. Tienen una infraestructura administrativa y artística con su correspondiente personal, horarios y salas de ensayo y de presentaciones y un presupuesto. Inexplicablemente no parecen tener presupuestos serios, integrales para compositores en residencia, encargos de obras, lecturas y producción de obras nuevas y su reposición y programación regular y nuevos encargos si son exitosas. Y los compositores seguimos pensando que son parte de nuestras herramientas de trabajo y hacemos esfuerzos enormes muy mal correspondidos.
-No hay orquestas sinfónicas privadas.
-Falsos Dioses está concebida para una orquesta sinfónica de 89 músicos, el piano solista y el director, además de los atrileros y demás personal de infraestructura. Hacer un “vente tú” no luce muy sencillo ni práctico pero no lo descarto del todo, sobre todo si recibo apoyo en cuanto a la producción que a la vez pueda coordinar algunas fundaciones, alternativas de financiamiento, voluntarios… yo sólo: imposible, me declaro incompetente. Mi trabajo fue crear la obra y cumplí.
-Al escuchar la obra en el blog, se aprecia que es una obra sin concesiones. Sin embargo ¿qué está dispuesto a sacrificar para que la obra se toque en Venezuela?
-Nada. ¿Qué concesión podría hacer? Me parece que lo único que se podría sacrificar es la obra en sí y eso no tendría ningún sentido.
-Tengo la ingenuidad de todavía esperar que algún solista (si no soy yo), director y orquesta me demuestre que tienen la capacidad de apreciar la seriedad, calidad y méritos de mi propuesta artística, estén o no de acuerdo con ella, y asuman la programación de Falsos Dioses para que el público exprese su propia opinión.
-El arte es comprometido, aunque algunos prefieran pensar lo contrario. No importa su nivel de abstracción, está comprometido con algo.
-Desde el día 6 de marzo de 2015 se puede leer en mi blog, en el enlace Presentaciones, Propuestas, Reflexiones, tanto en español como en inglés, sobre la obra y su significado, cómo ponerse en contacto conmigo, puede descargarse la partitura sinfónica y la parte de piano solista y se puede escuchar y descargar las maquetas de referencia realizadas en computadora.
-He enviado el enlace a una lista de contactos. La respuesta, hasta ahora, ha sido muy pobre.
-¿Habría que hacerla fuera del país? ¿dónde? ¿quiénes? ¿qué financiamiento o ayuda se necesitaría?
-Probablemente. Puede tener una gran trascendencia fuera del país. Puede que hasta se aprecie más. Además la obra no es sólo válida para este momento histórico y estas circunstancias particulares. Abuso de poder hay y ha habido en muchos lugares y momentos. Lo que se busca es elevar la conciencia para contrarrestar su surgimiento y proliferación y creo en el valor artístico de mi obra.
-Estaré enviando la propuesta a algunos festivales internacionales y tendré que insistir con los contactos a quienes ya envié el enlace pero de quienes no he tenido respuesta alguna.
-No pareciera haber muchas expectativas ya que a nivel mundial las orquestas sinfónicas, en general, se han ido anquilosando cada vez más, con repertorios que muy poco arriesgan.