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El gran director de orquesta alerta sobre la situación del Sistema de Orquestas venezolano creado por Abreu mientras triunfa con la London Symphony en Santander
Vía: elpais.com | Por JESÚS RUIZ MANTILLA
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Pocos dudan de que Simon Rattle es hoy por hoy la primera batuta del mundo. Y los que este martes presenciaron en Santander su interpretación de la Novena sinfonía de Mahler con la London Symphony Orchestra, todavía menos. Un temblor recorrió la sala Argenta en el Festival Internacional de Santander con los primeros acordes. El público salió con la sensación de haber presenciado el concierto de sus vidas.
Este miércoles repitió con un programa de aroma checo, con Dvorak, Janacek y Ravel. Sus dos días santanderinos han congregado en la ciudad a público de muchas latitudes. Rattle está en plena forma. Dejó ya la Filarmónica de Berlín tras 16 años de relación feliz y tortuosa y promete ofrecer quizás las décadas más dulces de su carrera con unos músicos entregados ahora a él: “Es muy especial la sensación de tocar junto a ellos, muchos de nosotros nos conocemos desde hace 45 años, cuando estábamos en orquestas juveniles y cometíamos fechorías que no debería confesar ante ustedes”, dijo en un encuentro con medios.
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Pero contó más. Una hora habló sin tapujos y metió alguna pulla a sus anteriores compañeros de viaje: “Es una de las orquestas más jóvenes, pero también de las más conservadoras. Acaban de elegir a un gran director como Kirill Petrenko que sabrá llevarles hacia adelante”, aseguró.
Pero Rattle entró de lleno en otro de los proyectos con los que se ha sentido más comprometido en los últimos años: el Sistema de orquestas de Venezuela. “Cada vez que escucho lo que ocurre allí me entran ganas de llorar”, dijo. No sólo lideró junto al maestro José Antonio Abreu a algunas de las últimas generaciones que han nutrido el millón de músicos salidos de sus aulas:
“Ocurra lo que ocurra, lo que hizo Abreu no dejará de ser un milagro. Pero la situación es terrible. Lo que tiene que soportar Gustavo Dudamel, una gran persona, un formidable músico, es demasiado para un joven de su edad. Con 35 años, los equilibrios que llega a hacer para mantener unidos a los músicos fuera son encomiables”.
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