Vía: anchaesmicasa.wordpress.com
No sé si Perianes todavía necesitaba o merecía a esas alturas tantos peros, pero las explicaciones de Barenboim a su alumno andaluz son alucinantes. Resulta increíble la cantidad de cosas que se esconden (o se pueden encontrar) en la música, y la consiguiente complejidad y dificultad, más allá del oficio, de una buena interpretación. Cabe incluso preguntarse si no se estará rizando un poco el rizo. ¿No basta con dominar la técnica y tocar con el corazón? El mío y mis ganas dicen que sí, pero juraría que la respuesta es no. En cualquier caso, Barenboim, que nunca me ha resultado muy simpático, gana puntos cuando se manifiesta tan atraído como cualquiera por la cuestión básica (31:13)
No puedo explicar por qué ciertos sonidos o sus combinaciones nos provocan una respuesta emocional… No lo sé, pero es un tema fascinante
Y en su penúltima alocución (44:44)
Lo paradójico es que la música absoluta sólo se expresa a sí misma a través del sonido. Ópera y canciones son otra cosa. Pensemos en las sonatas de Beethoven. Sólo se expresan a través del sonido. Pero obviamente tienen un contenido. No es simple sonido. El problema es que dicho sonido no puede ser articulado realmente de modo objetivo, racional y científico, con palabras. Si fuera posible articularlo de modo racional y científico, la música sería innecesaria. Pero el hecho de que una tal articulación no sea posible, no significa que no haya contenido. Y por tanto, la cuestión es: ¿Cuál es ese contenido y cómo lo concebimos? Así que cualquier cosa que digamos al respecto se referirá más a las reacciones y sentimientos que nos suscita la música que a la música en sí misma. Porque la música solo puede realmente hablar a través del sonido.
Lo único verdaderamente obvio, es que la música tiene que ver con la condición humana. Y la música posee todo de lo que un gran ser humano es capaz, en cuanto a pensamiento, a sentimiento e intuición, en cuanto a temperamento y carácter. Todos y cada uno de los atributos del ser humano están en esta música. Probablemente en cualquier música. Pero en ésta puede que más que en otras.
Penúltima, porque la última es con el piano, con el Moderato cantábile de la Sonata nº 31, op. 110 de Beethoven, el tema de esa clase magistral que dura tres cuartos de hora y pasa en un minuto.