Por Mariantonia Palacios
El 09 de agosto de 1874 nació quien habría de convertirse en una de las figuras más sobresalientes del mundo musical parisino durante la belle époque: Reynaldo Hahn. Su fulgurante carrera como compositor, pianista, director de orquesta, conferencista, crítico musical y escritor le valió los más altos reconocimientos y elogios de la intelectualidad francesa. A su muerte, en 1947, la municipalidad de París organizó sus exequias y se le rindieron honores como Académico y como Comendador de la Legión de Honor. En el discurso pronunciado por el compositor y director Henri Büsser se le calificó como “el más parisino entre los parisinos”, y el crítico Louis Oster en su libro Les opérettes du répertoire courant (1953), lo encumbró como el mejor dotado de los músicos de su generación y no dudó en resaltar que era poseedor de “una sensibilidad tan francesa” y de un encanto “tan parisino”, que hicieron que muchos le consideraran como el arquetipo del compositor francés. Pero resulta que Reynaldo Hahn Echenagucia era venezolano, nacido en Caracas, en la parroquia Altagracia.
Orígenes caraqueños
El padre de Reynaldo Hahn, Carlos Hahn Dellevie, natural de Hamburgo, se estableció en Caracas alrededor de 1848. Allí conoció a María Elena Echenagucia Ellis, nacida en Curazao, con quien contrajo nupcias el 22 de mayo de 1853. El matrimonio Hahn Echenagucia tuvo trece hijos, siendo Reynaldo el benjamín.
La familia ocupaba una posición social privilegiada, en parte gracias a las dotes de comerciante y a la avidez por la aplicación y desarrollo de nuevas tecnologías demostradas por don Carlos, y en parte gracias a su carrera como Cónsul General de Bélgica y a su amistad personal con Antonio Guzmán Blanco. Era un hombre culto que gustaba de las artes, especialmente de la música. Una de sus compañías, la Kenedy & Hahn, contribuyó de manera decisiva con la construcción del Teatro Caracas, inaugurado en 1854. Su esposa, María Elena Echenagucia, era una mujer de belleza sin igual y experta en la cocina criolla. Organizaba en su casa tertulias artístico-literarias a las que concurría la élite cultural. La primera noticia que se conoce de la actividad artística de Reynaldo proviene precisamente de estos encuentros. Se trata de una reseña aparecida en la revista El Semanario, de fecha 9 de febrero de 1878, del escritor colombiano José María Samper. La nota introductoria describe al niño Reynaldo como “bandolerillo alegre de blondos cabellos y mejillas de rosa, …, que recita composiciones poéticas con notable gusto, y canta, como puede hacerlo un niño, acentuando de tal modo las frases que se comprende que siente lo que expresa”. Tenía apenas tres años y medio. Un mes después, esta vez en el periódico La Opinión Nacional, Lola R. Tió publica unos versos para ser “recitados por el simpático niño Reynaldo Hahn”.
Viaje a la ciudad luz
La familia Hahn Echenagucia se embarca en el vapor Vandalia rumbo a Marsella en abril de 1878 y llega a Paris en febrero de 1879. Apenas dos años después, Reynaldo debuta ante la Princesa de Metternich, sobrina de Napoleón Bonaparte, cantando y acompañándose al piano arias de Jacques Offenbach. En 1885 ingresa al Conservatorio de París para estudiar solfeo y piano. Dos años más tarde, Jules Massenet lo acepta como alumno de composición, a pesar de su juventud. Tenía trece años.
Paralelamente a sus estudios en el Conservatorio, Reynaldo frecuenta los salones parisinos donde se reúne con la intelectualidad. Su fama se gestó en estos recintos, donde dio a conocer sus creaciones cantándolas y tocándolas él mismo. Fue en uno de estos salones, en la mansión de Madeleine Lemaire, donde conoció en 1894 a quien sería uno de sus amigos más caros, Marcel Proust, quien se inspiró en el músico para crear el personaje de “Vintelli” en su famosa novela En búsqueda del tiempo perdido.
Artista multifacético
Aunque Reynaldo tenía una hermosa voz de barítono, nunca se desempeñó como cantante profesional. Sin embargo, su pasión por el canto y el teatro lírico guiará gran parte de su producción como compositor y su carrera como director. No fue sólo un compositor insigne, fue también un pianista virtuoso. Descolló como intérprete y fue además un reconocido improvisador y solicitado acompañante, además de afamado director de orquesta, especializándose en la música de Wolfang Amadeus Mozart. Como un reconocimiento a su excelencia en este campo, fue nombrado Director de la Ópera de París en 1945.
Comparable a la febril actividad musical, Reynaldo desarrolló una carrera como escritor. En 1909 se inicia como crítico musical en el Journal de l’Université des Annales, carrera que continuará en Le Figaro, Femina, La Fléche, y l’Excelsiory. Publicó además varios libros: Du Chant (1920), La Grande Sarah (1930), Notes, journal d’un musicien (1933), “Le chant” en L’Initiation à la musique (1935), y L’Oreille au Guet (1937), y Thème Varié (1946).
Colofón
Reynaldo Hahn, como muchos otros artistas venezolanos del siglo XIX, viajó a Paris a estudiar. Pero jamás regresó a la ciudad de los techos rojos. Algunos de sus biógrafos sostienen que no quiso hacerlo, mientras que otros afirman que no pudo porque su apretada agenda artística no le permitió ausentarse de los escenarios europeos. Cualquiera sea la verdad, Reynaldo Hahn fue sin duda un venezolano que brilló en Paris.
“Nunca escribo una nota sin decirme qué gentes que aún no han nacido
la escucharán y la juzgarán”
Reynaldo Hahn, Journal d’un Musicien, Paris, 1933: 39
“Hahn era un hombre joven, todavía no había cumplido veinte años, discípulo predilecto de Massenet, con quien estudiaba en el Conservatorio, y que ya destacaba como cantante, pianista y compositor. De raza judía, había nacido en Caracas, Venezuela, y vivía en París con sus padres y varias hermanas; tenía los ojos castaños, piel de clara tonalidad morena, facciones de severa belleza y lucía negro bigotillo. Proust lo conoció a principios de verano en las recepciones de los martes
en casa de Mme. Lemaire, en la Rue Monceau… »
George D. Painter (Biógrafo de Marcel Proust)
“incomparable, prendado de las partituras que es preciso estudiar, tiránico, parcial, injusto –enamorado al fin.”
El crítico Bernard Gavoty de Clarendon