Vía: elperiodicomediterraneo.com |
Hablar de las grandes divas del jazz es hablar de Billie Holiday, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Nancy Wilson, Dinah Washington, Shirley Horn, Lena Horne, Abbey Lincoln, Betty Carter… Marcaron una época con su tono de voz, fueron influencia incuestionable del canto popular estadounidense y mundial. La de veces que me habré dejado llevar por sus melancólicas melodías, su rabia o rebosante alegría.
Algunas de ellas, como en el caso de Holiday, protagonizaron vidas turbulentas, episodios marcados por el alcohol y las drogas. Pero todo ello lo compensaba con un sentido rítmico implacable, una sutil expresión, y una inmediatez emocional. Eran, son, pura inspiración, talento. A lo largo de los años han sido muchas las cantantes que han intentado acercarse a esa condición de estrellas; pocas lo han conseguido. La época dorada del jazz, esas décadas de los años 40 y 50, difícilmente vuelva a repetirse; tanta genialidad, tanta vida, tantas ganas de crear algo nuevo…
Probablemente, en los años 90 asistimos a un resurgir, un intento por recuperar esas mágicas sensaciones que nos aportaron aquellos Miles Davis, John Coltrane, Charlie Parker, Lester Young, Bill Evans, Cannonball Adderley, Duke Ellington, Thelonious Monk, Clifford Brown y compañía. Así, descubrimos talentos como los de Brad Mehldau, Joshua Redman, Mark Turner, Christian McBride, Brian Blade o Larry Grenadier, por citar algunos ejemplos. Y si en el apartado instrumental estos juiciosos del jazz sorprendieron, algunas voces comenzaron a sonar y sonar en nuestras cabezas.
Sin duda, Dianne Reeves es la heredera real de las divas de los 40’s, 50’s y 60’s. Ella se ha convertido en un modelo a seguir para muchas jóvenes cantantes de hoy (además de otras solistas vocales que se acercaron al jazz como Natalie Cole o Erykah Badu). Poco a poco, hemos visto cómo las voces de Diana Krall, Madeleine Peyroux, Jane Monheit o Melody Gardot se han asentado en el panorama, convirtiéndose en cabezas de cartel en los diferentes certámenes internacionales. Son las nuevas representantes del jazz vocal junto a otras intérpretes que proceden de ambientes más gélidos, como las noruegas Silje Nergaard o Rebekka Bakken, o la suiza Susanne Abbuehl. Todas ellas son mujeres que han impregnado al jazz de una mayor intimidad.
Desde el Reino Unido
Procedente de Gloucester, Tina May comenzó a explorar y desarrollar su sensibilidad jazzística en la University College de Cardiff. Allí comenzó a compartir inquietudes con otros músicos hasta que, finalmente, se uniría a la Welsh Jazz Society. Esto le abriría las puertas para participar con el grupo The Lions Den y conocer la música de Harry ‘Sweets’ Edison, Eddie ‘Lockjaw’ Davis y Al Cohn, entre otros. Pronto se vería “atrapada” por el jazz, esa forma de vida, esa manera de ser.
De Gales viajó a París, donde podría decirse que se forjó como cantante, ciudad que parece haberla adoptado, ciudad que ha amado y cantado, susurrado. Poco tiempo tardaría en iniciar una carrera prometedora que la ha llevado a convertirse en una de las mejores vocalistas de jazz femeninas del Reino Unido y a grabar con el legendario pianista Ray Bryant.
Sus actuaciones tienen ecos de la herencia de las grandes damas del jazz americano, pero, con su pura voz de soprano y el tono perfecto, ha desarrollado un estilo único.
Actuación en vila-real
Precisamente, ese estilo único será el encargado de retomar la actividad del ciclo ‘Avui Jazz’ de Vila-real el próximo viernes, 7 de febrero.
Tina May actuará en el Auditori Municipal a partir de las 23.00 horas en una excelente compañía, pues el pianista valenciano Albert Sanz, uno de los actuales puntales de la escena nacional, será uno de los miembros del cuarteto que visiten Vila-real esa noche. El contrabajista Maxell Salinger y el batería Stephen Keogh serán los otros dos “mosqueteros” de este concierto que combinará canciones escritas especialmente para ella con piezas del ‘Great American Songbook’. Asimismo, May presentará algunos de los temas de su último trabajo discográfico ‘Music Paradise’, un álbum basado en la historia del séptimo arte.
Si tienen oportunidad, acudan el día 7 a ver, oír y sentir a esta embajadora del jazz, pues nos retrotrae, con gracia y talento, a esas gloriosas noches de mediados del siglo XX. Tina May es puro estilo y elegancia sobre el escenario.