Nada detiene el espíritu inquebrantable de Giovanna Dubuc Clemente. Nacida con una limitación física, esta joven artista es un referente de inspiración y coraje para toda la comunidad.
Vía: holanoticias.com/ Por César Hurtado
Charlotte, NC.- A Giovanna Dubuc Clemente, de once años y estudiante del quinto grado en Corvian Community School, una escuela charter de Charlotte, nada la detiene. Cuando todavía tenía cinco años decidió aprender a tocar violín y lo hizo, luego quiso jugar voleibol y lo consiguió sin problemas, se empeñó en practicar deportes de aventura y lo logró.
Lo que podría ser un simple logro para cualquiera, ha sido una conquista de empeño, determinación y entrega para esta niña que, desde su nacimiento, ha debido lidiar con la falta de su brazo derecho.
Giovanna nació con el síndrome de banda amniótica que se presenta durante el embarazo. Esta rara enfermedad no hereditaria, cuya probabilidad es de uno en 15.000 nacimientos, hace que unas estructuras llamadas ‘bandas’ se adhieran al feto y se cierren, produciendo, en ocasiones, hasta amputaciones ‘naturales’ de miembros.
“Una de las bandas se cerró en un grupo de células donde se estaba desarrollando su bracito derecho y lo amputó”, explica Jenny Clemente, madre de la menor, de origen venezolano.
Para Jenny el nacimiento de su hija con ese problema fue una sorpresa. “Habían hecho ultrasonidos y todo parecía estar bien. Cuando me lo dijeron me quedé sorprendida y me asusté. Gracias a Dios, mi esposo y mi familia estaban conmigo y me dijeron que estaba bien”, relata.
“Sabes, la perfección es solo el concepto que uno le da a las cosas. Cuando me la trajeron y le vi su carita de rosa, entendí que para mí ella era perfecta”, añade Jenny.
Sin embargo, luego vendrían las preocupaciones, los sentimientos de culpa y el temor. ¿Cuál será su futuro? ¿Podrá valerse por sí misma? ¿Qué hice mal para causar esto a mi hija? ¿Si me embarazo nuevamente, se repetirá el problema?, se preguntaba constantemente Jenny.
Un espíritu inquebrantable
La propia Giovanna se encargaría de resolver las dudas de sus padres. Su espíritu alegre y aventurero, su búsqueda incesante de retos y afán de superarlo todo para demostrar que ‘nada es imposible’ disiparon la preocupación por su futuro bienestar.
A los cinco años, gracias a Andrés Cárdenas, un músico amigo de la familia, Giovanna conoció la historia de Adrian Anantawan, joven virtuoso violinista canadiense con el mismo problema físico que ella.
“Giovanna quedó fascinada con su historia y pudo contactarse con él”, cuenta su madre. Eso la inspiró a tomar clases de violín. “Cuando nos dijo que quería tocar violín, mi esposo y yo nos quedamos sorprendidos porque vimos lo difícil de la tarea, pero de inmediato comenzamos a buscar una prótesis que la pudiera ayudar”, añade Jenny.
Tras un largo proceso de prueba y ensayo para hallar la prótesis correcta, la niña pudo -a los ocho años- iniciar sus clases de violín gracias a la oferta de entrenamiento del propietario de una tienda musical que encontró su historia “inspiradora”. Después de tres años de clases, dos veces por mes, Giovanna toca el violín como una experta.
Para Carmen Calvar, directora del Coro Alegría Hispana, ‘Jovis’, como llama de cariño a Giovanna, “es testamento a la fortaleza del espíritu humano guiado por papá Diosito”.
Giovanna recuerda que Carmen le dijo, respecto a su talento natural para la música y el violín, que “Dios me había dado un regalo, que era solo para mí, pero no para quedármelo con él, sino para compartirlo con el resto del mundo”.
El especialista que le construyó la prótesis que soporta el bigote (el arco de cuerdas con que se toca el violín) le ofreció construirle una prótesis con dedos para “que sea como los demás”, lo que Giovanna agradeció profundamente, pero rechazó respondiendo que no la necesitaba, “porque hago todo a mi manera” y no quería ser como los demás.
Giovanna Dubuc, con sus cortos once años y un espíritu gigante, aún no tiene planes para el futuro. “He hecho listas, pero todavía no sé. Quiero hacer violín, arte, muchas cosas… Sé que debo decidir por una, pero… no lo sé todavía”, confiesa.
Sin embargo, la determinación en sus ojos dicta que, cuando aclare su camino y decida su futuro, no se detendrá hasta conseguirlo. “Que se agarre el mundo”, dijo.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]